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Inspira… expira…

Una persona respira, por la nariz o por la boca, en promedio alrededor de 10,000 a 12,000 litros de aire en un día. Por limpio que esté este aire contiene partículas de polvo, bacterias, virus, esporas de hongos, etcétera, que se depositan en las vías respiratorias y las superficies alveolares del pulmón; sólo las partículas extremadamente pequeñas -con un diámetro inferior de entre 3 y 5 micras- consiguen alcanzar el pulmón. Pero el aparato respiratorio sabe cómo limpiarse y defenderse por sí mismo.

Al nacer la mayoría de los seres vivos necesitamos oxígeno para vivir, con la excepción del diminuto parásito Henneguya salminicola –de apenas diez células–, que infecta el músculo esquelético del pez con quistes distintivos para robarle sus nutrientes y no elaborarlos directamente por no consumir oxígeno.

Por eso casi toda vida empieza con una inhalación y termina con una exhalación, y la sucesión de éstas hace el proceso esencial de la vida, que no necesita ser aprendido, pero sí ayuda el tomar consciencia para lograr que la mayor cantidad de oxígeno llegue a la máxima cobertura de los pulmones.

Todo el oxígeno que respiramos por la nariz, –no por la boca–, debe pasar por los cilios que son proyecciones minúsculas parecidas al pelo y mucho más pequeñas que la punta de un alfiler, que sobresalen de las células y se mueven como si fueran las cerdas de un cepillo cuando barremos. Se encuentran por miles en la mucosa de las vías respiratorias, y cada célula o cilio de la nariz y bronquios posee unos de 25 a 30 cilios, con una longitud promedio de 5 a 7 micras.

¿Por qué la nariz y no la boca? La boca es, fundamentalmente, la entrada de los alimentos, tanto sólidos como líquidos. Su mucosa tiene otro tipo de especialización y carece de cilios que filtren el aire. Su función es lidiar con los patógenos que intentan entrar con los alimentos que ingerimos. Por eso, del mismo modo que no ingerimos alimentos por la nariz, tampoco debemos respirar por la boca. Además, el aire que entra por la nariz se mantiene más caliente y ahuyenta gérmenes.

¿Prestas atención a cómo respiras?

Prestar atención a la respiración diafragmática, es una práctica que se conoce como respiración consciente, relacionada con la atención plena de cada respiración con ojos cerrados. Colocas una mano sobre el estómago, (no el vientre) y otra sobre el corazón, inhalas el aire por la nariz experimentando la sensación física de aire fresco, pasa hacia los pulmones que, al expandirse éstos, hace que baje nuestro diafragma, permitiendo más espacio a los pulmones, se aguanta un momento, y exhalas el aire calientito lentamente por la nariz y el estómago desciende. La respiración profunda, si la practicas cada día, la dominas y puede ayudarte a aliviar el estrés, la ansiedad y el dolor: puede disminuir la presión arterial y la frecuencia cardíaca, y reducir la tensión muscular. 

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
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