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Volver a escribir la historia, la que nos cuentan  está obsoleta, como dijera el sensacional  Groucho  Marx: “Si no le gustan mis principios, tengo otros”, la verdad es que me parece una idea descabellada a estas alturas de este Siglo XXI, empezar a reescribir una historia que nos contaron desde la lejana infancia, una historia que por decreto tendremos que asimilar los mayores, los que crecimos creyendo que Pancho Villa era un héroe y también un bandido, que era imposible que el hombre pudiera llegar a la luna, que Madero y Pino Suarez, Carranza y Obregón, Zapata y Cárdenas no fueron unos superhéroes,  fueron hombres de carne y hueso como todos nosotros, que vivieron su vida en la frontera de las virtudes y del pecado, más pecado que virtud.

Volver a redactarla significa abrir de nuevo heridas que ni los milenials, ni quienes los sucedan entenderían, los que fuimos testigos en vivo de movimientos sociales,  del llamado “Shock del Futuro” que Alvin Toffler nos obsequió en 1970 con sus vertiginosos cambios, los que padecimos las crisis económicas y de gobierno de los setentas y los ochentas, quienes fueron víctimas de movimientos sociales, de activistas (así se les llama ahora) que secuestraban y que robaban para financiar  sus  “luchas” y sus sed de justicia y de liberación, que se justificaban con el manto de la injusticia y del mal gobierno.

Los que agradecemos que el transito democrático de México se haya realizado en paz, que no creemos en milagros sexenales, ni esperamos que el nuevo gobierno haga realidad los deseos de venganza que animaron a muchos (millones) de sus votantes a elegir esa nueva opción, queremos que dejen en paz la historia, que se revise, desde luego, pero sobre todo que la pongan en blanco y negro y a todo color un grupo de profesionistas especializados en cada tema, un organismo colegiado ecuánime e imparcial que lo sustente y sobre todo que no invente historietas que busquen satisfacer el  ánimo de resentidos sociales.

Hay que considerar que 24 millones de mexicanos no votamos por el candidato ganador, 24 millones de personas que estamos esperando una mano generosa que convoque a la reconciliación y no a la venganza y al cobro de pasadas frustraciones,   que se dejen de pronunciar adjetivos que lastiman y que no reúnen, que se tomen decisiones sustentadas en la modernidad y no en  eventos populacheros sin ningún rigor profesional y especializado.

Yo estoy esperando que llegue un primero de diciembre que nunca creí que me llegara con vida y con lucidez, un primero de diciembre en el que diga claramente a sus votantes que no esperen tantos resultados como se comprometió en campaña,  que hay cosas que no es posible cumplir por el momento, hay algunas que será conveniente revisar, no puede dejar sin sustento a cientos de miles de familias que viven al día de su sueldo en el gobierno, que la descentralización del Gobierno Federal lleva un proceso muy largo y complicado y se tiene que resolver el asunto de lo que le va a costar al País.

Yo deseo para este primero de diciembre, una mano extendida y amable que convoque a la unidad, que omita calificativos y que esto los guarde durante todo su mandato y que recuerde cada día que hay 24 millones de personas a las que no logró convencer y que finalmente necesita sumar a su proyecto.

Ya lo veremos.

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères

21 de noviembre de 2018

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