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REDESCUBRIR LA AMISTAD

Si una persona a la que consideremos amiga no estuvo a la altura que pensamos o nos traicionó, las puertas de nuestro corazón pueden haberse cerrado a la amistad para siempre. Es esencial volver a confiar en otras personas porque la amistad es parte fundamental en la vida. Es esencial volver a confiar en otras personas porque la amistad es uno de los mayores regalos de la vida, pero ¿Cómo hacerlo?

RAMÓN SOLER

Psicólogo

NAMEN BUENO

Psicóloga

Dice el refranero español que “quien tiene un amigo, tiene un tesoro”, una apreciación que resulta de lo más acertada.

La amistad es uno de los mejores regalos que nos ofrece la vida. De hecho, un buen grupo de amigos puede resultar un apoyo muchísimo más sólido y duradero que el de la propia familia.

Sin embargo, no resulta nada fácil encontrar amigos leales y fieles en quienes poder confiar.

La educación competitiva, la sociedad capitalista, las presiones y el estrés nos convierten en personas cada vez más egoístas y menos dispuestas a ayudar a los amigos cuando nos necesitan.

Muchos de nosotros (seguro que también te ha pasado) hemos sufrido decepciones o traiciones por parte de aquellos a quienes considerábamos nuestros amigos. Estas son vivencias muy dolorosas, difíciles de asimilar.

En mi consulta he conocido a muchas personas a las que, tras estos desengaños, les cuesta volver a confiar en la amistad. Temen que les vuelva a suceder lo mismo y, como medida de protección, cierran las puertas a la posibilidad de conocer a nuevas personas. Para poner distancia con los demás y volver a caer en una relación falsa y tóxica, construyen una muralla emocional infranqueable.

Esta estrategia de bloqueo, a corto plazo, parece funcionarles. Por supuesto, si no tienes amigos, no te decepcionarían.

Como decía la canción de Simón y Garfunkel am a rock, “If I never loved I never would have cried” (si nunca hubiera amado, nunca habría llorado). Más esta decisión de bloquear las relaciones de amistad a modo de protección conlleva un grave efecto secundario: si no te abres, pierdes la posibilidad de conocer a personas estupendas que puedan llegar a convertirse en verdaderos amigos.

Optar por encerrarse implica entrar en un círculo vicioso del que resulta complicado salir.

Las personas que se aíslan cada vez tienen menos relación con los demás y, con el tiempo, acaban tornándose cada vez más oscuras y hurañas.

CONFÍAR EN TI PARA VOLVER A CONFIAR EN LOS DEMÁS

El peor daño que genera en nosotros una amistad tóxica es que su manera de actuar afecta a nuestra autoestima. De forma insidiosa, con sus comentarios o sus actitudes, incitan a dudar de nosotros mismos. Puede que tergiversen las circunstancias para hacernos quedar mal e inducimos a pensar que realmente hemos obrado de forma incorrecta y que no merecemos tener amigos. Si te ha ocurrido a ti, tómate un tiempo para analizar la situación y reparar cual ha sido tu comportamiento.

Seguramente descubrirás que sus comentarios proceden de sus propios problemas, de una visión sesgada de la situación y que no tienen nada que ver con la realidad ni con tu forma de proceder. Si tu intención ha sido buena y no has tratado de dañarles, no permitas que te afecten con su oscuridad. Al contrario, habla contigo de forma positiva para volver a confiar en ti.

De esta forma, te inmunizaras contra este virus tan dañino de la traición y la confianza.

DEJA UN LUGAR A LA AMISTAD QUE SI MERECES

No debes permitir que estas experiencias con personas que te han tratado mal te afecten hasta el punto de cerrarte a iniciar una nueva amistad. Ya has visto que no eres tú, quien tiene un problema, son ellas las que han actuado de manera egoísta y poco empática.

Para poder dejar espacio a nuevas relaciones verdaderamente respetuosas y equilibradas, debes a prender a soltar, sin guardar rencor, a aquellos que te hicieron y te dañaron. Sacar de tu vida a estas personas tóxicas que te decepcionaron es un paso esencial para abrirte a encontrar otras amistades que sean honestas, que te aprecien y te quieran por lo que eres.

Es cierto que no resulta nada fácil encontrar verdaderos amigos y que es más probable que, en nuestra búsqueda, suframos alguna que otra decepción. Sin embargo, al igual que los buscadores de oro podían pasar días o semanas para descubrir una buena pepita, conocer a una persona con la que conectemos de manera autentica y sincera le otorga significado a todo el esfuerzo realizado.

En el mundo vive mucha gente maravillosa que merece la pena conocer. No podemos estar seguros de sí una amistad será perdurable toda la vida o de si tendremos su apoyo cuando lo necesitemos, pero si confías en ti y tu criterio, podrás darles una oportunidad a las nuevas relaciones, sabiendo poner distancia cuando sea necesario.

CONSTRUYE RELACIONES ENRIQUECEDORAS

Algunas malas experiencias pueden empujar a desconfiar de la amistad. Estos consejos te ayudarán a apreciar aquellas personas que te enriquezcan y a filtrar a quien no deba estar en tu vida.

1. Qué no te cambie.

No permitas que esas personas que te han decepcionado cambien tu personalidad, tu esencia y tu forma de relacionarte con los demás.

Si te cierras a la amistad habrán logrado arrastrarte a su terreno, al lado oscuro. Recuerda: ellos son los que tienen un problema por comportarse así, no tu.

2. Valora la calidad.

No debes preocuparte por no tener muchos amigos. No puedes gustarle a todo el mundo y no debes traicionarte por intentar caer bien. Primero la calidad frente a la cantidad y quédate con quienes realmente merezcan la pena. Aunque la lista se reduzca bastante, los amigos de verdad proporcionan salud y equilibrio emocional.

3. Cuida las buenas amistades.

Las relaciones que debes cuidar son las que tienes con personas que te quieren de verdad y se preocupan por ti.

Como una planta a la que hay que regar y abonar para que crezca sana y fuerte: así debes cultivar las buenas amistades.

Dedica tiempo para pasarlo juntos y fortalecer el vínculo.

4. Busca reciprocidad y respeto.

Una buena amistad no es jerárquica, es horizontal y democrática. No puede haber abuso ni imposiciones por ninguna de las partes. Al contrario, el respeto es la base imprescindible sobre la que se sustenta la verdadera relación amistosa.

Un buen amigo o una buena amiga es aquel o aquella con quien puedes ser tu sin temor a que te juzgue.

MIEDO A DECEPCIONAR

¿Por qué siempre hacemos lo que los demás esperan de nosotros y no lo que realmente queremos?

Priorizamos que nos acepten, que nos valoren. Pero querer agradar siempre sin tener en cuenta nuestros deseos, puede llevarnos a un bloqueo del que puede ser difícil salir.

Muchas personas viven momentos de bloqueo debido al miedo a decepcionar a sus personas significativas. Me lo encuentro bastante a menudo en consulta y en casi todos los procesos terapéuticos. Y es que somos relacionales y, en gran parte, somos en función de los demás.

A lo largo de nuestra vida los demás nos van haciendo de espejo, lo que les agrada de nosotros es más fácil que forme parte de nuestro repertorio conductual y, si en un grupo al que aspiramos pertenecer se ensalzan ciertas características, es probable que intentemos adquirirlas y fomentarlas en nosotros.

Dos necesidades básicas (y que son poco tenidas en cuenta) son la de reconocimiento y la de pertenencia. Nos gusta ser reconocidos y aceptados por los demás. Nuestro auto concepto y autoestima dependen en gran medida de la apreciación y conformidad del resto.

Su opinión nos importa. Es difícil tener seguridad en uno mismo si el mensaje que recibimos de los demás es negativo.

¿QUÉ DIRÁN LOS DEMAS?

Si no hemos estado comportando de una manera determinada durante muchos años, es muy probable que nuestra identidad este muy asociada a esos comportamientos, tanto para nosotros como para el resto de las personas que nos conocen.

Cuando vamos a comentar algún cambio significativo en nuestras vidas, es inevitable tener en cuenta que pensaran los demás (si cumpliremos sus expectativas o les decepcionaremos). Tenerlo en cuenta esta bien, el problema surge cuando por contentar a los demás nos vemos atrapados en un modo de vida en que no terminamos de encajar, como si viviéramos representando un personaje para el que no estamos preparados.

Debemos aceptar que no podemos agradar a todo el mundo.

DEL MIEDO A DECEPCIONAR A LA CRISIS DE IDENTIDAD

Si tu vida ha estado marcada por evitar los conflictos y por el intentar complacer a los demás, significa que has estado actuando bajo el paraguas de la “deseabilidad social”, que no es otra cosa que comportarse según creemos que hay que hacerlo en un contexto determinado sin tener en cuenta nuestras necesidades, preferencias o apetencias y temiendo perder el aprecio de los demás sino se comparten maneras de pensar o sentir. Te has negado a ti, por miedo a enfadar, a que te aparten, te critiquen o te dejen de querer.

Sin darnos cuenta vamos actuando según creemos que se “debería” actuar, creándonos obligaciones encubiertas que responden a expectativas pocos flexibles. Y sin saber por qué, un día nos encontramos sin entender muy bien que hemos hecho con nuestra vida y sin saber hacia dónde tirar.

 Es decir, inmersos en una crisis vital. Nuestra identidad se ve cuestionada, y si no estamos atentos puede llevarnos a un espiral, de frustraciones, ansiedad o depresión. Esto ocurre habitualmente cuando hemos estado intentando complacer en función de lo que pensábamos que era lo deseable, de lo que se esperaba de nosotros o de lo que creíamos que era lo mejor para ser aceptados.

Primero lo hacíamos por nuestros padres, y luego lo hacíamos extensible al resto. Este deseo de encajar puede convertirse en una duda constante y obsesiva por todo. La ambivalencia se instala en nuestra vida: hay una lucha constante entre lo que queremos o necesitamos y lo que se supone que se espera. Sentir esta presión puede ser bastante incómodo y llevamos aun bloque importante del que no sabemos salir, marcado en gran parte por un intenso miedo a defraudar y decepcionar.

COMO CONVIVIR CON ESTE MIEDO

El miedo a no encajar, a no ser reconocido o a no pertenecer va a florar en muchas ocasiones, ya que somos seres sociales y la mirada aprobatoria nos agrada. No obstante, hay que aprender y aceptar que no vamos a obtener el apoyo y aprobación de todo el mundo en todo momento. Así puede que nos quitemos la presión de intentar contentar siempre. Las personas cambiamos, y tenemos derecho a ello. No somos responsables de que las demás personas no sepan ajustar sus respectivas respecto a nosotros. Que no acepten nuestra diferencia y no nos respeten dice mucho de su falta de sintonía y consideración. Forzamos a encajar en sus expectativas es una forma de sometimiento.

RECUPERA TU IDENTIDAD

  • Recuerda lo que tú quieres.

No tienes por qué ser también lo que quieren los demás. Si todos quisiéramos lo mismo, seriamos clones.

  • Entrena tu asertividad y tus habilidades de comunicación.

Te será más fácil defender tus aspiraciones.

  • No esperes a no tener miedo.

Acepta el miedo como parte del proceso y haz, actúa, aun con miedo. Da el primer paso y lánzate.

  • Calibra si te respetan.

Usa el rechazo o menosprecio de los demás como brújula para reconocer a las personas que menos te acepten.

  • Reconócete el derecho a tener sus propias ideas, necesidades y ambiciones.

Así te resultara más fácil trasmitírselos a los demás.

  • Pide consejo, pero no permiso

Si llegas a necesitar apoyo y confianza externa, pide. Dales la oportunidad y, sobre todo, dátela tu.

  • Sé fiel a tus expectativas.

Las que los demás depositan en ti son su responsabilidad. Son ellos los que deben adaptar sus expectativas a tu realidad.

  • Pregúntate cómo te ves en unos años.

¿Te sigues negando? Lo que te contestes puede servirte de impulso para cambiar.

Un barco de papel, parece a veces la mistad.

Pero jamás puede con él, la más violenta tempestad.

Porqué ese barco de papel, tiene aferrado a su timón:

POR CAPITÁN Y TIMONEL… UN CORAZÓN.

Alberto Cortez (canta-autor)

Enviado y adecuado por:

Juan de Dios Flores Arechiga.

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