La palabra “cónclave” procede del latín cum clave, que significa “con llave”, y refleja la tradición de siglos de la Iglesia Católica de confinar a los cardenales para una elección papal sin contacto con el mundo, todo esto para no contaminar y socavar la elección del sucesor de Pedro. Sobre todo en tiempos pasados, donde el poder espiritual y el poder político eran prácticamente lo mismo.
Desde el siglo XV, dichos cónclaves se celebran en el interior de La Capilla Sixtina, bajo los famosos frescos renacentistas de Miguel Ángel. Así los electores podrán contemplar desde la creación del mundo, hasta el mismo infierno, con él dramatismo propio de la lucha entre el bien y el mal que seguimos librando día a día.
Por supuesto que la Iglesia, al ser una institución milenaria y de carácter humana, hace de la política un “modus operandi”. Por eso se ha sostenido miles de años.
Por supuesto que hay visiones y facciones dentro del colegio cardenalicio; y por supuesto que cada Papa, en la elección de los nuevos cardenales durante su pontificado, irá escogiendo a aquellos obispos, pensando en el día en que su reinado termine para continuar con su legado.
Y así, como en cualquier institución humana, entraran al encierro gente más, o tal vez menos virtuosa. Como en la política o en una empresa.
Con la muerte del Papa Francisco y las recientes interpretaciones hollywodescas de la Iglesia Católica, particularmente éste cónclave cobra un morbo de particular interés entre la gente alejada de la Iglesia y entre los medios de comunicación. Es importante la nota y hacer de la sucesión papal un guión propio de Dan Brown y el Código Da Vinci. Por eso hay que estar bien informados.
¿Qué necesita la iglesia católica en su nuevo PAPA?
Es lo que he visto en las redes sociales y diversos titulares noticiosos.
O podríamos preguntarnos más bien:
¿Qué necesita la Iglesia Católica en sus nuevos cristianos, ante los desafíos de un mundo que definitivamente han cambiado en los últimos 25 años?
¿Necesitamos un sucesor de Pedro conservador o liberal?
¡Qué importa! ¡Es mi respuesta!
Que los cristianos seamos congruentes y conservadores para que conservemos el amor y la misericordia que es el centro del “kerigma” del Evangelio.
Que los cristianos de hoy seamos liberales y modernos para entender los retos de la nueva evangelización y nos libremos de prejuicios, ideologías y vicios que no son esenciales al kerigma.
Eso sí, que sepamos defender los principios humanos y hagamos coincidir el mapa conductual de los valores con la realidad antropológica, psicológica y biológica del hombre; desenmascarado tanta mentira disfrazada de verdad bajo la dictadura del relativismo que ésta modernidad liquida nos impone
Bendecir, que es decir bien, sobretodo de los que no piensan y actúan como nosotros no es ir en contra del evangelio. Amabilidad y bondad es lo que necesita la Iglesia, el cristianismo y el mundo.
No esperemos que Dios nos mande a un ser extraordinario que termine con el relativismo y lo woke, propio de una batalla cultural llamada posmodernidad.
Para los que creen ya nos mandó a su hijo y lo crucificamos, como crucificamos todos los días a la verdad, a los valores y a la paz intercambiándolos por el “Barrabás de la mentira, del miedo y de la violencia .
Es como pensar que México va a cambiar porque éste pueblo bueno y sabio ha elegido a gente virtuosa y extraordinaria de Morena del PRI o del PAN. Tontería y más tontos los que creen que eso es transformación.
Que seamos los ciudadanos de a pie y los cristianos de a pie los que propiciemos el cambio.
Y eso empieza por una “metanoia”, una conversión y cambio de mentalidad. Por reconocer que detrás del lenguaje céntrico de la Iglesia también ha habido mucha corrupción y manipulación. Y que desde las periferias, como decía el Papa Francisco, puede venir algo nuevo y diferente que explique mejor la realidad en la que vivimos.
Y si tenemos un buen Papa o presidente de México, qué bueno, secundemos sus iniciativas.
Y si no lo tenemos, en vez de señalar con tu dedito desde tu celular que en el Vaticano hay mucha riqueza y que el Papa es muy liberal; construye con un lenguaje de amor el mejor México doméstico y la mejor Iglesia doméstica posible que es tu propia familia, tu propia empresa y tus propios amigos.
Que el humo blanco salga de tu propia casa, de tu propia empresa y sobre todo de tu propia conciencia.