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La realidad es aquello que traspasa todo concepto.

La palabra no describe la realidad, sino que la indica. La realidad no puede expresarse en su profundidad y sus matices, porque la palabra no es capaz de contenerla.

Y, por ello, los místicos aseguran que es imposible expresar la realidad de Dios.

“LA REALIDAD SIEMPRE ES CONCRETA, PERO LOS CONCEPTOS SÓLO PUEDEN ACERCARSE A LA REALIDAD SI SON ABSTRACTOS”

Cada uno de nosotros tenemos unas peculiaridades que nos son esenciales; “salen de nuestra identidad esencial”, es algo específico lo que hace que cada uno sea uno, y para lo cual no existe adjetivo que lo defina. No sirven las palabras.

Lo cierto es que la realidad concreta es el concepto abstracto, porque la realidad siempre fluye, siempre está en movimiento corno la persona.

Tener conceptos para la realidad es una injusticia. Es como querer cristalizar las olas, que no son cosas, sino acciones. Igual le pasa a toda la Creación, y con más razón a las personas.

No puedes meter un huracán en una caja, y tampoco puedes meter la realidad en una caja. Los límites de la realidad son inmensos y también movibles. Lo que ocurre es que el mundo en que estamos acostumbrados a movernos no es la realidad, sino un conjunto de conceptos mentales.

Tú no llegas ni siquiera a arañar la realidad, ni siquiera a sospechar lo que ella es. Sólo alcanzas los conceptos y las imágenes de la realidad a través de las leyes de la etiqueta y del comportamiento.

Aún no probaste el verdadero amor, ni amaste.

“¡SEÑOR, PUEDO VER!” “¡DIOS MÍO, ES MARAVILLOSO!”

Ponerse en contacto con la realidad es mirar a ésta sin querer interpretarla, ni cambiar nada, sino dejar que la realidad cambie el orden de las cosas luciendo por sí misma.

METERSE EN LA BATALLA DE LA VIDA, PERO CON EL CORAZÓN EN PAZ, ES LA ÚNICA MANERA DE VIVIR LA REALIDAD DE LA VIDA.

Es cumplir la voluntad de Divina.

Cuando despertamos de nuestro sueño y vemos la realidad tal cual es, nuestra inseguridad termina y desaparecen los miedos, porque la realidad es y nada la cambia.

Si no cambiamos espontáneamente es porque ponemos resistencia. En cuanto descubramos los motivos de la resistencia, sin reprimirla ni rechazarla. Cuando en nosotros hay sensibilidad, no se necesita violencia alguna para conseguir las cosas que necesitamos, pues todo se resuelve entendiendo, comprendiendo; y nos sorprenderemos al ver cómo todo se resuelve según comprendamos la realidad y no luchemos contra ella.

“Las cosas solo serán cuando deban ser, por muchas prisas que te des. La realidad no es algo que se pueda forzar ni comprar”

“SE TRATA DE VER LA REALIDAD TAL COMO ES”

Si supusiésemos que nuestros sentidos son puramente perceptivos, tendríamos un problema, pues ellos son extremadamente selectivos.

Nuestra conciencia también es selectiva: no vemos la realidad, no podemos verla, podemos ver lo que es proyectado, preseleccionado por la mente. No puedo verte; sólo veo la idea que existe de ti en mimente. Esa es la razón de que se vean dos imágenes.

Veo en ti cosas que otro no ve, y viceversa.

En otras palabras, para que yo pueda verte, tengo que acercarte a mi mente, a su lado selectivo, y percibir. ¿Cuánto subsiste de la realidad? La misma proporción que subsiste en tu mente. ¿Es esto la realidad?

La realidad no hace problemas, los problemas nacen de la mente cuando estás dormido. Tú pones los problemas, tú los creas.

¿CÓMO EMPEZAR? Llamando a las cosas por su nombre.

Llamar deseos a los deseos y exigencias a las exigencias, y no disfrazarlas con otros nombres. El día que entres de pleno en tu realidad, el día en que ya no resistas a ver las cosas como son, se te irán deshaciendo tus ceguedades.

Puede que aun sigas teniendo deseos y apegos, pero ya no te engañaras.

Yo no soy nada de lo que creo ser: mis cosas, mi cuerpo, mis sentimientos. Mi yo es indefinible porque no hay nada que lo defina.

Yo no soy nunca la imagen que tengo de mí mismo ni la que tienen los demás de mí.

Yo soy, y el ser no cabe en ninguna imagen porque las trasciende todas.

Cada uno tiene que ser auténtico, ser uno mismo, y Jesús lo fue hasta el fin. El día que seas tan auténtico como lo fue Jesús, entonces no tendrás que imitarlo, pues en cada momento sabrás lo que hacer.

Tú eres lo que eres, independientemente de lo que digan o piensen los demás. Las formas, las actitudes, los pensamientos y los sentimientos cambian y tú sigues siendo tú, y de la misma forma cambian los pensamientos, actitudes y sentimientos de otras personas mientras ellas siguen siendo lo que son.

No solamente un “esto es mío” crea problemas, sino también “yo soy esto y aquello otro”. La identificación con el yo puede causar problemas, por ejemplo: “Yo soy bueno, yo soy malo, yo soy una persona adorable, yo soy impaciente.” Mi combinación es diferente de tu combinación.

Tus proyecciones de mi persona no son iguales a mí. Mis proyecciones sobre mí tampoco lo son. Quien dices que soy no es el que soy.

Ni siquiera yo puedo expresar en palabras quién soy.

El yo no está bien ni mal, no es bello ni feo, inteligente ni estúpido. El yo es, simplemente.

Indescriptible como el espíritu. Todas las cosas –como tus sentimientos, pensamientos y células—vienen y van. No te identifiques con ninguna de ellas. El yo no es ninguna de ellas.

Tenemos tendencia a ser lo que sentimos que somos.

 YO

El yo inventó la noción de ego mío.

Si miro el mundo, en mi estupidez proyectaré lo mío sobre los campos, las máquinas de escribir, las ciudades, sobre la realidad.

Dame alguna realidad y estaré listo para proyectar sobre ella algo de mi ego.

Este mío existe solamente en mi cabeza, porque si muriese esta noche, nada de aquel campo cambiaría. Las cosas son lo que son.

No son mías, tuyas o de él. Esto es una mera convención entre nosotros.

La personalidad, el yo, es un impedimento para amar, porque considero a las personas amadas como algo mío. Amo a mi hijo, a mi marido, a mi familia, porque son algo mío, distinguiéndolos de los que me quedan más lejos.

Entonces estoy cosificando lo más cercano como pertenencias a las que debo amar.

El hombre se afana en descubrir a Dios, pero no se afana en descubrirse a sí mismo.

¿Cómo es ese hombre que busca a Dios? sí no te conoces así mismo no podrás conocer a nadie.

Te moverás como un autómata.

Tales cosas son convenciones no inherentes a la realidad o a la vida; no fueron creadas en la naturaleza por Dios; son hechas, definidas, escritas, provenientes de la idea del hombre. Las cosas son lo que son.

El ego es una creación de la mente.

La pregunta más importante del mundo, base de todo acto maduro, es: ¿Yo quién soy? Porque, sin conocerte, no puedes conocer ni a Dios.

Conocerte a ti mismo es fundamental. Sin embargo, lo curioso del caso es que no hay respuesta para la pregunta ¿quién soy yo?, porque lo que tienes que averiguar es lo que no eres, para llegar al ser que ya eres.

Tomado del libro: De la A a la Z.

Autor: Anthony De Mello

Adecuado y enviado por:

Juan De Dios Flores Arechiga.

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