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Ha sido un privilegio para mí ser testigo presencial de los acontecimientos más asombrosos de nuestra historia, a los que nacimos durante la Guerra Fría, nos llaman los Baby Boomers, los que nacieron como yo en 1948 y seguimos vivos (según los astrólogos chinos, somos del año de la rata) estuvimos presentes en los primeros tiempos de la televisión, algunos en nuestros hogares acompañábamos a nuestros padres a escuchar historias  en la radio, recordamos como si fuera ayer la llegada por primera vez del hombre a la luna de la que ahora dudan algunos desquiciados que viven de la fantasía.

Si usted amable lector pertenece a la generación de los milennial y es de Puebla, no estará enterado de que hacia 1967, el año que ingrese a la Universidad Autónoma de Puebla, era la única universidad en la entidad, todavía no le agregaban lo de Benemérita, eso se lo colgaron después, que algunos leímos el Shock del Futuro en 1970 y fuimos testigos presenciales del mismo, nos asombró y sigue asombrando el vertiginoso avance de la ciencia, los cambios tecnológicos nos han rebasado,  quienes pensábamos que para operar y trabajar en equipos de cómputo se requerían muchos años de estudio y práctica, estábamos en un error.

Nuestros gustos musicales fueron muy diferentes a los de nuestros padres, les parecía estridente la música de los Beatles y de Elvis Presley, la liberación sexual era impensable en la generación que nos precedió, el país en que vivimos no es el desértico que imaginan los detractores del viejo régimen, que a diferencia del México de 1910 la mayor parte de las poblaciones del país tienen electricidad, los sistemas hidráulicos que abastecen a las ciudades son eficientes, en la Ciudad de México y a pesar de su subsuelo se construyeron obras de gran ingeniería como la Torre Latinoamericana,  ciudades universitarias en todos los Estados y el Metro de la Ciudad de México, contamos con un gran sistema de telefonía,  nuestras carreteras están pavimentadas y al día de hoy conectan a la mayor parte del país, que el Centro Médico Siglo XXI es asombroso, de hecho, con todos sus defectos, con toda la corrupción que hay según nuestras creencias, el país se modernizó en el Siglo XX, suponemos que el fenómeno de la corrupción existe y existió, no hay duda,  sin embargo, la corrupción y la metrología se encuentran divorciadas desde antes de casarse, como asunto clandestino no se puede medir.

A los habitantes de un Estado como es Puebla no se les puede mentir,  tiene infraestructura, tiene carreteras, cuenta con una planta industrial muy importante desde los años sesenta, Rafael Moreno Valle, el fallecido exgobernador de ningún modo es el antes y el después, hizo infraestructura, algunas cosas ornamentales, varios elefantes blancos, no es el Estado de Puebla que nos quieren vender algunos partidarios de él,   es falso, la obra pública ya estaba desde antes.

El otro tema, el de la nueva legislación a las instituciones de educación superior habrá que analizarlo sin reflectores, con mucho cuidado porque es muy peligroso, no pueden ni podrían funcionar bajo amenaza, la libertad de catedra debe ser un principio universal para todas las universidades y para todos y eso es lo que tenemos que cuidar, es imprescindible la libertad en absolutamente todos los niveles educativos, es fundamental para el país, hay ejemplos desastrosos y van dos: el artículo 39 de la Constitución castrista en Cuba obliga a que la enseñanza sea marxista y el autoritarismo católico del franquismo manipulador y represivo, son un ejemplo de lo que en el Siglo XXI no se debe permitir.

Imagine usted que el Gobierno intervenga instituciones con características aparentemente neoliberales, no se debe ni se debería poder.

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères

alfonsodiazordaz@gmail.com

30 de mayo de 2020

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