Es entrona. No le tiembla la mano para meterla en los casos más difíciles de curaciones y apoyo de enfermedades graves y terminales, aún la muerte. Quiso ser médico, pero como muchos sueños de jóvenes, éste se quedó en la cartera vacía de sus padres al no poder costearle la profesión, y viéndose en la necesidad de trabajar desde muy joven, entró a una empresa donde ya no hubo ni tiempo ni energía para estudiar, pero hizo carrera y se jubiló.
Hay profesiones que eliges que te obligan a generar las habilidades y competencias para desarrollarla; y hay carreras para las que estás hecha, lo traes en tu ADN como un don, como si el mundo las hubiera creado con base a ti, aunque no las hayas estudiado.
Es el caso de La Paty quien, con inmensa claridad mental, cuando las circunstancias se presentan por alguna emergencia o se requiere ayudar a alguien, parece que adivina y actúa con un reflejo inmediato natural; se acomide sin pedir permiso y responde cuando apenas va apareciendo el suceso, sin que se lo soliciten, ni ella la piense dos veces.
Todos los seres humanos somos contrastantes: lo rápida que es La Paty para las respuestas de emergencia y auxilio, es parsimoniosa para arreglarse en el día a día: se le va toda la mañana para bañarse, elegir ropa que combine, maquillarse, peinarse, escoger aretes, pulseras, anillos y relojes que le vayan a su atuendo. En fin, te quedas dormida por lo mucho que se tarda y en ocasiones no le importa llegar tarde a los eventos mientras vaya arreglada de manera despampanante.
Cuando la conocí, su presencia me hizo suponer que era una mujer a quien le importaba su imagen de manera desmedida. Y es cierto, pero el tiempo me dio la grata sorpresa al encontrarme con un diamante de claroscuros, entre la profunda humanidad y ayuda al prójimo y la enorme vanidad y esmero en su arreglo personal.
Paty es buena amiga; su filosofía de vida es que hay que aceptar incondicionalmente a las personas tal y como son y hay que servir al prójimo. Para ello se requiere, además de profunda humanidad y desinterés personal para ayudar al prójimo, tener un corazón lleno de Dios.
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