Uno de los ejercicios de mayor trascendencia en el hombre es cultivar la concentración mental; especialmente aplicado en la observación de la propia respiración. La concentración es esencial si queremos llegar a ser conscientes de manera disciplinada de los fenómenos que pudieran ocurrir en la mente-alma o en el entorno inmediato.
En nuestro estado normal, la mente está dispersa la mayor parte del tiempo y nuestros pensamientos saltan de una cosa a la otra de forma aleatoria y disipada. Con el cultivo de la concentración, aprenderemos a cobrar conciencia este proceso de disipación, para poder afinar delicadamente nuestro pensamiento para que siga un camino que nos conduzca, hacia lo que deseamos concentrarnos.
Tradicionalmente, la respiración es considerada como un instrumento ideal para la práctica de la concentración o, meditación. La gran ventaja de la respiración como objeto para el cultivo de nuestra concentración es que se trata de una actividad instintiva, que no precisa de ningún esfuerzo, algo que hacemos mientras vivimos, y no hay necesidad de esforzarnos para hallar el objeto de esta práctica.
Se entiende que con esta práctica regular y prolongada, la capacidad de realizar el ejercicio acabará convirtiéndose en un hábito benéfico. En este sentido el paralelismo con los atletas y los músicos queda muy claro, aunque también podríamos pensar en termino de aprender a nadar o a montar en bicicleta. Al principio, estas actividades resultan muy difíciles y, en apariencia, no naturales, pero, una vez dominadas, demuestran ser muy fáciles.
En su forma más desarrollada, la concentración conduce a una muy refinada sensibilidad a todo lo que sucede, por ínfimo que sea, en nuestro entorno inmediato y en nuestra mente.
Uno de los elementos más cruciales de la práctica de la concentración es el desarrollo y la aplicación de práctica nuestra de capacidad de atención. Puesto que un porcentaje significativo de niños sufren actualmente problemas de déficit de atención, especialmente en las sociedades más opulentas, parece que se están realizando importantes esfuerzos por comprender la facultad de la atención y su dinámica causativa. La larga experiencia del budismo en el cultivo de la atención podría ser de gran ayuda en este terreno. La psicología budista define la atención como aquella facultad que nos ayuda a dirigir la mente hacia un objeto elegido entre la gran variedad de información sensorial que recibimos en todo momento. No trataremos aquí de los complejos problemas teóricos que plantea la definición exacta de la atención, si se trata de un mecanismo único o de varios tipos, o si es lo mismo que la aplicación controlada del pensamiento. Consideremos la atención como intención deliberada, que nos ayuda a elegir un aspecto especifico o un rasgo característico de un objeto. La aplicación continuada y voluntaria de la atención es la que nos ayuda a mantenernos concentrados en el objeto elegido.
Del libro: “El universo en un solo átomo”
Autor: Dalai Lama
Adecuado ya adaptado por:
Juan De Dios Flores Arechiga.
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