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No pude terminar de leer una columna de un conocido abogado que escribe en La Jornada de Oriente que se refiere a algunos ex funcionarios con epítetos contundentes, un Presidente inefable, otro Presidente de la tecnocracia grisácea, un jurisconsulto de quien se expresa como el abogado de las estrellas y que algunos servidores públicos actúan de manera  genuflexa; la verdad es que no quise seguir leyendo argumentos emanados de sus intestinos y sus riñones, en los tiempos actuales y con las nuevas reglas aplicables al derecho penal, resulta absurdo que una persona que se precia de ser un gran abogado, se dé el lujo de acusar sin prueba ni fundamento.

De la misma manera, debo comentar que el autor de esta columna, dejó de leer la Revista Proceso hace muchos años, a causa de que cada vez que leía en un artículo o reportaje de denuncia pública, me detenía en “un testigo que no quiso que se revelara su nombre” o algo parecido, la cerraba y la tiraba al cesto de la basura por considerarla poco seria y carente de ética.

Le puedo permitir que un ciudadano común le diga chayotero a un periodista o a un medio, lo que no puedo aceptar y no puedo entender es que el chayotero se lo cuelgue un periodista a otro periodista, es una forma de eludir la responsabilidad social y moral que le otorga un medio, cualquiera que este sea, colgarle el mencionado adjetivo no desmiente ni  lo condena, simplemente lo descalifica ante una opinión pública inculta y desinformada, así como he leído columnistas que califican de canallas, corruptos y muchos etcéteras a dueños y  titulares de medios sin fundar sus aseveraciones.

Otro asunto similar y representativo es de los periodistas que fundamentan sus afirmaciones en otros periodistas y otras fuentes, recuerdo que un medio extranjero (The Guardian News) hubo de retirar y desdecir sus palabras por falta de elementos probatorios en acusaciones en contra del anterior Presidente de la República y una periodista que utilizo a ese medio como fuente de sus obsesivas acusaciones en contra del mismo funcionario y de su familia no acepto, hasta donde sé+, un derecho de réplica perfectamente consagrado en las leyes mexicanas.

Otra práctica generalizada en algunos medios es la extorsión, periodistas que denigran su profesión, suelen amenazar a personajes de la vida pública, políticos, empresarios, funcionarios, líderes sindicales y hasta ministros de culto de denunciar actos de corrupción, delitos, pecados y faltas a la moral, faltas al decoro y cuanto al pseudo periodista se le apetezca para saciar el morbo de su auditorio y sus lectores si no acceden a otorgarles una compensación a cambio de su silencio.

Carlos Denegri y Manuel Buendía, por citar algunos nombres, independientemente de lo buenos que eran en su oficio, se aprovecharon de sus relaciones en la política y la economía por su conocimiento de los secretos de alcoba, de los negocios poco claros y de los excesos de los prohombres del poder para sentirse intocables aunque finalmente en distintas circunstancias, ambos murieron asesinados, el primero por su licenciosa vida amorosa (asesinado por su tercera esposa después de una discusión con algunas copas)  y el segundo abatido por las balas a sueldo de “vete a saber quién”, nunca se supo con certeza quien fue el autor intelectual del homicidio.

Otro tipo de extorsión que me viene a la memoria, es el de un video de un periodista de medio pelo, exigiéndole a un político de oficio una cantidad a cambio de su silencio, que se hizo público y puso al mequetrefe extorsionador en su sitio ante la opinión pública, sin embargo, como la memoria del público suele ser muy corta, el tipo le pública al prestigiado político, un día si y otro también, acusaciones sin fundamento, sin fuente y por sus pistolas para desprestigiarlo con una evidente y grave carencia de valores éticos.

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères

5 de agosto de 2019

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