HISTORIAS VERDADERAS DE GÜNTER PETRAK

Bettina. Sincronías.

No soy religioso. Tampoco me considero supersticioso, aunque he tenido experiencias que algunos considerarían sobrenaturales, como las relatadas en mis historias verdaderas 2 (La tía viejita) y 5 (Capullo), pero, si las repasamos bien, veremos que poseen explicaciones racionales. Esta historia, sin embargo, involucra una vivencia extraña, dolorosa y a la fecha inexplicable, al menos para mí. Creo en la sincronicidad del universo. Hay energías y fuerzas que fluyen sin ser vistas, el caos responde a leyes y el azar no es más que el resultado de ciertas causas y efectos. Como académico, cuando impartía la clase de Procesos Socioculturales y Subjetividad para alumnos de la Licenciatura en Psicología y gracias a mi pasión por la semiótica y la hermenéutica, me adentré en el estudio de la magia como expresión de la necesidad del hombre por controlar y explicar su mundo y en la clase de Semiótica incorporé el estudio de los códigos adivinatorios, desde un enfoque lógico.
No hay forma de defender a la astrología desde el punto de vista científico, pero resulta interesante y hasta divertido jugar con sus “leyes”. Soy libra, signo de aire y mi signo opuesto, pero, al mismo tiempo complementario, es aries, fuego… IEM y E (historias verdaderas 4), Bettina (historias verdaderas 6) y un buen número de mis mejores amigas y amigos (y un par de intensos amores pretéritos – ups-) fueron o son aries. El “fueron” no es porque se hubieran mudado de signo, sino porque ya fallecieron. Bettina era espigada y utilizaba el pelo corto, su ascendencia europea podía observarse en su rostro y en algunos rasgos de su personalidad. Era seria, pero también alegre. Una parte de nuestra amistad estuvo enlazada a las reuniones del grupo de señoras con las que compartíamos el aula y las veladas; pero gradualmente encontré espacio en su casa, donde me invitaba el café y algún pastel alemán cocinado por ella. La confianza mutua flotaba en el aire y se mezclaba con el olor a café y a pan horneado. Le contaba anécdotas personales y chismes, compartí con ella mis cuitas y reflexiones, y ella siempre atenta, solidaria y discreta, era como un puerto en el cual me refugiaba de las tempestades de mi, en ese entonces, alocado temperamento. Bettina, más reservada, hablaba con la elocuencia de sus miradas en las que lo mismo podía uno encontrar un destello de alegre luz, una quietud de manantial o una tristeza sedosa y nocturna. Bettina llenaba cada vez más el espacio de mis afectos. Llegué a quererla con apasionada ternura, como a una hermana, como a una cómplice, como se quiere a una melodía nostálgica cuyas notas son la promesa de algo imposible, de cosas que suceden de repente, impredecibles, inesperadas…

Picture of Günter Petrak
Günter Petrak
+ Articulos
También puede interesarte

Patrocinadores

Últimas Noticias
Patrocinadores