Superar la doble moral es un desafío complejo que requiere un cambio cultural profundo. Es necesario cuestionar nuestros propios prejuicios y estereotipos, así como promover la igualdad y la justicia en todos los ámbitos de la sociedad. La educación, el diálogo y la empatía son herramientas fundamentales para combatir la doble moral y construir un mundo más justo y equitativo para todos.
La doble moral, como reflejo de la hipocresía humana, es un fenómeno complejo y arraigado en la sociedad. Se manifiesta en la aplicación de diferentes varas de medir según quién sea el actor, revelando prejuicios y sesgos que socavan la justicia y la equidad.
En esencia, la doble moral consiste en juzgar de forma distinta acciones similares según quien las realice. Esta disparidad en el juicio moral puede basarse en diversos factores como el género, la raza, la clase social, la religión o la orientación sexual, entre otros.
Las consecuencias de la doble moral son múltiples y devastadoras. Genera desigualdad, discriminación e injusticia, erosionando la confianza en cierto grupo de personas y en el sistema de justicia.
Además, fomenta la polarización y la división social, dificultando la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
La doble moral, genera una serie de consecuencias negativas en la sociedad como:
1- Desigualdad y discriminación: La doble moral perpetúa la desigualdad al tratar de forma diferente a personas o grupos según su género, raza, clase social, religión, etc. Esto fomenta la discriminación y la injusticia, ya que no todos son juzgados con la misma vara.
2- Pérdida de confianza: La doble moral erosiona la confianza en las instituciones y en las normas sociales. Cuando las personas perciben que no hay un trato igualitario, se sienten desprotegidas y desconfían del sistema. Esto puede generar descontento social y polarización.
3- Justicia sesgada: La doble moral puede influir en las decisiones judiciales y en la aplicación de la ley. Esto resulta en sentencias injustas y en la impunidad de ciertos grupos, lo que socava la credibilidad del sistema judicial.
4- Hipocresía y cinismo: La doble moral fomenta estos dos términos. Cuando las personas ven que los valores morales son relativos y dependen de quién los profese, pueden adoptar una actitud cínica y escéptica ante la moralidad.
5- Conflicto social: La doble moral puede generar conflictos sociales al exacerbar las divisiones y los resentimientos entre diferentes grupos. Cuando las personas sienten que son tratadas injustamente, pueden surgir tensiones y enfrentamientos.
6- Deterioro de la convivencia: La doble moral dificulta la construcción de una sociedad cohesionada y justa. Al promover la desigualdad y la desconfianza, se debilita el tejido social y se dificulta la convivencia pacífica.
7- Impunidad: La doble moral puede llevar a la impunidad de ciertos grupos que gozan de privilegios y no son juzgados con la misma severidad que otros. Esto fomenta la corrupción y la falta de rendición de cuentas.
La doble moral tiene un impacto negativo en la sociedad al generar desigualdad, discriminación, injusticia y desconfianza.
Pedimos respeto, pero no lo damos, exigimos límites y nos gusta transgredir los límites de otros, nos sentimos con el derecho de emitir un juicio sin antes juzgar nuestro comportamiento y conducta, siempre es cómodo ver lo sucio de fuera pero no lo de adentro.
Para tener una sociedad justa y equitativa primero se comienza corrigiendo lo propio y no lo externo, fomentar el amor y respeto en uno mismo para poder darlo fuera.
Como socuedad somos responsables de lo que vivimos y permitimos.
Basta de corrupción, de bullying, de estereotipos que pongan en riesgo nuestra confianza, autoestima y valores.
Dejemos de normalizar conductas, comportamientos que son nocivos para el tejido social.
Terapeuta Eli Córdova López