Comparte con tus amigos

En el paraje del “Cerro del Chacuaco” situado en la población de Coronango, una aeronave se desplomó a las catorce treinta horas del pasado día de Nochebuena.

Dado que la tripulación en pleno pareció en el percance de referencia, las ambulancias de la “Cruz Verde” se habrían trasladado al lugar de los hechos a efecto de realizar el “levantamiento de cadáver” conducente.

La misión que convocó a los forenses tuvo que aguardar en su realización, derivado del siniestro referido, en el lugar de los hechos se observó un incendio de relativa importancia, cuyo sofocamiento y subsiguiente accesibilidad a la nave se erigió en un obstáculo temporal de relativa importancia para que aquella pudiese ser llevada a cabo con la brevedad deseada.

Una vez ejecutada la diligencia conducente, los cuerpos habrían sido trasladados al servicio médico forense adscrito al tribunal de justicia del estado.

Abríase llevado a cabo la necropsia correspondiente a cinco occisos que formaban parte de la tripulación abatida en el siniestro del “Cerro del Chacoaco”, dos de ellos, dada la relevancia que habrían tenido en la vida de la entidad, serían objeto en las horas siguientes de una ceremonia pública por demás respetable, cuyos ritos y protocolos, por lo demás, resultan sin embargo del todo desconocidos por el gran público, dado que no se le prevé en disposición alguna.

La duración promedio de una necropsia es de dos a cuatro horas, a cuya terminación deben formularse los informes respectivos y realizar las tramites de policía sanitaria que resulten pertinentes al caso para llevar a cabo el traslado de los restos mortales.

Es de suponerse que en la tarde de Nochebuena no pululaban los profesionistas disponibles en las instalaciones del servicio médico forense, en consecuencia de lo anteriormente expresado, un muy escaso personal médico habría enfrentado un rango de actividad extenuante, el cual que pulula entre un extremo máximo de veinte horas, en el caso de que las necropsias se hubiesen practicado respecto a los cinco tripulantes fallecido y hubiesen prolongado su duración al plazo máximo de promedio de las mismas; o bien, en un rango mínimo de cuatro horas, dada la menor  duración promedio del procedimiento y en el supuesto caso de que se hubiese aplicado tan sólo a dos de los occisos, aquellos que serían motivo de una ceremonia pública especial unas cuantas horas después

Realizada la necropsia, los restos se trasladaron a los hornos de incineración de la agencia funeraria que había asumido la carga de realizar los servicios funerarios, en donde comenzó la cremación correspondiente a las trece horas con trece minutos del pasado día de Navidad.

Veintitrés horas dignas de especial consideración, no sólo por la carga trágica de los sucesos en cuestión, sino por el ritmo vertiginoso con el que fueron afrontados.

 

Por: Atilio Alberto Peralta Merino

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *