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Un mundo mejor es posible

Nadie se pregunta, por qué en un país donde los “periodistas convencionales” que aparecen en todos los medios de información electrónicos radio y TV, son todos si excepción “críticos” como ellos mismos se autodefinen, del gobierno federal que encabeza el Lic. Andrés Manuel López Obrador, dizque en ejercicio de la libertad de prensa, que ellos interpretan muy a su manera como la libertad para tergiversar las palabras del presidente, o de plano para manejar en sentido opuesto los informes que él da todas las mañanas en un ejercicio inédito en el mundo entero, en el que ningún jefe de Estado aparece diariamente y da la cara a todos los problemas que padece el país.

Entre todos estos medios no hay uno sólo que le sea favorable, bueno no digamos favorable sino al menos que muestre en el manejo noticioso de sus espacios informativos cuando menos neutralidad, ni uno sólo, todos si excepción se dedican a golpear solapadamente a AMLO malinformando descaradamente y de forma malévola todo lo que se dice y hace en el gobierno; lo cual resulta muy sospechoso, sobre todo cuando estos mismos medios se deshacían en elogios y manejaban a su antojo la información en los gobiernos sobornadores de neoliberalismo.

Sobran los nombres, ya no los voy a repetir por elemental salud mental, pero uno se pregunta si esas prácticas envenenadas de “periodismo” abonan al progreso de una nación, los dueños del micrófono se despachan con la cuchara grande, no lo hacen motu proprio ¡no! Pues no se mandan solos, lo hacen igual que la botarga de Dr. Simi frente a las Farmacias Similares, es decir, actúan conforme a las órdenes que reciben ¡claro! Ellos a pesar de recibir generosas recompensas por la sordidez de su trabajo, hacen y dicen igual que un muñeco de ventrílocuo lo que sus patrones les mandan, pero lo hacer de manera sobresaliente, son creativos, su función se divide básicamente en dos partes, una envenenan a la “opinión pública” del grueso de la audiencia que carece de formación académica crítica, que por desgracia es mayoría, la otra parte es más compleja, hay que ser más observador para descubrirla; en primer lugar, se tutean con todos los funcionarios para dar la impresión de se conocen, de que son “amigos” y con ello hacen sentir que son influyentes, que son poderosos, sus desvergüenza no tiene límites, porque cuando hablan con ellos le bajan dos rayitas a su insinuaciones, a sus informaciones sesgadas, a sus calumnias, a las que retornan con toda naturalidad después de sus entrevistas, que no son tales, sino preguntas malintencionadas que no buscan de ninguna manera la verdad de las hecho, sino la confirmación de sus embustes y burlas previos.

Pero aquí aparece la otra cara de la moneda, porque los funcionarios aún a sabiendas de que sus desempeños han sido juzgados guiados por la mala leche que caracteriza a esta casta de mercenarios, se muestran “agradecidos” por la oportunidad, “honrados” por la entrevista, reconocidos por el “profesionalismo” de quienes los entrevistan y no se atreven a encarar a estos demonios de los micrófonos, falsos y traidores; se dedican a seguirles la corriente y se adaptan dócilmente a los cuestionamientos ponzoñosos que les hacen.

Yo me pregunto ¿qué miedo les tienen, o qué les saben que tanto miedo les tienen? Acaso estos rufianes ¿no tienen cola que les pisen? ¿Son impolutos? Y entonces ¿yo soy el mal pensado y son en realidad unos adalides respetables, ejemplares, que ejercen sus trabajos con una honestidad fuera de mi comprensión y entendimiento? Usted amigo lector tiene la palabra, usted podrá sacar sus propias conclusiones y coincidir o no con las mías, pero a mí así me lo parece.

Creo que vivimos en un mundo donde decir la verdad o negarla ha perdido relevancia, mienten los políticos, mienten los periodistas convencionales, desde luego hay muchos que son honestos, pero esos no tiene cabida en los medios masivos de comunicación electrónicos, que son los que hacen y deshacen en la sociedad actual, como acertadamente lo ha dicho después de profundos estudios y experiencias el destacado escritor italiano Giovanni Sartori en su libro “Homo Videns La sociedad teledirigida”, en el cual relata el efecto pernicioso de estos medios de comunicación en una sociedad supuestamente tan evolucionada como la de los EUA.

Sartori describió con ojo agudo y lenguaje elocuente cómo y por qué la sociedad actual sucumbe a la ley del menor esfuerzo y se queda con todo, o casi todo lo que les dice esta jauría rabiosa se desinformadores al servicio de sus amos, que no son otros que los dueños del dinero, los poderosos, los que mueven al mundo a su antojo y conveniencia ante la actitud pasiva, indiferente, impasible cual la de las vacas que pastan y rumian despreocupadamente a la orilla de los caminos rurales por los que el tiempo no transita.

Por: Enrique M. Díaz Sánchez

11/Feb/2020

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