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Un mundo mejor es posible

A casi diez meses de haber tomado posesión como presidente de la república, no se le puede
exigir que corrija todos los vicios y las inercias negativas que dejó el sistema neoliberal que durante
36 años padecimos, pero el gremio de investigadores y docentes de universidades e institutos de
enseñanza superior, entre los que tuvo y tiene gran cantidad de seguidores, se siente en cierta forma
desalentado, dubitativo y ciertamente sorprendido con el trato recibido.

Se ha dado un trato poco congruente a quienes esperaban por fin una mejor comprensión
para el trabajo que desempeñan, lejos de mejorar como se esperaba, el trato y las condiciones en
que se desempeñaban durante el largo período neoliberal, éstas se han visto endurecidas y
restringidas cuando no suprimidas comparativamente de manera inexplicable por decir lo menos,
para desaliento de quienes han dedicado su vida a la ciencia, la investigación y la docencia y no es
para menos.

Presupuestos recortados, prestaciones y sueldos lejos de mejorar se han visto gravadas por
impuestos que antes no tenían, viáticos y gastos que ya antes eran magros se han restringido y en
general se les ha tratado como si hubieran sido políticos privilegiados del antiguo régimen, cuando
en realidad era claro que en general, sueldos y prestaciones eran comparativamente con los que se
pagan en países desarrollados muy inferiores, por lo que era un problema grave la fuga de cerebros
que se daba en el país y que de seguir así seguramente se agudizará.

El sector sin embargo se mantiene fiel a la causa porque es gente consciente por convicción
y congruencia, no son personas que aspiren a vivir en la opulencia, en general son dedicados con
pasión y constancia al trabajo callado, no son políticos, son verdaderos baluartes de la academia
dedicados por verdadera vocación en muchos casos con sacrificio ejemplar y digno de todo nuestro
reconocimiento, cuyo objetivo está por encima de las ambiciones materiales pero ciertamente es
ingrato, es injusto y en algunos casos llega a ser hasta ofensivo el poco reconocimiento a ese gran
esfuerzo por transmitir sus conocimientos y llevar la ciencia a los lugares más apartados de nuestro
territorio, pero no se rinden.

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Es desalentador que se les niegue o se les regatee un salario digno y se les grave con
impuestos prestaciones que ni los gobiernos neoliberales gravaron, maestros e incluso doctores que
han dedicado su vida al estudio, cuando a otras actividades e inclusive a otros países que
ciertamente son hermanos se les dedican millonarios recursos, que si bien son necesarios, lo son
más en primer término para nuestros connacionales, que brindaron generosamente su apoyo
entusiasta a MORENA y sobre todo, que con su voto llevaron a AMLO a la presidencia.

Esta no es una crítica desde el ala conservadora, no son fifís privilegiados que perdieron
su status y resentidos reclaman, son académicos, especialistas, maestros y doctores que creyeron y
CREEN en la causa, que se sienten si no traicionados si cuando menos olvidados y que por este
medio elevan su voz para hacerse escuchar, porque pueden participar en la transformación de
nuestro país, porque tienen la capacidad y se prepararon para hacer de México, un país mas justo
para todos, no solamente para quienes de alguna manera se mantienen cerca del poder.

Renglón aparte merecen aquellos que habiendo cursado especialidades, maestrías o
doctorados no consiguen un lugar dentro del sistema actual y tienen que hacer malabares para vivir,
vendiendo artesanías, manejando un Uber o detrás de un mostrador en el mercado informal, sujetos
a extorsiones y a delincuencia, porque no hay institución que les de cabida ya no digamos como
investigadores, ni como catedráticos para impartir clases dónde puedan ganarse la vida que tan
merecidamente se han esforzado en lograr, o están sobre calificados para las vacantes que se
ofrecen, o de plano los honorarios son ínfimos y ya ni hablar de prestaciones.

Esa es la triste situación de gran cantidad de científicos mexicanos realmente desesperante,
exasperante y solitaria, porque desgraciadamente el gobierno se preocupa por jóvenes
desempleados que ciertamente deben ser atendidos, pero para estos cientos o quizá miles de
mexicanos que con esfuerzo y grandes sacrificios lograron hacerse de un título y un posgrado, no
hay nada, absolutamente nada y se desperdicia así un talento, que teniéndolo no se aprovecha por
ceguera o negligencia, pero que constituye una injusticia atroz.

AMLO prometió destinar – ahora sí – el 1% que estipula la ley para la investigación, pues
ha llegado la hora de cumplir promesas de campaña, que no suceda como los políticos que prometen
todo en campaña y se olvidan cuando llegan al cargo, “no somos iguales” ha dicho y repetido en la
mañanera, pues a probarlo: hacer valer la promesa: “no robar, no engañar y no traicionar al pueblo”
pues confiamos que así sea!

Por: Enrique M. Díaz Sánchez
24/Sep/2019

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