Dice el dicho que “la ociosidad es la madre de todos los vicios” que en la vida real no lo es, me consta por experiencia, mis ratos de ocio, casi nunca han estado ligados a mis adicciones negativas, al contrario, muchas de las aficiones a las que me he hecho adicto no tiene que ver con ningún vicio, en mi caso es imposible, por algún motivo mis ratos de inactividad los tengo ocupados en otro tipo de actividades.
los ratos libres de mi adolescencia se los dediqué a los amigos y por condiciones personales a la lectura y reflexión, no nací facultado para practicar deportes competitivamente, ni para tocar ningún instrumento musical, cantar tampoco es lo mío, estas actividades las he suplido como espectador de los más variados espectáculos.
No me considero experto en nada, siempre fallo en las quinielas deportivas, me ganan mis apreciaciones personales y las querencias, soy partidario de los débiles y los menores, soy aficionado al cine y a las series de la televisión actual así como a la lectura que me hacen viajar por los rincones que nunca sospeché recorrer, imaginar lugares y situaciones.
No soy un crítico de cine, para serlo se requiere según los informados, estudios de periodismo o filología, un grado académico en cine y televisión, algunos cursos o diplomados en cualquier rama de las letras, si yo quisiera serlo, sin importar mi edad, mi afición y el número de horas que he dedicado a disfrutar el espectáculo, no tendría la menor oportunidad de ocupar un puesto en medio alguno, lo que por supuesto ni busco ni me interesa, y por encima de todo, mis opiniones no son tan negativas ni pretenciosas como nos la presentan los “profesionales” de esta farandulera actividad.
Lo anterior no me limita ni me impide disfrutar el espectáculo y comentarlo con mis amigos, de acuerdo con los parámetros profesionales no soy un experto, aunque en el transcurso de los tiempos haya visto más de dos mil películas completas, la verdad es que no puedo precisar el número, tal vez pudiera estar cerca de las tres cinco mil y esto no es importante, nunca podré aspirar a ser un crítico especializado en nada y está bien, prefiero disfrutar.
Cada año le presto un poco de mi tiempo al asunto de los premios, incluido “El Oscar”, los “Goya”, “Cannes” y varios más, el “Ariel“ de México también, de los más recientes solo he visto dos cintas, el “Amor sin Barreras” de Steven Spielger y la ganadora “Coda” de Sian Heder, la primera me transporto a tiempos bastante distantes y a otros actores, la música excelente y bien ejecutada, Leonard Bernstein puede seguir descansando en paz, la disfruté bastante.
Coda dirigida por la joven Sian Heder aborda un tema muy actual, el asunto de las “personas con discapacidad” y las interdependencias y codependencias que se generan, verdaderamente conmovedor, una familia (personas con discapacidad auditiva) que depende de la hija más joven para comunicarse y ella que se siente atada y comprometida con su familia, me hizo reflexionar en la interminable cantidad de personas que las padecen, en lo que sufren las familias con una persona en cualquier condición de discapacidad y la problemática que enfrentan, desde ayudarlos y apoyarlos en cualquiera de sus necesidades, hacerle frente al rechazo social, la discriminación y la segregación de la que son objeto.
Siento que a estas alturas no estamos a la altura de las circunstancias, que las escuelas, los centros de trabajo, las canchas deportivas, el mobiliario urbano y muchas otras cosas son arbitrariamente insuficientes e injustos con las personas que padecen alguna incapacidad, que existan activistas de tiempo completo en otros temas relevantes pero nunca tan relevantes como el de estos hombres y mujeres que dependen de otros para desempeñarse y que son tan inteligentes, capaces y buenos como los que más.
Mi admiración y respeto a quienes las padecen y a quienes ayudan.
04 de abril de 2022