No tengo la paciencia de una nube que
se prepara para morir de lágrimas
o evaporándose en la luz, no
tengo entierro en esa vela, ni penas
para ese pan. Me busqué a mí mismo
en mi sombra y me deshice en
ella, impaciente. Pero de pronto llegó
el recuerdo de un atardecer, de una
flor de nubes en una concha de
cielo incendiado, de una isla vapo-
rosa que camina hacia la nada
y el misterio. Emprendí el viaje.