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Uno de los temas más controvertidos en estos días es el de la migración. Es un fenómeno que ha polarizado la atención no sólo de Estados Unidos, sino también de México, que siendo vecino del gigante del norte, se ve envuelto sin proponérselo en este problema de múltiples aristas. Primero fuimos testigos del repudio por parte de Trump, quien se sentía amenazado por las caravanas de migrantes que como marabunta se formaron para trasladarse de manera incontenible hacia su país, para lo cual inevitablemente tienen que atravesar el nuestro.

Así hemos visto como llegaron a la frontera sur limitada por el río Suchiate y al llegar al puente primero y ser contenidos en una primera escaramuza por la policía federal, hubo violencia al enfrentarse integrantes de la caravana con autoridades mexicanas incapaces e insuficientes para contener a los miles de centroamericanos de origen principalmente hondureños que no dudaron en cruzar el río exponiendo sus vidas que aparentemente son ya lo único que les queda.

En la caravana hay de todo, es una muestra representativa de las clases menos favorecidas, que sumidas en la desesperación se han embarcado en esa titánica y desesperada aventura de dejarlo todo, casa, parientes amistades, ¡todo! En busca de una vida no digamos mejor, simplemente en busca de no perder la vida en sus lugares de origen.

La recepción por parte de los mexicanos no ha sido la misma en todo el trayecto, vemos que las recepciones se ha ido modificando conforme han ido avanzando hasta que al llegar una gran parte de ellos a Tijuana, se han convertido en un verdadero problema para la ciudad fronteriza, la cual está integrada en gran parte también por migrantes que por alguna circunstancia se quedaron ahí, pero que entienden perfectamente la situación, solamente que entenderla no es suficiente.

Tijuana no es una ciudad de paso como todas las demás que sufrían el trastorno, pero que sabían que era pasajero, que solamente eran unos días mientras que reponían sus fuerzas para seguir a pié o en aventones que les daban traileros y otros transportistas que les brindaban su ayuda llevándolos en calidad de carga, lo que siempre es preferible a caminar, llevando mujeres embarazadas, niños pequeños, viejos que no quisieron despegarse de sus hijos o familiares más jóvenes por gusto o por necesidad, no imagino los sufrimientos inmensos de dormir sin un techo, de hacer sus necesidades fisiológicas en el lugar en el que se encontraran, hambre, frío, humillación, esperanza, llanto y grandes penurias son sus compañeros de viaje.

Ha habido de todo, pero no debemos generalizar, la mayor parte de la gente son víctimas del sistema capitalista neoliberal que exprime cada vez con más fuerza a la parte de la población que por lo general nace pobre y muere más pobre o de plano miserable, pero que difícilmente permite algunas excepciones para salir de su pobreza.

El capitalismo nos muestra aquí su verdadera cara, la producción excesiva de bienes carece de compradores que los puedan comprar, porque en el capitalismo se paga con lo menos posible, no por que el capitalista sea en sí un villano, – que abundan – pero porque si pagan por encima de sus competidores, tarde o temprano desaparecerán, así hay cada vez mayor producción automatizada y menos puestos de trabajo para quienes no tienen nada más que vender que su fuerza de trabajo, en este “mercado” las empresas más poderosos se van engullendo a las más chicas, transformándose en empresas trasnacionales inmensas, de tal suerte que sus economías superan actualmente a la de muchos países: “69 de las 100 principales entidades económicas del mundo son empresas
y solo 31 países” El País, edición electrónica del 05 de Nov de 2017.

El poderío económico de estas mega empresas trasnacionales, propicia que puedan cabildear políticas de gobierno favorables a sus intereses, imponiendo por supuesto a los gobernantes que les aseguren esta posibilidad. En la actualidad, aproximadamente 140 empresas trasnacionales gigantescas son las que en realidad imponen condiciones en el comercio mundial bajo estas características, esas empresas tienen un solo objetivo: acumular capital, sus dueños concentran cada vez mayores riquezas, en el último Informe 2018 de Oxfam, una institución de corte netamente capitalista en su página de portada apunta: “El 1% más rico de la población mundial acaparó el 82% de la riqueza generada el año pasado, mientras que la mitad más pobre no se benefició en absoluto”. Los instrumentos para alcanzar esta hegemonía son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y otras similares que se desempeñan como oficinas del Departamento del Tesoro de los EUA.

Enrique M. Díaz Sánchez

20/Nov/2018

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