El gobierno federal pondrá todos los recursos e instituciones a su alcance para que gane el candidato del oficialismo, quien quiera que sea, la contienda presidencial.
Ya no hay mucha duda que el gobierno actual se apresta a consumar una elección de Estado en 2024. Por elección de Estado me refiero a que el gobierno federal pondrá todos los recursos e instituciones a su alcance para que gane el candidato del oficialismo, quien quiera que sea, la contienda presidencial. El gobierno actual ha demostrado que, a pesar de haber promovido calificar como delito grave acciones que constituyeran delitos electorales, ha sido profuso en la violación de la ley y de los reglamentos electorales. A lo largo de estos años ha ido construyendo instrumentos efectivos para coaccionar el voto, por las buenas o por las malas. Su arsenal es inmenso. Hagamos un listado.
El gobierno cuenta con dinero a manos llenas: Al menos 400 mil millones de pesos en programas sociales que dispensa a x millones de personas por encargo personalísimo del líder, y no como un derecho que ya está consagrado en la Constitución. Así, viniendo del mismísimo Andrés Manuel López Obrador, como les recuerdan los siervos de la nación cada vez que pueden, es entendible que esos beneficiarios/electores querrán votar por Morena: se trata de ingresos recurrentes, cada mes o cada dos meses, y no de un tinaco o unos mil pesos por un voto una vez cada sexenio, como hacían los demás partidos. Aquí el beneficio es muy tangible y saben perfecto a quién se lo deben.
También sobra el dinero de promoción y propaganda, desde las mañaneras hasta los viajes y gastos de campaña más allá de lo autorizado en el presupuesto del INE. Ese dinero viene del gobierno federal y de al menos 20 estados que ya gobierna Morena. No es hipotético. Se ha comprobado (Ver, por ejemplo, el libro “Dinero bajo la mesa”, dirigido por María Amparo Casar y Luis Carlos Ugalde. Puebla contra la Corrupción y la Impunidad comprobó lo mismo para el caso de Puebla). Con ese dinero se financian las campañas negras, se pagan “opiniones”, “entrevistas”, campañas cibernéticas, y todo tipo de asesores, encuestas y demás. Se financian “acarreos” a innumerables mítines para mostrar músculo y actividades de esa naturaleza. La mayor parte de ese gasto no lo logra detectar el INE, va “debajo de la mesa”.
El gobierno ya demostró también que usa todas las instituciones que pueden influir, coaccionar o amedrentar a personajes relevantes de las campañas, o a sus familiares y amigos. Cuentan con todo el aparato de espionaje, de la UIF, de la FGR, de la Fepade, del SAT y sabemos que lo ha utilizado, al igual que otros gobiernos antes que Morena, aunque quizás con más descaro.
Un instrumento novedoso de Morena para el 2024, que ya ha sido probado en las elecciones del 2021 y 2022, será el crimen organizado como operador electoral. No sabemos hasta dónde maniobrará el crimen organizado en favor del gobierno, pero no hay duda de que lo hará (como ya lo ha hecho) en ciudades y zonas rurales bajo su influencia o control. Nuevamente, no se trata de una hipótesis, es una realidad de la cual hay cada vez más evidencia.
En este mismo sentido, es cada vez más probable que las fuerzas armadas también operen en el campo para Morena, pues sus máximos jefes ya han declarado, sin ambages, su apoyo político al presidente. No está para nada claro si en un momento dado la lealtad de las fuerzas armadas estará con el presidente López Obrador o con la Constitución. Hasta ahora, siguiendo órdenes, las fuerzas armadas no han tenido empacho en violar la ley.
A este panorama tan lúgubre se le suma que la elección de 2024 es crucial. No estamos en momentos ordinarios en donde simplemente se hará una transición del poder. Ante la destrucción institucional y la amenaza constante al INE, la militarización del país acompañada de la presencia cada vez más amplia del crimen organizado, la centralización del poder en todas sus expresiones, la aparente (al menos) cooptación de la Suprema Corte de Justicia por el Poder Ejecutivo, y un largo etcétera, hacen de la próxima, una elección decisiva. Están en juego los (incipientes, débiles) principios e instituciones democráticas que hemos construido con tanta dificultad, y que padecen aún de muchos problemas. Estamos frente a la sombra de la prolongación de un régimen crecientemente autoritario que ha socavado nuestras libertades. El reto es de ese tamaño, y Morena “vendrá con todo”. La única opción visible es la unidad alrededor de una candidatura y un proyecto que partan de la sociedad, que cohesione y entusiasme, y que lleve a una muy nutrida participación ciudadana en la jornada electoral. De no ser así, Morena gobernará por muchos años más.