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A mí me gusta conversar,  convivir con las personas me es muy agradable, también hacerlo conmigo mismo, disfrutar momentos de reflexión y acordarme de mis recuerdos, igual que me producen placer las reuniones con amigos, las fiestas y las tertulias, ir al cine solo a ver una película que te atrape, es un gusto que conservo desde que en la medianía de los sesenta me hice cinéfilo, es cuando uno se da cuenta que la vida es una maravillosa experiencia, habrá otras vidas y otras personas a las que la vida le reserva placeres distintos que también son muy buenos.

He estado leyendo acerca de la vida de las personas con edades superiores a los cincuenta, sesenta y hasta setenta años, tengo en mis manos un ensayo del catalán Pedro Nueno acerca de la jubilación de las personas con el cual no estoy completamente de acuerdo, sus estudios y experiencia como estudiante, egresado y profesor de Harvard lo limitan parcialmente cuando habla de la edad de las jubilaciones y le sugiere a sus lectores seguir siendo productivos de tiempo completo, empresarios emprendedores hasta los ochenta, noventa y si se puede la centena de años, la ciencia médica ya lo permite.

En lo particular yo estoy convencido que la vida no termina a una edad determinada, así lo digo y lo sostengo, la mayor parte de nosotros vemos la jubilación como algo muy lejano y hasta cierto punto incierto cuando somos jóvenes, ni nos ocupa ni nos preocupa, con excepción de aquellos que les trastorna el desorden, que les gusta que cada cosa este en el lugar preciso y en el tiempo justo,  otros por el contrario eso de la jubilación es algo impreciso que llegará a su debido tiempo, cuando se convierte en tema de la mayor prioridad de vida.

¿Cuál es la mejor edad para retirarse? La respuesta es muy variada, la realidad para cada persona muy distinta, alguien me dijo alguna vez que se retiraría a los cuarenta años de edad, que para ese entonces tendría completo su proyecto, sana su economía  y la cantidad suficiente para sobrevivir hasta el final de sus días, no sé con certeza si en su ambicioso proyecto estaba contemplada su expectativa de vida, no sé si sabía  que de acuerdo con la ciencia una persona como él o como yo podría cumplir ochenta o noventa años, su plan original debió considerarlo así.

Si se va usted a retirar a los cuarenta debe considerar una reserva económica que le alcance cuando menos hasta cumplir  los noventa, o sea, cincuenta años de gastos que incluyen manutención (casa, vestido y sustento) gastos médicos, emergencias, apoyo a los hijos y las hijas, gastos de matrimonio de algunos de ellos, renovación del automóvil, mantenimiento de la casa y un etcétera tan largo como desconocido, la jubilación temprana es tan relativa como la jubilación tardía, es muy posible que el primero de ellos se encuentre en la necesidad de reanudar una actividad laboral no prevista en su proyecto.

En cuanto al segundo que espera con ansia el final de su vida laboral para dedicarse a no hacer nada, está muy equivocado, muchos de los que así lo asumen no saben que este paso es un paso seguro para el acabar con sus días, hasta para jubilarse hay que tener sentido común, que el convivir dieciséis horas diarias con la pareja no conduce a nada bueno, tarde o temprano ella se cansa de uno, de ese fantasma que se la pasa dando vueltas por la casa sin saber qué hacer y sin una esperanza que lo anime a salir.

Aquí es donde regreso a mi comentario inicial, tener setenta años no significa que ya debiera uno encerrarse en su casa para esperar la muerte, al contrario es una oportunidad para disfrutar su tiempo, tampoco sirve para reunirse con amigos cada día, que sean de nuestra misma generación y platicar con ellos las mismas historias de siempre y en el mismo orden, a lamentarnos cuando suceda la partida de uno de ellos, ni mucho menos sentarse en un parque a contemplar a las aves y acordarse de todas nuestras pérdidas, de nuestros fracasos, lo grandes y los pequeños, todos ellos.

Para comenzar empecemos por eliminar de nuestro léxico la palabra viejo, anciano, adulto mayor, adulto en plenitud, persona mayor, edad avanzada, al diablo con las etiquetas y las faltas de respeto, llamémonos por nuestro nombre cuando menos, para eso nuestros padres nos lo pusieron, aunque a veces se pasaron con el nombre que eligieron, sin embargo ese es el nuestro aunque no nos guste o no le guste a nuestros allegados, de esta forma, cuando empiece lo que hasta ahora se llama retiro, estaría “más padre” identificarlo como un nuevo comienzo, no sabemos cuánto va a durar esta nueva etapa.

Vivir la vida de la mejor manera, si usted tiene entre veinticinco y cincuenta debe tomar en serio que uno se necesita preparar para afrontarla, si ya los cumplió disfrútela como la vecina viuda de una película que le propuso a su vecino en igualdad condición de viudez y sin intención sexual, que durmieran juntos algunas veces o un poco más. Lo disfrutaron ambos, aprendieron mucho y rompieron paradigmas que los hicieron ver una vida diferente, al vecino hasta le pareció un desperdicio compartir sus mañanas de cada día con sus amigos de la tertulia cafetera y las pláticas repetitivas.

Otra cosa de la mayor importancia es preparar el retiro de la mejor forma, libre de adicciones negativas si es posible, con un proyecto definido, escribir memorias, experiencias y opiniones, viajar en la medida de los recursos, disfrutar de los espectáculos y los eventos que se nos ofrecen en nuestro lugar de residencia o cerca de él, dpor ningún motivo sentarse a ver una mañanera, las noticias sobre crímenes y política no son interesantes, hasta lo más frívolo de la vida cotidiana vale la pena ver, en mi caso, cuando eventualmente me desligue del trabajo, ir al cine cada día.

La vida es una maravilla mientras conservemos esa extraordinaria capacidad de asombrarnos por cosas pequeñas o por cosas grandes, por alegrarnos de los logros de nuestros cercanos, algunos, los que así lo requieran y puedan,  se les concede licencia para enamorarse de nuevo, no importa si tienen ochenta o noventa, Tito Livio desde la Roma antigua dice “Potius sero quam nunca”, “Más vale tarde que nunca”.

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères

alfonsodiazordaz@gmail.com

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