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Un guerrillero es una persona  que cree que tiene la razón aunque no la tenga, que está totalmente convencido que es correcto matar, secuestrar y robar bancos cuando es por una “buena causa”, la suya es la única buena, no hay de otra, que él y sus compañeros de “lucha” no son unos vulgares delincuentes sino lo salvadores de la Patria y sus valores.

Un terrorista es una persona  que cree que tiene la razón aunque no la tenga, que está totalmente convencido que es correcto matar, secuestrar y explotar bombas  cuando es por una “buena causa”, la suya es la única buena, no hay de otra, que él y sus compañeros de “lucha” no son unos vulgares delincuentes sino lo salvadores de la Patria y sus valores.

Un represor del gobierno  es una persona  que cree que tiene la razón aunque no la tenga, que está totalmente convencido que es correcto matar, secuestrar y encarcelar sin causa   cuando es por una “buena causa”, la suya es la única buena, no hay de otra, que él y sus compañeros de “lucha” no son unos vulgares delincuentes sino lo salvadores de la Patria y sus valores.

El “Che Guevara” era sin lugar a dudas un guerrillero y un asesino que cobró muchas vidas que según algunos bobalicones e inocentes idealistas, representaba la verdad y la justicia, que les encanta ostentarlo en sus camisetas, aunque ni siquiera sepan que se llamaba Ernesto como el de la obra de Wilde.

José Antonio Urruticoetxea Bengoetxea, así se escribe aunque me cueste trabajo deletrearlo, fue uno de los terroristas más buscados por la policía española y la francesa también, perteneciente a una sanguinaria organización de terrorismo “ETA” a la que se le adjudican cuando menos 864 muertes, según los reportes de la justicia española en un lapso de seis décadas como detallan fuentes gubernamentales de España.

Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, dice tener “información corroborada sobre asesinatos e intentos de homicidios” ocurridos contra disidentes del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua.

Como se dice coloquialmente, puras joyitas que a pesar de los pesares cuentan con una fila interminable de admiradores y de babeantes seguidores que no entienden ni la “B” por lo redondo, que los adulan y los ensalzan pues todo lo que hacen será por una buena causa según ellos.

Nadie les puede decir que están equivocados, que el objeto de su admiración ni siquiera es un ser humano decente e impoluto, al contrario les puede uno decir que son unos delincuentes asesinos y por respuesta solamente se obtendrá la negación de los hechos, se culpará a los acusadores, a los mismos que la muchedumbre masificada de bobos clasificará como sospechosos de conspirar desde ocultos y podridos intereses particulares, por motivos que por lo regular son económicos y altamente lucrativos.

Todo esto que le cuento llega a mi escritorio por culpa de un libelo irresponsable que quiso alabar la humanitaria labor de los guerrilleros, que dice y asegura que los secuestros, asesinatos y robos por una buena causa deberían ser legales y correctos, que no hay derecho para que los metan a la cárcel, que si de alguna forma los detienen será como presos políticos injustamente recluidos.

Desde su tumba se han de estar retorciendo los inocentes asesinados por la extinta (eso espero) 23 de Septiembre,  que cuenta entre sus más conocidas victimas al empresario Fernando Aranguren Castiello y Eugenio Garza Sada.

¡Por Dios!

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères

11 de septiembre de 2019

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