Una reflexión sobre la importancia de anticipar, decidir y vislumbrar un futuro propio en tiempos de incertidumbre.
Eugenio Yarce
Estudio, escribo y asesoro sobre innovacion y educacion
Pensar en el futuro es, en el fondo, un gesto de humildad. Aceptar que el mañana no está escrito, que no lo conocemos, pero que podemos acercarnos a él con preguntas, con intuiciones, con decisiones conscientes. Prever no es adivinar, ni buscar certezas imposibles. Es cultivar la capacidad de mirar hacia adelante sin miedo y actuar en consecuencia.
Prever es distinto de predecir. No se trata de imaginar que el futuro es inalterable ni de resignarse a esperar pasivamente su llegada. Tampoco de caer en la ilusión de controlarlo todo. Prever es prepararse para vivir, atentos a las señales de nuestro entorno y de nosotros mismos, reconociendo que, aunque el azar y las circunstancias existan, nuestras elecciones cuentan.
Prever el futuro exige primero preverse a uno mismo. Requiere una mirada honesta hacia nuestro propio ser: comprender nuestras constantes, nuestras formas de reaccionar ante las pruebas, los valores que nos mueven. No para encerrarnos en lo que ya somos, sino para delinear lo que queremos llegar a ser. Claridad y ambición se entrelazan en este ejercicio: saber quiénes somos y atrevernos a imaginar lo que podríamos ser.
No se trata de obsesionarse ni de caer en la ansiedad por lo que no podemos controlar. Bastan pequeños espacios de reflexión cotidiana: quince minutos para preguntarnos qué proyectos avanzan, qué riesgos crecen en silencio, qué oportunidades requieren ser tomadas antes de que desaparezcan. Prever no es anticipar catástrofes, sino acompañar de cerca el movimiento de nuestra vida.
Vivir sin prever es entregarse al azar o, peor aún, a la voluntad de otros. Quien no proyecta su camino, camina los senderos que otros deciden. Por eso prever es, en última instancia, un acto de responsabilidad hacia nosotros mismos y hacia quienes nos rodean. Nadie construye su futuro en soledad; lo hace en compañía: cada decisión impacta en la vida de quienes nos acompañan hoy y de quienes vendrán después.
La previsión personal puede explorarse a través de cinco dimensiones :
La previsión retrospectiva, que nos invita a mirar atrás para entender qué nos define y cómo hemos navegado ante los problemas y los logros.
La previsión vital, que examina el cuidado que damos a nuestro cuerpo, a nuestra salud, a nuestra capacidad de sostenernos en el tiempo.
La previsión medioambiental, que reconoce la influencia mutua entre nuestro destino y el de quienes nos rodean.
La previsión afectiva, que explora el tejido emocional de nuestras relaciones y su peso en nuestra historia futura.
La previsión proyectiva, que analiza los hechos y decisiones que pueden forjar nuestro porvenir.
De este ejercicio nacen dos relatos: uno donde nuestras posibilidades florecen; otro donde los riesgos no atendidos se materializan. Ambos son necesarios: no para vivir atrapados entre el miedo y la esperanza, sino para actuar con mayor conciencia y libertad.
Vivimos tiempos en los que la tecnología promete predecirlo todo. Los algoritmos ofrecen anticipar nuestros movimientos, nuestras elecciones, incluso nuestros sentimientos. Frente a esta seducción de la certeza instantánea, el desafío es aún mayor: resistir la tentación de vivir en modo automático y optar por la disciplina de pensar en nuestro futuro.
Prever es escribir un relato propio, no como quien sueña pasivamente, sino como quien, aún sabiendo que no controla todo, elige cada día ser autor y no espectador de su historia.
Prever no es garantizar el éxito. Es atreverse a vivir de manera más consciente, más digna, más libre. Es reconocer que, aunque el futuro se escape siempre en parte de nuestras manos, hay en nuestras elecciones una fuerza silenciosa que puede cambiarlo todo.
No se trata de adivinar qué pasará. Se trata de preguntarnos, cada día, en qué dirección queremos caminar.
Prever no es saber qué vendrá. Es tener el valor de caminar hacia lo que anhelamos construir.
Este texto es una reflexión libre inspirada en las ideas de Jacques Attali, especialmente en su obra “Presciencia”.Attali, Jacques. Presciencia. Manuscrito, 2020.