Miguel de Unamuno y Jorge Luis Borges escribieron sendas disquisiciones sobre personajes y situaciones que escritas como obras literarias, terminan por acrisolar la realidad de la vida; disquisiciones en las que pareciera estar presente las enseñanzas judaicas sefarditas del kabalismo plasmadas por Moisés León en el libro del Sohar.
A fines de junio de 1998 me entrevisté con mi jefe y amigo el entonces senador José Ángel Conchello Dávila en su oficina del edificio de “el caballito”, en el que le comenté respecto a la siguiente serie de publicaciones:
“EL FINANCIERO”, publicó el sábado 2 de mayo de 1998 en la sección “FUTURO” que coordinaba por aquel entonces mi amigo Adip Sabag, un artículo de la autoría de quién esto escribe titulado “ ¿CATASTROFE INMINENTE DE LA BANCA?.
En la publicación referida podía leerse el siguiente comentario:
“Tras la devaluación del 22 de diciembre de 1994, el Fobaproa resultó ser un instrumento ineficiente para afrontar la crisis sistémica de las instituciones de crédito, lo cual, dicho sea de paso, tampoco resultaba sorprendente, dado que uno de los redactores de la ley bancaria en vigor, Francisco Borja Martínez, habría escrito en 1991 lo siguiente:
‘…el mecanismo descrito (Fobaproa) puede considerase como idóneo para abordar problemas individuales de liquidez o insolvencia de instituciones en forma aislada, pero no para resolver situaciones de liquidez generalizadas del sistema bancario, que sólo pueden ser atendidas por el banco central en su carácter de prestamista de última instancia”.
Ante el derrumbe de la banca mexicana, quedaba la asignación de préstamos por parte del Banco de México tal y como lo señalara en su oportunidad Francisco Borja, o bien; tal y como en efecto se llevaría a cabo en la ocasión, se optaría por destinar recursos federales del gasto público no programable a un fideicomiso privado, como lo era el consabido Fobaproa, lo que a todas luces constituía una conducta delictiva”.
El viernes 22 de mayo de ese mismo año, el entonces director general del Fobaproa Javier Arrigunaga Gómez de Campo declaró al diario “EL FINANCIERO” lo siguiente:
“La deuda (… de las instituciones de crédito) no la generó el Fobaproa, sino que éste llegó a pagar la cuenta y como sus recursos fueron insuficientes, el gobierno, mediante el Banco de México, está actuando como prestamista de última instancia”
En el referido artículo de mi autoría se establecía al respecto : “El artículo 122 de la Ley de Instituciones de Crédito ( en el que se estatuía la existencia del Fobaproa como un fideicomiso privado establecido con aportaciones de las propias instituciones de crédito) es un precepto de orden público, su interpretación es literal y estrictamente gramatical, no permite interpretaciones flexibles como es el caso de la interpretación de las normas concernientes al Derecho Civil, y , tal precepto, en ningún momento faculta al comité técnico del Fobaproa a recibir recursos de otra fuente que la que al efecto establece el mismo normativo”.
Argumentación que interesó sobremanera a Conchello pidiéndome copia de las publicaciones en cuestión; platicamos, asimismo, sobre el “contrato de asociación en participación o su equivalente en la legislación anglosajona “partnership”, que me parecían una figura jurídica que permitía prorrogando jurisdicción, dado el caso, prácticamente privatizar por completo PEMEX sin necesidad de modificar en nada el texto de la Constitución, planteamiento que, de más está decir, motivó profunda inquietud en Conchello que , como solía decirse de Winston Churchill, si algo le caracterizaba es que sabía intuir cuando algo era importante.
Semanas después, el marte 4 de agosto, el senador se encontraría con la muerte en trayecto a la Ciudad de Querétaro en la que tenía su domicilio su hija Anita, casada con Álvaro Fernández de Cevallos, una sensación de escalofrío me recorrería la espalda el jueves 6 de agosto de 1998 , al leer la colaboración de Porfirio Muñoz Ledo en las páginas de “El Universal” dedicada a la memoria del malogrado José Ángel Conchello, y en el que abordaba como tema, precisamente la asignación irregular de gasto gubernamental a un fideicomiso de naturaleza privada como en la especie era el Fobaproa.
Diversos pasajes de “SECRETO PEMEX” de Leopoldo Mendívil López, me resultan en lo personal escalofriantes, aquel en el que se señala a Jorge Díaz Serrano, promoviendo la nacionalización de la banca, me recuerdan como jovenzuelo recibiendo la encomienda de José Ángel Conchello de buscar una copia del amparo promovido por Ramón Sánchez Medal, lo que sería un equivalente de “llevar el mensaje a García”
A punto estuve de inquirir ; “¿dónde lo busco?” cuando una voz en mi interior me dijo: “cállate idiota”, seguir el consejo que Alejandro Changuerotti da a Pedro Infante en “Pablo y Carolina”: “ busca en el directorio telefónico, es lo más sencillo y a nadie se le ocurre”, me permitiría pasar con ventaja lo que a todas luces al paso del tiempo terminaría por develarse como una prueba iniciática.
A mediados de enero de 2013, en el breve lapso de una semana, me incorporé y fui dado de baja, como subordinado de Alberto Amador Leal a la División de Inteligencia de la Policía Federal, que estuvo en los días aciagos de la pesadilla caldenorista bajo el mando de Armando Espinosa de Benito.
Aquel 31 de enero, me entrevisté en la WTC de la Ciudad de México con mi primo, el prominente médico gineco obstetra Jesús Alberto Zurita Peralta, que estaba en viaje de negocios en México procedente de Caracas, promoviendo la distribución de material médico de la Hyundai, y en nuestra conversación le comenté el hecho; “ debo pensar que me libré de una responsabilidad terrible, por algo pasa lo que pasa”.
Por su parte, al suscribirse el acuerdo sobre yacimientos transfronterizos, el 12 de abril de 2012, el periodista Oriol Malló hizo circular en todos los portales de difusión de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, que, un servidor había advertido desde 2008, cuando se discutía en el congreso la propuesta de reforma energética presentada por Felipe, sobre los riesgos al dominio pleno del papis en la materia, dado el antecedente del tratado para el aprovechamiento de aguas transfronterizas de 1944 con los Estados Unidos y la interpretación que del mismo realizara la Suprema Corte de Justicia de la Nación bajo la argumentación de don Antonio Martínez Báez.
No está demás destacar, el eje de inspiración que José Ángel Conchello habría significado, en la advertencia que prolíficamente destacara Orio Malló; lo que aunado, a las demás consideraciones vertidas, me da la impresión de haberme escapado de la ficción compuesta por Leopoldo Mendívil López, y no deja de ser una vivencia estremecedora vivir una historia que está ya escrita, como al Quijote en su segunda parte, respecto a la que cobra especial relevancia la edición sefardita de Pedro Pineda de 1666 que destaca de manera especial Marcelino Menéndez y Pelayo; o, como en la pieza de Pirandello: “ ser un personaje en busca de autor”, en este caso, de un autor verdaderamente formidable como lo es Leopoldo Mendívil López.
Por: Atilio Alberto Peralta Merino
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