Dijo adiós agitando la mano, quería guardar para siempre su recuerdo… El tiempo pasó, el tren se convirtió en ruina, en fierro, en coral oxidado, y él aún seguía agitando la mano en un adiós de arrugas y de canas. Se dio cuenta de que ella lo había olvidado cuando sus dedos comenzaron a desvanecerse.

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Günter Petrak
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