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Jack Reed destaca la participación de Aleksandra Kollontai en los momentos más álgidos de la “Revolución de Octubre”, pocos años después, el mismo Lenin la designa en 1925 como la primera embajadora en Moscú en nuestro país, días marcados por la controversia social, en los que el lema principal del bolchevismo se centraba decir que, la revolución era: “soviets más electrificación”, mientras entre nosotros, comenzaban a conformarse los ejidos como consecuencia del reparto agrario, y se entronizaba en la organización del gobierno federal la “comisión federal de irrigación”.
Gardel popularizaría en aquellos momentos la letra de Alfredo Lepera que dice “veinte años no es nada, que es febril la mirada, errante en la sombra te llama, vivir, con el alma aferrada a un dulce recuerdo que no volverá”, veinte años después de que “la Kolontai” se acreditara ante como representante del estado soviético ante la cancillería mexicana, le tocaría en suerte presentar sus cartas credenciales ante dicha instancia a Constantin Alexandrovich Ousmansky.
La creciente influencia de Ousmansky en la vida social del país fue reseñada por Joseph H.L. Schalrman, en una obra clásica de la historiografía llamada “México, Tierra de Volcanes”, considerado por Stalin como un héroe de la “guerra patria” contra la ocupación Nazi, recibiría de Moscú la encomienda de ampliar su representación a diversos países de Centro América, así, al momento de dirigirse a San José para hacer entrega de las cartas credenciales que le acreditasen como jefe de misión diplomática ante las autoridades de Costa Rica , el 2 de enero de 1945, estalló en el aeropuerto de la Ciudad de México el avión privado de la legación diplomática soviética que había sido previamente abordado por el embajador soviético; en los corrillos de la época se atribuía el hecho a Maximino Ávila Camacho que murió pocos días después, el 17 de febrero de eso mismo año mientras asistía a un banquete ofrecido por Confederación Regional de Obreros de México en la Fábrica “La Carolina ” de la Ciudad de Atlixco.
México expulsó en 1971 a Oleg Netchiporenko y otros integrantes de la delegación diplomática soviética acreditada en nuestro país, actividades tanto de espionaje como de asistencia a un grupo subversivo denominado “Movimiento Armado Revolucionario “ (MAR), serían esgrimidas en la ocasión como motivación que diera base a la concerniente designación en perjuicio de estos como “persona non grata”, seguida de la consiguiente “orden de salida”.
Meses después, dada la detención y sujeción a proceso del líder del (MAR) Fernando Pineda Ochoa, quedaría de total manifiesto, que, el referido movimiento guerrillero, contó en su momento con asistencia logística, de financiera y de instrucción por parte de Corea del Norte, siendo las autoridades soviéticas del todo ajenas a su conformación y desenvolvimiento.
Las acusaciones de un supuesto respaldo ilícito en el proceso electoral de los Estados Unidos en 2016 y esgrimidas contra Donald Trump, llegaron a involucrar al entonces gobernador de Sinaloa Quirino Ordaz Coppel en el denominado “Rusiagate”, ya que una de las líneas de investigación del FBI, giró, precisamente, en torno a la compañía de publicidad “Mercury Public” ; demás está decir, tanto que el contrato que el “coordinador de proyectos estratégicos” de la entidad, Francisco Córdova Celaya suscribió a nombre del gobierno local, fue suscrito sin estar autorizado para ello; como , asimismo, el hecho de que en fechas recientes el FBI haya manifestado la intención de formular cargos contra personal cercano a la entonces titular del departamento de estado Hilary Clinton derivado del enorme montaje que al efecto representó el denominado “Rusiagate”.
Por lo demás, durante la reciente contienda electoral en México por la presidencia de la república, el status quo imperante en la mass media del país, desplegó una estrategia de comunicación social a la que se le denominó “operación Berlín” en la que se pretendía identificar al actual presidente del país con un hipotético respaldo ruso; acción que si diluyó por completo ante su rotunda falta de consistencia.
En todo caso, de existir alguna conexión con Rusia en la vida pública del país durante la etapa final de la administración de Enrique Peña Nieta, no habría que buscarla en la campaña opositora, sino que, tendríamos que señalar que, en diciembre del año 2017, se suscitó un sorprendente cambio de mando en los más altos niveles de las fuerzas armadas de nuestro país, al haberse designado como subsecretario de la defensa al General Roble Arturo Granados Gallardo, entronizándose con ello, curiosamente, un real elemento de conexión rusa en el reposicionamiento de elementos administrativos y políticos de cara a la sucesión de poderes en marcha, dados los antecedentes del General Granados como agregado militar de nuestra embajada en Moscú, tanto durante la etapa soviética, como en la etapa concerniente a la Rusia posterior a la caída del régimen comunista.
Desde que Lenin y Plutarco Elías Calles, abrieron conductos a la relación diplomática entre sus respectivos países, todo pareciera indicar, que, en todo caso, el personal diplomático de Moscú acreditado en nuestro país, ha sido a lo largo de la historia objeto de espionaje, sabotaje y atentados; y no a la inversa; episodios que, por lo demás, no forzosamente parecen confirmar en todos sus casos, la participación de actores mexicanos como autores intelectuales, e incluso materiales de los mismos.

albertoperalta1963@gmail.com

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