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Si una frase pudiera definir el “procés” catalán y los procesos paralelos que han ido surgiendo desde el 1-Octubre-2017, esa es: “Putería Institucionalizada”. Una frase de Enric Vila (en El Nacional.Cat-19/01/2021), en su artículo “El nou procés”. Una putería que lleva años “convirtiendo la democracia en un carnaval de mártires y demonios”.

El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha revocado el decreto de desconvocatoria de las elecciones del 14F, porque “un particular” que pasaba por allí, ha presentado una demanda y ha pedido medidas “cautelarísimas”, hasta que las otras demandas de agrupaciones políticas que van en cadena, tomen asiento entre las “puñetas” togadas. Y vuelta a empezar, el peso de la judicialización política entra de nuevo apartando a los gestores políticos.

Los togados objetan inseguridad jurídica y que no se podrían respetar los términos en el caso que las elecciones fueran el 14F. El fondo de la cuestión les importa un comino. La gravedad de la situación pandémica se la pasan por el arco de la toga, aunque la situación sanitaria recomiende el aplazamiento. Lo que importa es meter la cuchara en el perol político y demostrar que eso de los tres poderes de Montesquieu es una milonga del siglo XIX y que ahora lo que se estila es el “Deep State”, donde Lesmes (presidente del CGPJ) y toda la camarilla del poder togado, caducados desde hace dos años, se saltan las propias normas que nos meten en supositorios. Pero como la ética y la moral no visten de negro, ahí siguen a la sombra de la gaviota, para vergüenza de la “democracia” en la UE. Hasta la Fiscalía ha salido del letargo para dar apoyo al TSJC, “atendiendo a la preservación de los diferentes derechos e intereses legítimos del conflicto”. Es decir, la cosa queda en manos de siete togados.

¡Supéralo, Groucho:”Más madera”! (A. Cuevillas).

Teniendo en cuenta, según el Govern de la Generalitat, que la suspensión, o más claro, la desconvocatoria de la fecha de los comicios “respondía a un criterio sanitario y epidemiológico” que se mantiene plenamente vigente y que además es fruto de un “acuerdo unánime de todos los grupos parlamentarios”. Esto es un decir, porque el Partit dels Socialistas de Cataluna (PSC) no estaba por la labor de consenso y, ahora está contentísimo y satisfecho de volver a la casilla de salida, incluso el presidente del gobierno español (P. Sánchez) se frota las manos y justifica que las votaciones han de ser “tan pronto como sea posible” y con la “Operación Illa” en marcha. ¡Vamos! Que, por él, no haría falta esperar las alegaciones de las partes implicadas. Todo sea por la “democracia a la española”. Ya no habla de las condiciones sanitarias, sino de “crisis gubernamental” y de un nuevo gobierno en Catalunya, que “pueda abordar con plenas competencias la recuperación económica y el reencuentro”. De eso de “plenas competencias” ya hablaremos más adelante, sobre el cumplimiento de presupuestos y partidas. Ahora no toca. Olvidándose que cuando se fijó la fecha del 14F, el mismo Sánchez señaló que “celebrarlas sería poco razonable”. Y es que el “Filomena” se ha cebado con el centro del poder político y ha dejado la veleta fuera de control.

Algún malpensado podría deducir que, del rechazo de los socialistas al aplazamiento, surgiría una ofensiva desde la defensa por el ángulo muerto del retrovisor socialista, en forma de dos partidos que viven a la sombra del PSC, dando paso a los tribunales, aunque se les haya colado un “particular” por el ala central. Y como los tribunales ya están desfogados en esto de “arrimar el ascua a su sardina”, después de inhabilitar al President Quim Torra por colgar una pancarta en el balcón de la Generalitat. Tres investiduras abortadas, impedir nombramiento de consellers encarcelados, suspensión de diputados y censura a resoluciones del Parlament. Todo un muestrario de muescas en los mazos de la judicatura. Por no hablar de presos políticos y exiliados, que daría para un libro en papel biblia. Pero no es el caso de ser malpensado. O sí.

Por cierto. Nadie levantó la voz sobre el aplazamiento de las elecciones en Galicia y el País Vasco, del 5-abril al 12-julio, y que el PSOE aceptó, con datos de contagio mejores que los actuales en Catalunya. Incluso en el caso de Galicia, los socialistas se negaron a celebrarlas el 12 de julio porque les parecía prematuro. Es como si el vacío legal sobre aplazamientos electorales, sólo afectase a Catalunya ya que las juntas electorales autonómicas avalaron la situación gallega y vasca. Pero el legislador está por otras labores y no tiene tiempo de solucionar el problema. Y a los partidos, eso de preceptos de fuerza mayor, como es la salud, se lo traen al pairo.

Al final, seguiremos la premisa de Cristina Sánchez Miret (Dra. en Sociología, Universidad de Girona): “Tenemos que votar a jueces, no a políticos. Propongo, pues, que escojamos a juezas y jueces y enviemos a los y las políticas a casa”. Un “puntazo” de la razón sobre la injerencia judicial y de la ineptitud de los políticos.

La ventanilla está abierta está abierta para presentar las alegaciones. La cosa no está tan perdida. ¡Hagan sus apuestas! ¡No va más!   “alea jacta est”.

(*) Salvador Illa: Ministro de Sanidad del gobierno español, que está al frente del comité que controla la pandemia del coronavirus, pero que se presenta como candidato a presidente de la Generalitat. Dos versiones de un político y una “operación de estado”, orquestada desde el PSOE para impedir que el independentismo catalán consiga, de nuevo, el Govern de la Generalitat.

Por: Paco González

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