Ariel dice que es preciso aprender a renunciar. Al empecinarnos en conservar con obstinación las cosas que ya no nos pertenecen, nosotros sufrimos. Pero como es bien sabido, nosotros los seres humanos, preferimos un baúl lleno de basura a no tener nada. Aquí está de nuevo el horror de la vacuidad. En realidad, es una bendición.
“No debemos temer al desierto. Hace calor y hay que viajar sin peso. Moverse despacio hacia nuevos oasis. No hay que sufrir si los lugares conocidos han agotado el agua.
Eran recursos, a veces sucede. Disfruta de este momento mágico: la magia del instante antes de la llegada del enamorado, aun sin conocer, aun sin comprender; la magia de entrar a un espacio donde faltaba la vida humana desde hace milenios. ¡es magia! La magia del instante antes de ver a tu hijo salir de tu vientre, ese momento de dolor maravilloso”.
A través del proceso de recuperarnos a nosotros mismos, y de viajar sin peso, todos daremos una gran lección a quienes nos rodean. Será mucho mejor que hacernos cargos de sus problemas, les enseñaremos como se logra hacer las cosas por uno mismo, les enseñaremos ser ellos mismos.
Nuestra vida parece un camino constelado de señales de tráfico, en las cuales podremos escribir: ¡estamos trabajando para nosotros!
Es totalmente inútil, quejarse de que la viabilidad durante las obras en curso es más lenta, que en algún momento del día falta el agua y que las señales son irregulares….
¡Somos seres enormes! ¡Nos vamos a fijar en los detalles!
Estamos en un recorrido maravilloso y todo es un regalo, cada cosa dentro y fuera de nosotros lo es, comemos comida que se nos ofrece cada día. Vemos el nuevo día, otra gran oportunidad de vivir en intentar cambiar nuestro futuro desde el aquí y ahora. ¡¿y seguimos quejándonos?!
¡EGO DISTORSIONADO!
Por: Juan de Dios Flores Arechiga.
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