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Un mundo mejor es posible

Con frecuencia encontramos en los medios de comunicación convencionales e incluso en las redes sociales entre los así llamado amlovers, que la riqueza la producen los que invierten su dinero en las empresas, que por lo tanto se debe buscar afanosamente la inversión extranjera directa IED, hasta tiene sus siglas, y qué si los “inversionistas” nacionales no invierten, pues entonces traerlos del extranjero. Los comunicadores convencionales es decir los que siempre han alquilado sus plumas a los gobiernos, y más específicamente a los gobiernos neoliberales, usan como slogan o crítica descalificadora, que tal o cual política pública puede “espantar” las inversiones, nada más falso o por lo menos carente de sentido o muestra de ignorancia, ya que en realidad como demostraremos en este artículo, la riqueza la crea única y exclusivamente el trabajo, o más precisamente el trabajo vivo y mientras haya facilidades para saquear las inversiones fluirán.

El gran investigador mexicano-argentino Enrique Dussel lo explica más o menos así: Supongamos una fábrica que produce clavo, que el costo por kilogramo del producto final, por concepto de mano de obra es decir de salarios es de $ 5, esto paga el trabajo vivo realizado por el obrero, el costo de la materia prima parte proporcional del desgaste de la maquinaria empleada en la elaboración es de otros $ 5, lo que nos arroja un costo final de $ 10.

El precio de venta del clavo es de digamos $ 13/Kg, es decir, que el producto tiene un plusvalor de $ 3 que se materializa en el precio de venta unitario; el industrial no comercializa directamente el clavo, lo hace el ferretero que se dedica a la comercialización de clavo y productos afines, entonces el ferretero necesita tener el dinero para comprar y pagarle al industrial, que a su vez tiene que dar al ferretero un incentivo económico o ganancia para que se interese en el negocio, digamos que se lo vende a $ 11/Kg. dejándole al mismo una ganancia de $ 2; a su vez el ferretero no dispone del dinero para pagarle al industrial, entonces ¿qué hace? pues, va a vender el clavo en $ 13/Kg pero obteniendo ese recurso de la banca es decir del capital financiero, que como sobradamente sabemos, presta dinero pero cobra un interés, digamos de $ 1/Kg, de tal manera que el capital industrial, el capital mercantil y el capital financiero se distribuyen entre cada uno de ellos los $ 3 obtenidos del plusvalor del clavo materializado en el precio de venta.

Ahora, preguntémonos ¿de donde sacan el dinero los banqueros? Pues por increíble que parezca, de la nada, ellos solamente hacen un movimiento contable, abonan en la cuenta del ferretero la cifra del préstamo de manera electrónica, sin en realidad desembolsar ni un centavo; los banqueros al final del día intercambian con los demás bancos las operaciones realizadas y solamente requieren balancear la diferencia de las operaciones que hayan hecho; pero el 97% de las operaciones son electrónicas y solamente el restante 3% lo realizan en efectivo, que obtienen de la banca central en el caso de México del Banco de México, que a su vez lo pone a disposición de la banca comercial a través de las subastas de CETES que realizan todas las semanas, en las que sólo pueden participar los bancos.

En estas subastas si ponen por decir algo títulos por 300 millones de pesos a disposición de los bancos interesados, cada banco solicita la cantidad que requiere para su operación, ofreciendo una cierta tasa de interés por la cantidad de dinero solicitada. El Banco de México entrega en efectivo las cantidades solicitadas empezando por la mejor oferta hasta agotar los 300 millones subastados. A su vez los bancos imponen a sus clientes una tasa de interés más elevada, para cubrir sus gastos y para la acumulación de capital, objetivo único de las empresas capitalistas.

Como puede verse con claridad, el plusvalor no proviene de ninguna otra fuente que del trabajo vivo realizado por el trabajador, el valor no pagado al mismo, que fue el creador del valor del que todos los demás se beneficiaron sin aportar nada, se materializa en dinero, que se transforma en capital por todas las empresas capitalistas. Como puede verse, el fenémeno se encuentra oculto a la mirada de la mayor parte de la gente, incluso a la de la mayoría de los capitalistas, quienes de ninguna manera consideran que están robando al obrero una parte del valor de su trabajo, tampoco en general los trabajadores se dan cuenta del despojo de que son víctimas, es la perversidad del capitalismo, que lo ha mantenido operando durante siglos y que despegó de manera explosiva a partir de la Revolución Industrial.

Es claro que sin el trabajo, los medios de producción por sí solos no se mueven, así como tampoco las materias primas empleadas se transforman por sí solas, es el trabajo de los obreros pues, el factor clave, el que crea de la nada, el plusvalor de la mercancía terminada.

Como podemos ver, es difícil a la vista de la mayor parte de la gente, descubrir de dónde proviene el dinero para la formación y acumulación de capital de cada una de las partes que intervienen en el proceso, la forma de operar del capitalismo, está tan oculta a la mirada que así solamente se explica el éxito alcanzado por este sistema, sobre todo en los últimos 200-250 años, que incluso supera al del cristianismo como fenómeno social, al cual le han tomado mas de dos milenios para alcanzar el lugar que tiene en el mundo.

Sin embargo si los resultados que arroja el capitalismo son vistos con toda la frialdad necesaria, no podemos dejar de reconocer que nuestra sociedad está en crisis o mejor dicho en una crisis multifacética, que afecta todos los órdenes de la vida, la más urgente tal vez sea la ecológica; no podemos soslayar el hecho de que el agua potable es cada vez más escasa y los conflictos que provoca el acceso a ella cada vez más y más intensos, el aire que respiramos, está a su vez cada día más contaminado y no parece que estemos haciendo mucho más que engañarnos con el mito de las empresas sustentables, la verdad cruda es que cada año aumentan escandalosamente las miles de toneladas de CO2  y de otros gases de efecto invernadero GEI, el calentamiento global es una realidad evidente, pero aún hay dirigentes políticos que no lo quieren ver, la salud, bueno ese es un problema que está claramente siendo crítico a nivel mundial, como también la educación, la vivienda, la alimentación etc.

Sostenemos que ya no debería ser motivo de lucha ideológica aceptar que tenemos que cambiar este sistema capitalista competitivo, que convierte a los habitantes del mundo en ganadores y perdedores, por otro en el que la premisa fundamental sea la solidaridad, de modo tal, que el despilfarro quedara proscrito de la faz de la Tierra, debemos cambiar drásticamente nuestra forma de ser y de pensar, no se trata como dicen algunos detractores de volver a la edad de piedra, se trata al contrario de poner a nuestro servicio la ciencia y la tecnología para encontrar un modo de vivir más acorde con nuestra naturaleza, es hora ya de que dejemos de sentirnos dueños del universo y tomemos conciencia de que en realidad somos parte de él y que diseñemos una forma de vida sana, digna y confortable antes de que sea tarde si es que todavía no lo es, no esperemos a que los daños causados al medio ambiente sean irreversibles.

Lo deseable sería un mundo con todas las comodidades posibles que fueran producidas en una sociedad no competitiva sino solidaria, sin destruir las condiciones necesarias para que vivamos en el planeta Tierra, es una gran aberración pensar en competir, en derrochar, en arruinar a los competidores para ganar ¿qué? Si destruimos con esta visión arcaica y egoísta la única casa que tenemos para vivir.

Por: Enrique M. Díaz Sánchez

11/Ago/2020

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