Comparte con tus amigos

Un mundo mejor es posible

En esta tercera parte sobre el tema, nos proponemos explicar qué es el socialismo, un sistema económico, que contra la opinión generalizada de los impulsores de la economía de mercado, no es el que se dio en los países detrás de la cortina de hierro según el término acuñado por el carismático Primer Ministro del Reino Unido Winston Churchill al término de la llamada Segunda Guerra Mundial, que como ya hemos dicho no fue Mundial porque en ella no participaron la mayor parte de los países del mundo.

El socialismo en realidad es muy fácil de definir, si decimos que a diferencia del sistema capitalista en donde los dueños del capital compiten por el mercado con todos los recursos a su alcance, con el propósito único de aumentar su capital, en el socialismo en lugar de que los dueños de las empresas sean los capitalistas enfermos de poder, los dueños de los medios de producción son la sociedad en su conjunto, pero la sociedad no significa el Gobierno.

A primera vista la respuesta parece simplista, pero en realidad este cambio resulta de lo más complejo que pueda imaginarse. En los países “socialistas”, el Estado interpretó mal la definición y se auto adjudicaron el papel de la sociedad en su conjunto apropiándose los medios de producción, pero esta interpretación errónea a pesar de haber alcanzado muchos logros, finalmente fracasó, el resultado en los hechos fue un híbrido malformado que oscilaba entre socialismo y capitalismo de Estado que terminó por no ser ni uno ni el otro y los llevó a la caída estrepitosa del sistema.

Ninguno de los teóricos de la economía de mercado, ni de los pensadores socialistas podía sentirse satisfecho de que se estuvieran aplicando los lineamientos teóricos del socialismo o del capitalismo, a pesar de que como hemos dicho logró en la antigua URSS, sacarla de ser a principios de siglo XX una de las naciones más atrasadas del mundo y convertirla en potencia mundial, que logró entre otros muchos éxitos llevarla a la conquista del espacio antes que los EUA, pero a un costo elevadísimo en millones de vidas humanas que se perdieron en lo que en realidad fue una dictadura brutal encabezada por Joseph Stalin, donde la gente del campo moría cruelmente de hambre o perseguida por un aparato de gobierno más interesado en mantenerse en el poder que en dotar a su población de las comodidades que dan los adelantos tecnológicos alcanzados en el ámbito militar principalmente, que los llevó a derrotar con un sacrificio indecible a la Alemania nazi de aquellos años en los que Hitler se proyectaba como una amenaza para todo el resto del mundo.

En esta guerra se dio el caso insólito de que se aliaran con el mundo occidental, en especial con EUA, el Reino Unido y Francia, y aunque los soviéticos llegaron antes que nadie a Berlín, lo hicieron sacrificando más de veinte millones de vidas de patriotas que ofrendaron sus vidas heroicamente, ya que cuando tuvieron que enfrenar a los nazis, las fuerzas occidentales los dejaron solos con la esperanza de que su dos odiados rivales se mataran entre ellos como el los hechos sucedió.

Al término de la guerra el mundo quedó dividido en tres partes: los tres países mencionados encabezando uno de los segmentos; el mundo occidental, los países de la Europa oriental alineados con la Unión Soviética en los que se adoptó el sistema llamado socialista que como hemos explicado eran en realidad una mezcla de socialismo y capitalismo; por último en un tercer grupo, los países subdesarrollados o del tercer mundo, que incluían a los latinoamericanos, africanos y asiáticos no alineados.

Se consideraban socialistas en virtud de que sus ciudadanos no poseían en realidad ciertos bienes y servicios como como salud, educación, vivienda, que en general les proveía el Estado, al tiempo que se desempeñaban como trabajadores asalariados en empresas del Estado que competían en el mercado mundial, con su productos agrícolas e industriales, en un sistema capitalista con planificación centralizada en el Estado con muchas de las características del capitalismo.

Lograr la enajenación de los medios de producción es en realidad una tarea de dimensiones muy grandes, como podemos ver los dueños de la riqueza mundial que poseen todo quieren más, no se conforman nunca, nada es para ellos suficiente, nada los detiene en su afán y codicia, ni siquiera son capaces de detenerse ante la evidencia de que el metabolismo de la madre Tierra no da más, ellos siguen extrayéndole todos los recursos posibles sin importarles que como indica la razón más elemental, son finitos, como lo es también nuestro planeta, en consecuencia llegará el día en que se agote el agua o el aire sea irrespirable o lo agricultura sea una actividad totalmente improductiva por la aridez de la tierra y por la extinción de las abejas víctimas de los venenos que se usan para aumentar el rendimiento de las cosechas.

De tal suerte, hemos llegado al punto en el que o detenemos esta sistema capitalista demencial y lo sustituimos por otro, que sea capaz de evitar el despilfarro que el capitalismo exige a las empresas para “competir” por el mercado, o encontramos otro que se base en el socialismo, pero que lo complemente de tal manera que también lo corrija de las fallas ya conocidas y lo haga más racional, más justo, más humano en el que todos los seres podamos aspirar a disfrutar de los bienes indispensables para todo ser humano, como son el acceso al agua potable, a los alimentos necesarios para cubrir nuestras necesidades, aire sin contaminantes, vivienda digna donde se pueda vivir con las comodidades debidas etc.

Lo anterior ya no es cuestión de ideologías, sino de sentido común, pero para ello se necesita un elemento fundamental que el gran Saramago recomendaba: conciencia, sí en realidad no es algo inalcanzable, todo lo contrario, es perfectamente alcanzable si logramos por la razón o por cualquier otro método no violento, convencer a las que tienen todo y quieren más, que ya basta, que la época del despilfarro llegó a su término, que el interés de todos es antes del de unos cuantos, ese sistema es posible, el hombre ha avanzado en el campo de las ciencias y las humanidades a grandes alturas, no debemos dejarnos vencer por la indiferencia inmovilizadora que nos tiene paralizados, debemos y podemos darle su oportunidad a un mundo mejor.

Si logramos superar los vicios conocidos del llamado socialismo chino-soviético, tendremos productos manufacturados no para cambiar de modelo cada seis meses, sino productos creados para durar lo más posible en el ánimo de preservar los recursos, sobre todo aquellos no renovables, las fábricas producirán para crear mejores productos, más duraderos, menos desechables, pues el fin de su producción será diferente, productos que no contaminen el aire y el agua, o lo contaminen en una mínima parte, el trabajo será mas racional, para permitir a los trabajadores más tiempo libre para convivir con la familia, para la lectura o para las artes, la forma de remuneración no será igual para todos, sino a cada cual según sus capacidades, a cada quien según sus necesidades y sobre todo, deberá de ser un sistema en revisión y mejora continua.

¡Un mundo mejor es posible!

Por: Enrique M. Díaz Sánchez

03/Ago/2020

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *