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A poco que nos observamos, notaremos la vivencia con nuestra mente-alma, y la vivencia con nuestro cuerpo, y viceversa.

Las emociones influyen sobre nuestra salud y, obviamente, sobre nuestro bienestar.

Si sufrimos, nuestras células sufren, porque las emociones negativas, el sufrimiento y el estrés y se asocian con la enfermedad. Conoce como reforzar tu mundo emocional y como la actitud cambia la salud física y mental.

DANIEL LÓPEZ ROSETTI

Profesor de la catedra de Psicología

Autor del libro: Equilibrio (Edit. Ariel)

¡Sigues así de preocupado y nervioso, vas a enfermar! ¿Cuántas veces hemos oído advertencias como esta u otras similares?

La realidad es que esta afirmación es sencillamente cierta, por que todo lo que transcurre en el mundo emocional tiene repercusión física y viceversa. El cuerpo es una unidad, y lo que sucede en la mente resuena como un eco en el cuerpo. Aunque no es mi intención complicar con termino difíciles, es necesario presentar aquí una palabra compuesta por treinta letras. Se trata de la psiconeuroinmunoendocrinologia, que en medicina se abrevia como PNIE. Este termino incluye las distintas áreas de funcionamiento de nuestro cuerpo y permite inferir claramente las relaciones entre ellas.

“Cuando se analiza el cuerpo no se puede aislar de la mente y viceversa. Comprender está clara integración es clave en medicina”

Por ello, este largo termino, el de la PNIE, nos ayuda a comprender la clara integración entre mente-cuerpo. Para explicar de modo sencillo de que se trata y que puedas comprender la relación que guarda con la integración entre mente y cuerpo, se me ocurrió una imagen y un título: los cuatro eslabones.

Imaginemos cuatro eslabones alineados uno a lado de otro y en contacto entre sí.

Yendo de izquierda a derecha, llamemos al primer eslabón “psico”, al segundo “neuro”, al tercero “inmuno”, y al ultimo de los eslabones “endocrinología”.

De esto se trata justamente la integración del cuerpo con la mente. El primer eslabón hace referencia a nuestro mundo psíquico en su integridad, tanto en el orden mental como en el aspecto emocional. El segundo eslabón, como componente de aquella palabra larga, alude a todos los aspectos relacionados con las funciones del sistema nervioso. El tercer eslabón en cuestión, por su parte integra el aspecto inmunológico; es decir, todo aquello relacionado con el sistema de defensa del organismo. El cuarto eslabón hace mención a la totalidad de las funciones hormonales de nuestro organismo. 

“No hay función física mental, órgano o tejido del cuerpo que no se encuentre alcanzado por la integración de estas cuatro funciones”

Pero lo que aquí quiero resaltar, acudiendo al ejemplo de los cuatro eslabones que se encuentran alineados y en contacto unos con otros, es que resulta evidente que cualquiera de ellos que se mueva ejercerá un efecto sobre los otros. El movimiento de uno de los eslabones genera indefectiblemente el movimiento de todos ellos.

Y algo mas que quiero destacar sobre este ejemplo; que el primero de los cuatro eslabones hace referencia al plano psicológico que nos permite interpretar, que la integración de la complejidad humana comienza con nuestras funciones psicológicas, que integra lo cognitivo y lo emocional, la razón y la emoción. Estas interacciones nos hacen entender la importancia que ejerce el equilibrio entre la razón y la emoción sobre nuestro funcionamiento psicofísico integrado.

“El área psicológica tiene una influencia directa sobre nuestro sistema nervioso, inmunológico y hormonal y es clave para toda la salud”

Por si acaso queda alguna duda, propongo que hagamos un simple ejercicio. Se trata de mirar nuestra mano por un instante con la mayor intensidad posible, reparando en cada pequeño detalle y pensar que ella es… ¡parte de nuestra mente! Pue son hay mente sin cuerpo ni cuerpo sin mente.

Mente y cuerpo es lo mismo, y esos cuatro eslabones a los que he hecho referencia de manera metafórica representan la amalgama que une en un todo integrado nuestra existencia personal, desde la primera de nuestras células hasta el último de nuestros pensamientos y emociones. Se trata de nuestro yo, único e irrepetible.

Este estilo de vida que une nuestras células con nuestra mente relacionas nuestros estados mentales con nuestro funcionamiento físico y orgánico. Podría decir que lo que pensamos y sentimos lo piensan y sienten nuestras células. Y si sufrimos, sufren nuestras células y sufre nuestro cuerpo.

¿Quién no ha oído que, tras una vivencia emocional negativa, sobrevienen problemas de salud, sean estos la aparición de síntomas o enfermedades?

¿Quién no ha notado que un desequilibrio emocional manifestado por emociones negativas que ejercen algún grado de sufrimiento desencadena una alteración en la salud, como insomnio, problemas digestivos, cambio de carácter, cefaleas, dificultad en la concentración, lagunas en la memoria, cansancio, agotamiento o la repentina aparición de herpes? Reflexionando en esto, notaremos la relación que existe entre lo que pasa en nuestra alma-mente y la aparición de síntomas y enfermedades físicas y, claro está, al revés. Simplemente, es; lo que vive nuestra alma-mente y lo que viven nuestro cuerpo, y viceversa.

La observación cotidiana nos hace notar como las emociones, como parte de nuestro comportamiento psíquico, influye sobre vuestra salud y, obviamente, sobre nuestro bienestar. Y esto no se reduce a una cuestión de simple percepción: la ciencia comprueba cada vez más esta relación, el hecho que la vivencia sostenida de las emociones negativas no solo nos hace sufrir; también nos enferma. De hecho, el sufrimiento es en sí mismo una enfermedad.

“Las emociones negativas son aquellas que, de algún modo, nos alejan de las cosas; y las positivas son las que nos acercan a ellas”

El sufrimiento emocional que conlleva las emociones negativas sostenidas en el tiempo será, en ultimas instancias, un sufrimiento celular. Por eso están importante el estado anímico, porque va a repercutir en la propia esfera psíquica y también en la esfera neurológica y hormonal. El sufrimiento emocional moviliza negativamente los cuatro eslabones y condiciona la enfermedad.

Vamos a poner un ejemplo de emociones muy comunes: la tristeza y la alegría. La tristeza puede también interpretarse como una emoción negativa. Del mismo modo, la alegría es una emoción positiva. Sin embargo, no debe interpretarse que esto representa que esas emociones estén bien o mal; las emociones solo cumplen una función adaptativa. La tristeza, por ejemplo, no implica que sea dañino vivenciarla, bien al contrario; resulta indispensable para procesar la perdida y comunicar nuestro estado afectivo al entorno social en busca de apoyo. esto es así. A hora quiero agregar que, del mismo modo que he relacionado el predominio de las emociones negativas sostenidas en el tiempo con la enfermedad, es posible relacionar las emociones positivas con la vivencia de bienestar y su repercusión beneficiosa en el ámbito de la salud.

Numerosos trabajos de investigación demuestran la relación del humor o el afecto positivo con un buen estado de salud, más allá de la vivencia placentera que evidentemente podemos experimentar en el momento preciso en que lo sentimos. Ese es el caso de la alegría expresada a través de las risas: disminuye el estrés y mejora las defensas -al disminuir las sustancias proinflamatorias en sangre que se encuentran elevadas en situaciones de estrés crónico-, mejora la circulación y aumenta la liberación de endorfinas cerebrales que disminuyen los efectos del dolor.

“Es el corazón donde las emociones negativas pasan de la abstracción de la vivencia a su materialización en un daño físico concreto”

Como cardiólogo, lo conozco bien: cuando prevalecen las emociones negativas, además de sufrimiento, repercute de forma particular en el corazón, que resulta ser la victima indefensa de las emociones negativas y del estrés. Es en el dónde aparece el daño físico concreto. Y ya adelanto que las emociones negativas son parte del componente emocional del estrés. Así que cuidado con el estrés. Probablemente te llame la atención esta relación que acabo de hacer, pero es así. A nivel especie humana, todos los esfuerzos adaptativos que se han tenido que desarrollar para sobrevivir necesariamente han significado un esfuerzo no libre de sufrimiento. Como consecuencia, hoy en día, la adaptación a circunstancias como un accidente, un problema laboral o económico, un trastorno de salud o una perdida, va a determinar una serie de cambios físicos y orgánicos derivados de esa vivencia adaptativa, que no es otra cosa que una emoción y un sentimiento que se traduce en un sufrimiento.

“Así, el sinónimo de estrés es sufrimiento; es una reacción mental y física que cruza en cascada todas las funciones de nuestro organismo”

En definitiva, es una noción consciente de un esfuerzo adaptativo a las circunstancias de la vida que se vivencia emocionalmente como un padecimiento. Diría que, en mayor o menor medida, nada escapa a su alcance.

Y eso es así por que la reacción del estrés integra todas las funciones relacionadas con lo psicológico, lo neurológico, lo inmunológico y lo hormonal. Por ello, es fácil comprender como a través del tiempo y el avance de la medicina se ha podido vincular y relacionar con numerosas enfermedades. El estrés se relaciona, además, de manera directa con la vivencia emocional del sufrimiento, y actualmente con trastornos mentales que resultan cada vez mas frecuentes y en los cuales la vivencia emocional es un aspecto central, como la ansiedad o la depresión.

Unos de los estudios más relevantes para la evaluación de la relación entre la condición socioeconómica y la salud es el estudio Whitehall II, que, entre otros muchos datos, tuvo en cuenta dos dimensiones emparentadas con el mundo emocional: la vitalidad emocional y el optimismo. Los resultados del estudio revelaron como una mayor satisfacción en la vida familiar, la labor, la sexual y la autovaloración, eran situaciones que alejaban ese estrés adaptativo y eran protectoras ante la enfermedad. El estudio también tuvo en cuenta los factores del orden emocional. Al fin de valorar la condicional emocional se tuvieron en cuenta dos dimensiones emparentadas con el mundo emocional: la vitalidad emocional y el optimismo. Quiero compartir el cuestionario que las personas debían contestar a los efectos de evaluar esos parámetros emocionales; este permite realizar una aproximación personal y un autoconocimiento en esas dimensiones del mundo emocional, y tomar conciencia de como la actitud cambia la salud física y mental.

DESCUBRE TU MUNDO EMOCIONAL

Este cuestionario te ayudará a realizar una aproximación personal y un autoconocimiento en las dimensiones del mundo emocional.

VALORA TU VIDA EMOCIONAL

Defina en la investigación Whitehall II que he citado como una “activa participación en el mundo, con una regulación emocional efectiva y una sensación general de bienestar”, se evalúa con la respuesta a cinco preguntas.

Deben contestar en una escala de cinco puntos: desde la puntuación de 1 (que significa es estar en un “fuerte acuerdo”). Contestar con la escala del 1 al 5, según cuan coincidente sea la afirmación que se presenta con respecto a tú vivencia personal.

Las cinco preguntas son los siguientes:

1. ¿Con que frecuencia te sientes emocionalmente exhausta/ o al final del día?

2. ¿Tienes una sensación de dirección y propósito en tu vida?

Las siguientes tres preguntas de la secuencia de cinco son las que responden al siguiente planteamiento: ¿Qué parte del tiempo durante las pasadas cuatro semanas te has sentido…

3. Leno de vida?

4. Teniendo mucha energía?

5. Una persona feliz?

Si se responde genuina y sinceramente tendrá a nivel personal una noción bastante aproximada de lo que los investigadores puntuaron como vitalidad emocional.

Evalúa tu optimismo:

La otra dimensión evaluada y que aporta información del propio mundo emocional, aborda el optimismo a través de las respuestas a una sola afirmación, que también se contesta con la escala de cinco puntos, como el test anterior. El ítem a responder es el siguiente:

1. Para los próximos 5-10 años, mi expectativa es tener más experiencias positivas que negativas.

Resultados:

El estudio de Whitehall II determinó que las personas que obtuvieron puntuaciones más elevadas en las dos dimensiones emocionales estudiadas -vitalidad emocional y optimismo-, presentaban un ¡26% menos de enfermedad coronaria! Y aquí recuerdo una frase que describe muy bien el significado de este resultado: “el corazón es el lugar donde el sufrimiento se hace carne”. Los científicos dejaron claro, como en tantos otros estudios, la relación entre la calidad de vida emocional con el nivel de salud psicofísica.

Auto valorarse, sentir satisfacción con la vida familiar, laboral y sexual, protegen la salud física,  mental y emocional.

Enviado y adecuado por:

Juan de Dios Flores Arechiga.

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