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Un mundo mejor es posible

Hablaba en mi anterior colaboración sobre el tema controvertido de la libertad de expresión, que como muchos otros presenta múltiples facetas; pues bien, ahora quisiera tratar otro tema también de actualidad, que en mi modesta opinión se presta también a la controversia, el de las llamadas por el presidente “benditas redes sociales”.

Se me ocurre este tema por el hecha inédito de que a un presidente de un país; los EE UU, ha sido censurado por el o los dueños de Twiter y Facebook por considerar que sus mensajes difundían odio y eran nocivos para el bienestar de la sociedad norteamericana en su conjunto, lo cual puede o no ser cierto, según el color del cristal con que se mire. Y aquí es donde yo veo una contradicción: ¿acaso los mensajes del presidente Trump fueron alguna vez de amor y esperanza? De pronto, al final de su mandato, cambiaron por los de odio? Y si así fue, en opinión de quién? A mi parecer los mensajes de Trump fueron siempre cargados de odio y polarizantes, por decir lo menos, tal vez en los mensajes que llevaron a la toma del Capitolio se agregó además una convocatoria abierta a la rebelión, que fue cuando a los dueños de esas plataformas decidieron suspender todos los mensajes del presidente en los diferentes medios y no volvieron a verse sus mensajes.

El hecho suscitó reacciones encontradas en los actores políticos y usuarios en general de estos medios masivos de comunicación por lo que cabe preguntarse si ellos tienen las atribuciones para tomar decisiones de este calibre, aunque entre las condiciones de registro se establezca que pueden hacerlo; hay que recordar que el ciberespacio en el que operan estos medios no es de su propiedad, sino que es una concesión que les hace el Estado en representación de la sociedad para su uso, pero que yo sepa no les da derecho para convertirse en juzgadores de los mensajes que se expresan en dichos medios, ni mucho menos para decidir sobre la naturaleza de dicho mensajes, en el sentido de cuáles son factibles y cuáles no de publicarse.

Debemos recordar que cuando se presentó por primera vez el fenómeno de que esta plataformas, se usaran para llevar a cabo levantamientos en contra de gobiernos, durante la primavera árabe, que dio inicio por un incidente en Túnez a fines de 2010 y que se extendió por diferentes países árabes de 2010 a 2014, provocando el derrocamiento de varios gobernantes y en las que Internet a través de diferentes medios, tuvo una importancia fundamental sin que entonces dichos medios se pronunciaran por la suspensión o censura de los usuarios, que entonces en colaboración con los intereses de  los EUA y con total hipocresía los usaron según su conveniencia y claro “en defensa de la democracia y los derechos humanos”.

Derrocaron incluso antiguos gobernantes, cuando dejaron de servir a los intereses del imperio y su criterio fue por completo opuesto al que esgrimieron cuando decidieron suspender el registro a Trump, cuando ya su mandato estaba a unos días de llegar a su término, dejando atrás el apoyo que le brindaron al principio del mismo.

Pero dejando a un lado estos aspectos cabe preguntar quién debe ejercer el derecho de suspender o no a un usuario, y más aún, debe el derecho a la libertad de expresión ser acotado o restringido por alguien, o debiera este derecho ser respetado y que sean los propios usuarios quienes decidan tomar o no partido a favor o en contra de las diferentes ideas expresadas a través ellos.

Al final, en realidad toda esta situación queda en evidencia debido a que en última instancia los usuarios están defendiendo intereses económicos, unos a favor y otros en contra, pero todo gira en alrededor de la economía política, que priva en la actual forma de relacionarse de los seres humanos, la cuál implica la aberrante idea de la competencia, en lugar del concepto mucho más civilizado y más humanitario de la solidaridad, en un mundo de recursos limitados, finitos, que deben administrarse con la mayor prudencia y sabiduría por la misma razón de que son limitados.

¿A quiénes conviene y a quienes no, la idea de administrar estos recursos de una manera equitativa, inteligente, sobria, obviamente al grueso de los desposeídos de la sociedad actual, que son abrumadora mayoría, en cambio, a quienes no conviene esa política, pues es evidente que a una minoría que obtiene la tajada del león en el reparto de los bienes en la sociedad actual, pero es claro que esa es una minoría, como establecen todas las mediciones de los diferentes organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización mundial de Comercio, etc. La pelota está en nuestra cancha, cambiamos el mundo para mejor o seguimos indefinidamente, siendo indiferentes, indolentes, ciegos ante la evidencia abrumadora de que otro mundo mejor es posible para nuestros descendientes?

Por: Enrique M. Díaz Sánchez

04/Feb/2021

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