La innovación es un proceso fascinante que impulsa el progreso de la humanidad, es una gran oportunidad que nos da la vida de cambiar para atender al prójimo .
A continuación, se presentan algunos aspectos clave que nos ayudan a entender cómo funciona.
La Innovación es gradual
Contrario a la creencia popular, la innovación no suele surgir de un momento “eureka”. Es un proceso gradual, una evolución de tecnologías y conocimientos previos. Los avances que cambian el mundo, como la producción de amoníaco con alta concentración de nitrógeno para fertilizar las plantas. No aparecen de la nada; son el resultado de un largo proceso de perfeccionamiento y mejora continua de ideas ya existentes.
Innovación vs. Invención
Es crucial distinguir entre innovar e inventar. La invención se refiere a la creación de algo completamente nuevo, mientras que la innovación implica la aplicación práctica de ideas para resolver problemas o mejorar procesos. Un ejemplo claro es el Teflón, que fue descubierto por accidente, pero su valor innovador residió en su aplicación como recubrimiento antiadherente.
La Fortuna en la innovación
La innovación es, en muchos casos, fortuita. Grandes descubrimientos como el Kevlar, el Post-it, y el propio Teflón ocurrieron por accidente. Sin embargo, su verdadero valor se reveló cuando fueron adaptados y aplicados en la vida cotidiana. Estos ejemplos subrayan que la suerte y la oportunidad juegan un papel significativo en el proceso de innovación.
Innovación en la intersección
La innovación florece en la intersección de ideas y disciplinas. Tomemos como ejemplo el automóvil: sus inventores no crearon la rueda ni el acero, pero combinaron y perfeccionaron tecnologías existentes para crear algo completamente nuevo. Este fenómeno ocurre cuando personas de diferentes campos se encuentran, intercambian ideas y colaboran.
Prueba y error
La prueba y error es una parte fundamental de la innovación. Thomas Edison, al perfeccionar la bombilla, realizó miles de pruebas antes de encontrar el filamento adecuado. Este proceso puede parecer caótico, pero el error es un elemento clave para el éxito, ya que proporciona la información necesaria para mejorar.
Innovación: un trabajo en equipo
La innovación rara vez es obra de un solo individuo. Es un esfuerzo colectivo que se nutre del intercambio de ideas y del trabajo en equipo. Además, es inexorable: los inventos tienden a surgir en tiempos cercanos por diferentes personas en distintos lugares. Por ejemplo, el termómetro fue inventado por seis personas, el telégrafo por cinco, y la bombilla por veinte. Esto revela una paradoja: aunque la tecnología parece predecible en retrospectiva, es impredecible en perspectiva.
El ciclo de la innovación
La Ley de Amara señala que tendemos a sobrevalorar el impacto de una tecnología en el corto plazo y a subestimarlo en el largo plazo. Este ciclo de sobreexpectación es evidente en muchos desarrollos tecnológicos. Durante los primeros diez años, esperamos demasiado; después de veinte, hemos subestimado su impacto; y solo en torno a los quince años comenzamos a valorarlos de manera justa. La clave está en que toma tiempo para que un invento se transforme en una innovación práctica, fiable y viable.
Innovación y gobierno
Los gobiernos centralizados y rígidos no son buenos incubadores de innovación; a menudo, son responsables del estancamiento en el desarrollo de nuevas ideas y tecnologías. Los gobiernos participativos, ágiles y descentralizados, que fomentan la diversidad de opiniones y enfoques, suelen crear un entorno más propicio para el surgimiento de innovaciones. Pueden adaptarse a los cambios y promover la colaboración entre diferentes sectores, lo que a su vez estimula la experimentación y la implementación de soluciones creativas a los desafíos sociales y económicos.
Innovación: hacer más con menos
En el corazón de la innovación está la capacidad de hacer más con menos. A medida que avanzamos, aprendemos a utilizar menos recursos para obtener mejores resultados. Por ejemplo, la reducción en el peso de una lata de aluminio, que ha pasado de 85 gramos en 1959 a solo 13 gramos en la actualidad, es un testimonio de cómo la innovación nos permite crecer de manera más eficiente y sostenible.