“La voz de Virgilio, al inicio del último canto del Infierno, se escucha como un toque de trompeta que anuncia la entrada en la mansión de Dite. “El monarca del doloroso reino” está por mostrarse en su espantosa grandeza, ceñida de tinieblas, de hielo, de pavoroso silencio”.[1]
Quiero pedirte, querido lector, que mientras lees éstas líneas, intentes en alas de la imaginación y de tu capacidad analógica, asemejar ésta descripción que hago de Lucifer y del Infierno, tomada de La Divina Comedia, a situaciones presentes en tu vida, en la política y en la sociedad.
Si algo me maravilla de la obra de Dante, es que es totalmente atemporal, sus palabras son vivas y resuenan con fuerza; incluso con más fuerza ante el umbral de las puertas del mismo infierno donde nos hemos puesto como sociedad al alejarnos del Dios-Sol, que representa esa maravillosa capacidad del “Sapiens” de razonar y conversar con sus próximos acerca de lo bello y lo hermoso; creando conceptos y realidades parecidas al paraíso y no al infierno de Dante.
Cuando Dante comienza éste peregrinaje por los nueve niveles del infierno, con Virgilio su guía, éste último le hace una advertencia:
“Conviene abandonar aquí todo temor; conviene que aquí termine toda cobardía. Hemos llegado al lugar donde te he dicho que verías á la dolorida gente, que ha perdido el bien de la inteligencia”.[2]
En el canto XXXIV Dante Allighieri acompañado de Virgilio llega al Lago Cocito.
En la visión del Infierno dada por Dante en su Divina Comedia, Cocito es un inmenso lago congelado, situado en el noveno círculo del Infierno.
Aquí, según Dante, se castiga a los traidores, sepultados por el hielo y continuamente afectados por las frías ráfagas de viento producidas por las inmensas alas de Lucifer. Con una sencilla frase el autor nos describe el entorno: “Allí no era de día ni de noche”.
¿Te has imaginado ver a Lucifer cara a cara?
Pues, no te lo imagines tanto, sólo prende las noticias y ve la monumental rabia; la soberbia, la depresión, la ira y la tristeza que como pandemia azotan a un mundo abandonado a las emociones más bajas de nuestra naturaleza humana.
En el Infierno de Dante, Lucifer tiene tres caras y una sola cabeza a la que se unen por la testa.
LOS COLORES DEL ROSTRO DE LUCIFER
Una cara es de color rojo carmesí, representando la ira, la soberbia y la muerte que conllevan. Hoy prendo las noticias y veo la guerra en Rusia y Ucrania; el genocidio en La Franja de Gaza; el terrorismo islámico y escucho a líderes y representantes políticos y populistas de izquierda o de derecha hablar, imaginándome sus expresiones con éste color rojo sangre que describe uno de los rostros del mismo Lucifer.
La otra cara es de color blanca y amarilla; éste color representa la envidia que llevó a Caín a matar a su propio hermano Abel; envidia que lleva a miles de familias a destruirse por temas económicos; envidia que lleva a personas meterse el pie en el trabajo y el deporte; envidia que lleva a jóvenes asesinar moral y psicológicamente a sus compañeros a través del bullying.
Tú puedes añadir otros males asociados al color de la envidia….
La última cara es de color negro y representa el rostro de la ingratitud.
Me he dado cuenta a lo largo de los años que el talento te abre las puertas pero la gratitud te las mantiene abiertas. Decía el Quijote en otro clásico: “Es de bien nacidos ser agradecidos”.
Quien no agradece no sabe reconocer que todo es dado, que todo es don, que todo es un regalo de Dios. Tristes almas las que no saben agradecer, las que no valoran la salud, la vida, la familia y que prefieren el oscuro rincón de sus pensamientos tristes y depresivos.
¡El rostro de Lucifer es también el rostro de la ingratitud!
LAS ALAS DE LUCIFER
Lucifer en el Infierno de Dante no tiene cuernos ni cola; tiene las alas propias de los ángeles; que en éste caso, las describe el poeta como seis alas de murciélago, dos debajo de cada cara; y que se agitan desesperadamente intentando salir de la inmovilidad del hielo. El cuerpo del mismo diablo está atascado en el hielo que él mismo se provoca y que provoca a todos los traidores.
¡Qué triste y que desesperante tener alas y no poder volar!
Así nuestras almas destinadas a la felicidad, a la libertad, a casi tocar el cielo y el sol; pero no podemos porque estamos estancados en la ira, en la ingratitud y en la envidia por haber elegido las sombras de la rebeldía en vez de la luz de la razón.
UN MONSTRUO COLOSAL
El Lucifer de Dante es monstruoso y colosal; como monstruosa y colosal es la violencia en México; monstruosa y colosal la desesperanza de los niños y la gente con cáncer sin la posibilidad de medicamentos oncológicos; monstruosa y colosal es la corrupción de Morena, del PRI y del PAN, y de todos aquellos servidores públicos que no usan el servicio público para sacar del infierno a los ciudadanos, sino para usarlos como moneda de cambio electoral, a costa de un “programa social”, de quinientos pesos el día de la elección; y peor aún, de una cobija, una torta y un refresco. Monstruosa la Estafa Maestra y monstruoso más el robo de Segalmex.
Monstruoso el fentanilo en las calles, los trastornos alimenticios en jóvenes, el abuso en menores, la trata de personas en el vecino Estado de Tlaxcala y la destrucción del miedo ambiente…
Pero más monstruoso tú y más monstruoso yo si seguimos indiferentes scrolenado la pantalla del celular y perdiendo el tiempo en la casa de los “no famosos”ante la más grande crisis de valores y de liderazgo que vivimos en México y el mundo.
El lugar más triste en el Infierno de Dante es para aquellos que fueron tibios e indiferentes en momentos de crisis.
Lucifer está aterrado y obligado a no moverse en el lago de Cocito.
Fría y oscuridad inmovilidad genera el infierno de las adicciones en tantas almas que abandonaron el bien preciado de la inteligencia.
Escuche hace años una frase de joven que la he guardado por décadas en mi corazón: “Dios siempre perdona, el hombre a veces, la naturaleza no”.
Ir en contra del sentido común y de la propia naturaleza es arrojarse al lago de Cocito pretendiendo que voy a salir de él sin ninguna consecuencia. ¿Tonto no?
El lago de Cocito es la cárcel de los agnósticos y ateos, es la cárcel de los miedosos e indiferentes.
Lucifer es la personificación de ese estancamiento. Es una cárcel que la provoca su propia ira y desesperación ya que en su rabioso aleteo provoca unos vientos gélidos que congelan el lago y derredores.
Lucifer llora con sus seis ojos, pero no son lágrimas de arrepentimiento,; son lagrimas de desesperanza y rabia que alimentan el lago que lo estanca en un mar de amargura.
LAS BOCAS DE LUCIFER
En cada boca, Lucifer sostiene a un pecador que representa la traición:
- En la primera boca está Judas Iscariote que representa a los traidores a Dios. Judas es aquel que amó y fue amado por Jesús; y que con un gesto de amor, un beso, lo traicionó por treinta monedas de plata.
- ¿Cuales son la treinta monedas por las que abandonamos a Dios en nuestra vida?
Y ojo, querido lector, no me refiero a seguir estúpidamente las directrices de una secta de líderes religiosos manipuladores. Abandonamos a Dios cuando abandonamos a nuestro prójimo necesitado, cuando dejamos a la suerte a nuestros colaboradores, cuando somos indiferentes ante el sufrimiento ajeno. Cambiamos a Dios por comodidad, dinero y placer.
Cada uno tendrá su moneda de cambio para no comprometerse.
- En la Segunda y tercera boca están Bruto y Casio que representan a los traidores a la patria. Aquellos que traicionaron el imperio y mandaron acuchillar a Julio Cesar.
- Para Dante la Iglesia y La Patria junto con Beatriz fueron sus más grandes amores. Recordemos que Dante fue traicionado en el Vaticano y desterrado de Florencia, su patria amada.
En México veo como hemos desterrado la congruencia política y la honestidad. Hemos cambiado el talento y el esfuerzo por el nepotismo y las falsas lealtades. Perdón mi atrevimiento: ¿Cuántos Brutos y Casios en la clase política mexicana?
El Infierno de Dante y ésta visión de Diter-Lucifer, es un aterrador espectáculo donde los derrotados odian, no aman; donde los derrotados lloran no ríen; donde los derrotados están estancados no se mueven; donde los derrotados tienen frío porque se alejaron del Sol; y están en penumbras porque se alejaron de la razón.
Dante deja éste oscuro y frío lugar; el más lejano a Dios, y comienza un ascenso que es retorno, donde pronto todo cambiará.
¿Saben por qué todo cambiará?
Porque en medio del infierno se hizo acompañar de un guía y de un amigo, porque en medio del dolor nunca perdió la esperanza. Porque dijo Dante: “Quien sabe de dolor todo lo sabe”
Querido lector:
Cuando todo vaya mal en tu vida: ¡No abandones la esperanza! ¡Cerca de casa no lejos! ¡Piénsalo!