Pedro Aspe Armella argumentaba en su libro el “camino mexicano de la transformación económica” que una de las expectativas centrales que se abrirían con la privatización de la banca se , precisamente, en la conformación de los “grupos financieros”, con ellos, no sólo se asumía el derrotero de la banca múltiple propio de los sistemas bancarios renanos , sino que se daba con ellos el salto a la banca universal en la que una sola institución podría estar en disponibilidad de prestar, no sólo todos los servicios bancarios: depósito, garantía, fiduciaria y de inversión; sino, incluso, todos los servicios financieros que pudieran ser imaginados : intermediación bursátil , almacenamiento de depósito, uniones de crédito y arrendamientos financieros; a diferencia de los sistemas renanos, por lo demás, las instituciones no estarían integradas a los conglomerados industriales contando así con una liquidez multiplicada y además plenamente disponible.
Entre el 30 de marzo de 1995 y el 29 de noviembre de 1996 operó bajo tal esquema el flamante “Grupo Financiero Anáhuac”, su socio principal, Rodolfo Zedillo Ponce de León, planeaba desplegar ambiciosos proyectos propios de su profesión de arquitecto con el “apalancamiento” que el nuevo “grupo” del que era principal accionista y encargado de gobierno corporativo le brindaba.
La Comisión Nacional Bancaria, no obstante, incautó la institución en cuestión previamente a su liquidación en virtud de la conexión descubierta por el gran aportador de capital al proyecto, un señor llamado Jorge Fernando Bastida Gallardo y quién, según se supo en su momento, además de allegado al líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) Leonardo Rodríguez Alcaine , se encargaba de canalizar las por demás cuantiosas inversiones de Amado Carrillo Fuentes.
Al cierre del ejercicio correspondiente a 1995, el Banco Anáhuac registraba un faltante de capital de 678 millones de pesos , cubierto con por lo menos un monto equivalente a 54 por ciento de recursos del fondo constituido con aportaciones de los bancos en el Instituto de Protección al Ahorro; posteriormente, se asignaría montos adicionales de la tesorería fiscal a un fideicomiso privado como era el (FOBAPROA), sin que al respecto, mediara la partida de subsidio correspondiente en los presupuestos de los años en cuestión; la población , por lo demás, recibiría con enorme expectativa de dudas las versiones contenidas en los despachos informativos de la presidencia de México, en los que , el entonces titular del área, Fernando Lerdo de Tejada, afirmaba que de Rodolfo Zedillo ignoraba por completo al historial de su socio Jorge Bastida.
El 20 de julio de 1993 fue encontrado en el parque Fort Marcy de la Ciudad de Washington, el cuerpo sin vida del consejero de la Casa Blanca Vincent Foster, el peculiar trayecto de la bala hacía por demás cuestionable la versión de suicidio con la que la prensa anunció el hecho ocurrido en las cercanías a las afluentes del río Potomac, atendiendo sobre todo, al amplio conocimiento que derivado de su práctica profesional como abogado en Arkansas, Foster llegó a atesorar respecto a la participación del matrimonio Clinton en el proyecto inmobiliario conocido como “Whitewater”, de enorme semejanza a los proyectos hoteleros y residenciales que, al parecer pretendía desarrollar en Chiapas una promesa de la arquitectura mexicana como en su momento se perfilaba Rodolfo Zedillo.
A unos cuantos lustros de los sucesos rememorados, en lugar de proliferar la “Banca Universal” proyectada por Aspe en su “camino mexicano a la transformación económica”, surgirían las “sociedades financieras de objeto limitado”, instituciones que apuntaron en una decisión del todo contraria a los derroteros esgrimidos en las políticas puestas en marcha.
Algún estudioso de las matemáticas avanzadas podría señalar acaso que los elementos discordantes en un sistema generaron entropía y que incluso llegaron al caos , pero sin necesidad de acudir al pensamiento filosófico de Edgar Morin sobre las realidades complejas, es claro que el exceso de liquidez proveniente de los entramados de la época, bien podrían ofrecernos una explicación por demás interesante y sensata , e , incluso, podrían acaso llegar a esclarecer en la actualidad todas las aristas que al efecto se derivaron , tanto del suicidio de Vincent Foster en Washington, como respecto de los proyectos de inversión del malogrado “Grupo Anáhuac”.