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La historia que va a leer a continuación data de alrededor de 28 años.

Es importante sacarla del baúl de los recuerdos porque hace más de dos décadas en la Puebla persignada de aquel entonces un cuarteto rompió esquemas.

Vino a imponer que no sólo de cumbia y danzón vive el hombre.

Le explico: los integrantes de la agrupación no tenían dónde tocar y sin más recato propusieron al dueño de una taberna ubicada en la Avenida Reforma 1718 un “pericazo”.

¿Quiénes son?, ¿qué temas interpretaban?, ¿cómo se llama el lugar? Éntrele a la cápsula del tiempo y vayamos exactamente a un viernes 13 de marzo de 1992 justamente a ese lugar muy cerca del Paseo Bravo, en pleno Centro Histórico de Puebla.

Son las 21 horas:

Más que su nombre, la bulla que de ahí proviene es un misterio.

Refugiado en las penumbras de la noche se escuchan carcajadas, choques de vasos, voces risueñas y lo mejor: solos de guitarra, batería, bajo, teclados y timbres similares a los de un Hendrix, Morrison y Plant.

Vayamos por pasos: camino obligado para salir al Paseo Bravo sobre La Reforma y 13 Sur, fue el pasado viernes 13 de marzo de este año (1992) cuando la curiosidad mató al gato.

El reportero le describe qué hay en la cueva del metal…

25 mesas para cuatro personas rodean en semicírculo un modesto escenario de 2 por 4. Instrumentos, bafles, amplificadores y micrófonos aguardan la llegada del cuarteto.

Mientras Mariano Piña Olaya gobierna el estado, la Universidad Autónoma de Puebla toma nuevos aires al frente de José Doger Corte, sin embargo, todo lo que sucede en la ciudad vale un reverendo sorbete a la clientela del ladies bar “El Comodín”.

22:00 horas. Sentado al lado izquierdo de la barra, el papá de un amigo narra la historia:

El auditorio es variado, si bien hay dos que tres universitarios, la mayoría son empleados y sesentones, así como damas de todas las formas, texturas colores y sabores.

Ellas son el agasajo. Tanto como ángeles caídos del cielo, no. Unas se enfundan en blancos y entallados pantalones de mezclilla, mientras otras presumen minifaldas, escotes y chamorro, ¿y la moda?: la moda es lo de menos, lo de menos es más.

Las charlas futboleras y de cómo ligar las acompañantes son amenizadas por una cumbia rokcola. Las damiselas cobran 10 pesos la pieza, sea de Bronco, Los Yonic’s o Carro Show.

Para ese entonces la soledad se posesiona de La Reforma (desde luego, cuando se podía caminar en la Puebla nocturna sin que después de un asalto te picaran o mataran).

Mientras algunos poblanos ya andan en pijama, para otros la noche apenas comienza.

23:00 horas. La cumbia termina. La gente regresa a sus mesas a beber una copa. En eso, de una puerta secreta salen cuatro hombres de greña larga y encrespada: “uno, dos, tres… sí, bueno, ssí, probando, sssssí, ssscinco, ssscinco… amigos cómo están, buenas noches, llegamos para complacerlos, nosotros somos Fin de Siglo”.

Integrado por Ramón Alamillo Alaniz, (teclado y guitarra), José de Jesús Badillo Landa (batería), Alejandro Chaín Toca (bajo y coros) y Víctor Taylor (guitarra), cimbraron con un concepto poco escuchado en Puebla: lo mejor de lo mejor en covers y rock cien por ciento puro.

La clientela está integrada en su mayoría por trabajadores de la CFE, VW, Telmex, IMSS o Hylsa, aunque hay abogados acompañados. La música es el imán.

24:00 horas. La carta musical de “los cuatro jinetes del Apocalipsis” está compuesta de covers clásicos de Doors, Beatles, Queen, Led Zeppelin, Pink Floyd, Carlos Santana y Creedence, entre otros, pero lo más atractivo de todo ello es la fusión, coordinación y espectacularidad de estos legendarios en el escenario.

Y si algo llama la atención es que si bien con “Europa” y “Hotel California” los clientes bailan de “a cartón de chelas” con las acompañantes, lo mismo hacían con un blusero “Drifting” de Clapton, total que entre más cantaban, más pedían.

1:00 horas. El cuarteto se tomó un “break”. Su público comenzó a gritar “otra, otra, otra”.

Fueron seis horas ininterrumpidas de rock. Caverna repleta, atascada de humo (y no artificial, sino de Marlboro, Montana, Delicados y una que otra “hierba buena”).

Para quitarse la duda, el voyerista le entró a la bailada con el cover de “Riders on the storm” de Jim Morrison https://www.youtube.com/watch?v=Wbx6gULYNbc Comprobó que sí se puede bailar un heavy de a “cartoncito” con la voces de Fin de Siglo.

2:00 horas. Aturdido, después de cinco cubas, el papá de un amigo ingresó al baño de El Comodín para viajar por el tiempo y regresar del 92 al 2020 para escribir esta retrospectiva no sin antes observar por última vez la ira sublime de Jesús en la batería y coros; el espectáculo de Ramón en los teclados y guitarra; la indomable personalidad del Taylor (q.e.p.d.) en la guitarra; y al bonachón de Alejandro “El Gitano” en el bajo.

Confesiones en corto

Debe saber que en un principio el cambio fue radical.

Mucha clientela huyó del inmueble. Acostumbrados a las cumbias, género perfecto para el “arrimón”, los temas de Wings, Animals y Beatles les gustaron sólo a algunos, quienes se quedaron fueron testigos de la eterna boda entre el heavy metal y los bares.

  • ¿Pero cuáles son las ventajas de ser roquero?
  • Uy, las chavas llovían del cielo, todos te hablan como si te conocieran de años, soy yo mismo, no una persona que se mata preparando en una profesión y termina siendo un todólogo.
  • ¿Mitos?
  • Pufff, ¡hartos!, primero que somos pachecos de nacimiento, lo seremos, pero no de nacimiento, hoy en día es efectivamente un cuento.
  • ¿Hooligans?
  • Puede que sí, pero sin exagerar.
  • ¿Chupamirtos?
  • Eso, como en todo oficio.

Sólo como dato para el lector, debe saber que entre las personalidades que han circulado por el ladies bar El Comodín figuran los nombres de los Reyes Huerta: nos pedían canciones viejitas como “No seas cruel” (Elvis Presley), “El Monje” (Paul McCartney) y “El show debe continuar” (Queen), fueron muy buenos tiempos.

Canciones originales

Algún día/Alamillo

Fin de Siglo/Fin de Siglo

Loco de este tiempo/Badillo

Historias macabronas/Alamillo

Hombrecillo de sueños/Badillo

En una palabra

El huevón: Chaín

El toques: Badillo

El metalero: Taylor

El insociable: Alamillo

El matadito: Alamillo

El briagoberto: Taylor

El desmadroso: Badillo

El hombre-pueblo: Taylor

El galán: todos (hasta Chaín)

Topten de Fin de Siglo

  1. Hotel California/ The Eagles
  2. Escalera al cielo/ Led Zeppelin
  3. Mujer de magia negra/ Santana
  4. Carretera al infierno/ AC/DC
  5. Paranoid/ Black Sabbath
  6. Yesterday/ The Beatles
  7. In a gadda da vida/ Iron Butterfly
  8. Europa/ Santana
  9. Another Brick in the Wall/ Pink Floyd
  10. We are the Champions/ Queen

Fin de Siglo en frases

“Todos aportamos algo para darle un toque distinto a los refritos… menos el ‘Gitano’, ese hombre sí que echaba la concha”

Alejandro Chaín Toca

“Un día la maldita rockola no funcionó y una chavilla me pidió: ‘ay, porfis, porfis toquen ‘Que no quede huella’, y pues ni modo, pero los coros altos se los echó Moncho”

Jesús Badillo Landa

“Al principio tocábamos baladas, pero al vernos de pelo largo la clientela comenzó a solicitarnos rock”

Ramón Alamillo

“Nos echábamos desde un cha-cha-chá, boleros, cumbias y salsas, rock and roll, pop, todo lo que existiera”

Alejandro Chaín Toca

Algo es cierto, El Comodín debía seguir con el ambiente de ficheras, cuando las nenas de aquel entonces los escucharon, si bien muchas se fueron, lo cierto es que otras llegaron y bailaron hasta de cachetito temazos de grandes como Pink Floyd.

El cuarteto entregó todo en los escenarios, una que otra presentación en el Teatro Principal, posteriormente cambió de nombre. Se hizo llamar los Fieles Difuntos, más tarde se desintegró. Hoy día el único sobreviviente de la banda trabajando en tocadas es Ramón Alamillo, del resto cada uno trabaja en proyectos independientes, lo cierto es que hicieron historia en la Puebla roquera.

Por: Arnoldo Márquez

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