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Hacia un mundo mejor

Una de las garantías individuales que más se promueve todos los días en los diferentes medios de comunicación en el mundo, no sólo en México, es la libertad de expresión y en consecuencia la libertad de cualquier persona para publicar escritos sobre cualquier materia y el Estado debe garantizar que este precepto se cumpla. Esta garantía durante muchos sexenios estuvo restringida por gobiernos autoritarios que actuaban con violencia y sin que nadie se atreviera a reclamar so pena de ser encarcelado, de perder su maquinaria, de ser perseguido como un delincuente si se atrevía a publicar hechos que molestaran a gobiernos municipales, estatales y obvio al gobierno federal.

Sin embargo, a raíz del Movimiento del 68, este estado de cosas empezó a cambiar gradualmente y los gobiernos también se fueron adecuando y ajustando sus estrategias, de tal manera que en lugar de actuar con autoritarismo y con rigor, optaron por un método mucho más sutil, que consistió en disponer grandes sumas de dinero del erario, para la “comunicación social” o para la publicidad, destinando ingentes recursos económicos a este fin, por ejemplo en el caso del sexenio recién terminado de EPN, se gastaron 40 mil millones de pesos, cantidad igual a la estimación de la reconstrucción de la CDMX luego del sismo del 19 de septiembre.

De ser los medios de información escritos y electrónicos, fieles cachorros del gobierno, pasaron a ser los que imponían las condiciones, todo cambió, si un político se atrevía a externar alguna crítica sobre algún medio de comunicación, principalmente televisión, este político pasaba a ser inexistente en la vida nacional, de hecho llegaron al exceso de editar escenas, tomas o fotografías donde quitaban a dicho político para que su imagen no apareciera, como fue el caso de Santiago Creel que de ser precandidato a la presidencia de la república, pasó al la total ausencia de todos los medios por haber hecho declaraciones en contra de la todopoderosa Televisa que ahora ya imponía condiciones.

Fox durante su mandato llegó a declarar  “si no llega Televisa no inauguro” cuando tenía que hacer el tradicional corte de listón de alguna obra, para valorar hasta dónde llegó un “mandatario” como ese inefable señor; pero en 2012, fueron más allá de todo lo que habían hecho previamente, con casi un año de anticipación Televisa preparó un escenario de telenovela basura de las que tanto gustan al pueblo jodido como lo denominara el Tigre Azcárraga Milmo, para llevar a la presidencia, al gobernador del EdoMex, llegando incluso a grado de “buscarle” entre sus “estrellas” del espectáculo para casarlo con ella en una boda de ensueño y llevarlos a ambos a Los Pinos, obvio con toda la maquinaria electorera del PRI detrás de toda esta pantomima que tan cara, tan triste y tan dolorosa ha salido al pueblo de México.

Sobra decir que toda la prensa sobre todo a partir de Miguel de Lamadrid respaldaba de manera abundante e incondicional aplaudiendo como focas de circo todos los acontecimientos, obras, proyectos del presidente en turno, de modo que todas sus decisiones eran ensalzadas y ofrecidas al pueblo como positivas y en el caso de no ser así, las críticas eran leves, sesgadas, incompletas, pero sobretodo sustituidas por distractores pantalla para la protección presidencial.

Sin embargo con la llegada de AMLO a la presidencia, un candidato fuera de los parámetros comerciales acostumbrados, las cosas han cambiado, ahora ya no se destina ningún dinero a untar la mano extendida de ese ejército de grillos elogiadores que dada su calaña mercachifle, han reaccionado de manera virulenta en su contra, descargando todo su odio y su frustración en contra suya y de su gabinete, virulencia que cada día empeora hasta llegar a la ignominia, la abyección el vituperio y entonces uno se pregunta ¿eso es libertad de prensa?

¿Puede alguien con un micrófono o una computadora proferir descalificaciones, falacias, desinformación y esparcirla masivamente entre toda la audiencia o toda la sociedad? No creo que sea ese el sentido en el que pensó quien propuso incluir la libertad de prensa como una garantía individual; esparcir información torcida, disfrazada, parcialmente cierta para hacerla creíble, eso va en contra del interés de la sociedad, desde que la información se tornó negocio en lugar de derecho, existen estos comerciantes de la noticia y son intocables, desde un López Dóriga que exige a un constructor un departamento como condición para no acusarlo ante la autoridad por hacer mal uso de suelo, o un Leo Zuckerman enardecido por la pérdida de sus jugosos sobornos y entonces lanzar diatribas, descalificaciones o exigir al día siguiente de la toma de posesión del cargo que se terminen vicios que se han fomentado décadas atrás, la lista es larga, pero creo que algo deben cambiar los legisladores para situar esta libertad de prensa en un justo medio que acabe con las cucarachas transformadas en sicarios de la información al tiempo que impida su existencia y su desinformación cotidiana, no están haciendo uso de la libertad de prensa, están abusando de una ley mal formulada.

 

Por: Enrique M. Díaz Sánchez

08/Ene/2019

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