En algún lugar debo de haber leído la frase: “el poder marea a los inteligentes y a los tontos los enloquece”, la tal frase regresa a mi mente con el objeto de iniciar una serie de observaciones acerca del comportamiento de los hombres ante situaciones diversas, un ejemplo que siempre me viene a la memoria es el famoso cuento de Hans Christian Andersen, el famoso cuentista danés, El Traje del Emperador, se refiere a un mareado monarca que fue engañado por defraudadores profesionales como los de entonces y también como los de ahora, la metáfora es que por vanidad se dejo seducir con la idea de que le confeccionarían el traje más vistoso y elegante, con hilos de oro que lo harían el ser más distinguido y bien vestido sobre el planeta y además esto le serviría para evaluar a sus vasallos, los tontos no podrían ver el traje del Emperador según sus embaucadores, todos ellos enterados del tema se la creyeron e hicieron creer al orgulloso personaje que no había habido un traje más hermoso ante su vista y este que tampoco lo veía se sentía muy complacido, hasta que con sinceridad un niño observo que el Emperador estaba desnudo y todos lo entendieron menos el mareado monarca.
No se vaya a creer usted que con esta referencia me estoy imaginando a un hombre en particular, en todo el mundo hay muchos dirigentes con estas características, pueden ser gobernantes, directivos empresariales o lideres sociales quienes sucumben al pernicioso encanto de la adulación, me recuerdan una canción que interpretan Lupita D’alessio y Rocio Jurado que en una parte dice:
Es un gran necio
Un estúpido engreído
Egoísta y caprichoso, un
Payaso vanidoso
Inconsciente y presumido
Falso, enano, rencoroso
Que no tiene corazón…
Lo cual retrata con frialdad y fidelidad a algunos personajes de la vida pública.
Hay otros cantantes (y cantantas) que critican sin piedad a esos hombres y mujeres que abusan de los sentimientos y de la bondad, Paquita la del Barrio podría ser una, pero como es candidata y estamos en año electoral solo me puedo referir a ella en un debate imaginario con otro candidato a una curul, Alfredo Adame, imagine que ella le dice rata de dos patas ¿me estás oyendo inútil? Y el le contesta con sus palabras y con su agresividad acostumbrada: te voy a partir la cara.
Así son las cosas de la política, no se me olvida cuando la temperamental Irma Serrano le dijo a Dionisio Pérez Jacome que presidía el Senado, que se la iba a partir sin que procediera a realizar sus amenazas y que días después el actual candidato a Gobernador, Felix Salgado Macedonio le dijo al mismo presidente de la Cámara: yo si te la parto Nicho, no como La Tigresa.
De ese tamaño son las incursiones de algunos personajes populacheros, artistas y deportistas (no todos, hay honrosas excepciones) en la política, y lo que nos espera… hay en estos días un puñado de improvisados que pretenden incursionar en actividades que solo tendrían que estar reservadas a personas con vocación parlamentaria o administrativa.
Dudo mucho que estos personajes cuando le llegue el final a sus días recuerden con arrepentimiento sus palabras y reflexionen como lo hizo Alfredo Zitarrosa, el cantautor uruguayo con otros objetivos pero que aplica a nuestros mareados personajes:
Algunas noches de paz,
-si es que las hay todavía-
pasando como sin mí
por esas calles vacías,
entre la sombra acechante
y un triste olor de glicinas,
escucho una voz que canta
y que, tal vez, es la mía.
Nosotros los normales, la perrada de a pie hubiera dicho con su simpatía y su inteligencia Germán Dehesa, no tenemos más defensa, solo nos consuela que al final de todo les recordemos lo que Javier Solís se recordaba a sí mismo:
Payaso, soy un triste payaso
Que en medio de la noche
Me pierdo en la penumbra
Con mi risa y mi llanto…
Ojalá que nos caiga el veinte y que la nueva normalidad traiga consigo un mejor lugar para vivir, que nuestra convivencia se adapte a las necesidades de todos.
Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères
3 de febrero de 2021