Todo comienza en los años tempranos del siglo XX, en una región donde los amaneceres pintaban los campos con tonos de oro y las familias construían su porvenir con manos curtidas y corazones resueltos. Por donde hoy se alzan los comercios bulliciosos de Estrellas del Sur, existió alguna vez una humilde granja familiar. Era un rincón sencillo, de esos que vibran con el murmullo del trabajo constante, donde la tierra y el esfuerzo se entrelazan en una danza de esperanza.
Allí se gestaba la semilla de lo que sería, más adelante, una de las empresas más icónicas de Puebla. Una pequeña carnicería, administrada por el ingenio de Ignacia Rojano y el apoyo infatigable de su hermano Manuel López, que fue el punto de partida. Manuel, con la destreza y la energía de quien no conoce la fatiga, recorría las calles de Puebla repartiendo cortes de carne. Su figura se volvió conocida y querida entre los vecinos, no solo por la calidad de los productos que ofrecía, sino por la calidez de su trato.
Pero fue Ignacia Rojano, “Nachita” como la llamaban con afecto, quien imprimió en aquella carnicería el sello de la creatividad y la excelencia. Cierta tarde, en un acto que podría parecer simple pero que marcaría una revolución, se aventuró a elaborar una pierna cocida. El aroma invadió el vecindario y pronto la fama de su creación llegó a oídos y olfato de toda la ciudad. Aquella pierna cocida se transformó, con el tiempo, en el famoso jamón de pierna, un manjar que no sólo deleitaba el paladar, sino que también encarnaba la pasión y el esmero de su creadora.
La carnicería, ubicada en el corazón del centro de Puebla, comenzó a atraer a clientes de todos los rincones. Su éxito no era casualidad: era el resultado de un trabajo incansable, de la búsqueda constante de la perfección. Poco a poco, la pequeña tienda se transformó en algo mucho más grande. Nuevos embutidos, elaborados con las recetas de Nachita y perfeccionados por el esfuerzo de su hermano, se convirtieron en la insignia de la marca. Así nació la Empacadora Mexicana de Puebla.
Fundada oficialmente en 1913, la empresa ha mantenido un compromiso constante con la calidad y la innovación. Con los años, su catálogo se expandió para incluir carnes adobadas, ahumadas, condimentadas, y una variedad de embutidos como chorizo, salami, y salchichas, convirtiéndose en un referente de la industria cárnica en México. Lo que comenzó como un sueño familiar se convirtió en un legado. Nachita no solo creó un producto, sino también una historia que atravesó generaciones.
Hoy, la Empacadora Mexicana de Puebla, además de representar un ejemplo de perseverancia y excelencia, es la historia de una familia que transformó los retos en oportunidades. En cada producto, en cada corte de carne, se guarda un pedazo de su historia: el aroma de la pierna cocida de Nachita, el esfuerzo de Manuel recorriendo las calles llevó este legado a nuevas alturas.
Esta es la historia de una empresa, pero también es la historia de un sueño que nunca dejó de crecer, de una familia que, unida por el trabajo y el amor, logró convertir su historia en un símbolo de Puebla, de México y del esfuerzo humano en su máxima expresión.
alefonse@hotmail.com