Comparte con tus amigos

Un mundo mejor es posible

En estos días agitados, más por los medios de comunicación que les dan a los actores más importancia de la que tienen, surge claramente diferenciada una confrontación entre el pensamiento crítico y su opuesto el pensamiento dogmático, el pensamiento crítico, es el privilegio de la parte más educada de nuestra sociedad, la que ha tenido la fortuna de escalar más alto los peldaños de la ciencia, lo que es natural, ya que es la clase de pensamiento que se requiere para que la ciencia se desarrolle, no se podría alcanzar ningún avance científico sin que alguien no haya sentido la inquietud de explicarse como ocurren los fenómenos físicos, químicos, históricos, sociales, económicos, etc.

El pensador acostumbrado a pensar de manera crítica, recibe la información pero antes de asimilarla la procesa, la compara con otras informaciones previas que pueda haber recibido o, simplemente la analiza, la razona y en su caso la acepta o la rechaza o le introduce sus propias ideas y con éstas se forma un nuevo pensamiento, sujeto a su vez a análisis cuando se le presente una nueva oportunidad de hablar sobre el tema, el pensador crítico escucha, procesa y decide en función de lo que su razón le dicta, pero cuando se confronta con un pensador dogmático,  por lo general no existe buena comunicación pues son dos mecanismos muy diferentes de pensamiento que resultan estériles para el debate, precisamente es lo que vemos en nuestros días en los que se llega a la ofensa, la descalificación, el insulto, pero sin resultados útiles.

En su caso, el pensamiento dogmático, opera en sentido completamente opuesto, aquel individuo que ha sido sometido a una educación dogmática, se le han inculcado pensamientos firmes, que no están sujetos a discusión, el dogma se dice que es de fe, porque no se discute, se acepta o no, pero no se somete a discusión ni análisis de ninguna índole, es fácilmente identificable porque son personajes que se molestan cuando se les invita a debatir, ellos están acostumbrados a decir la última palabra y no admiten más discusión, digo esto porque me viene a la cabeza un personaje que en los últimos días, los medios siempre ávidos de sacar provecho de las circunstancias, le han dado cabida en reportajes y noticieros, abrigando la esperancita de que su protesta prospere y lo lleve a deponer al presidente AMLO, que tanto les ha afectado en sus intereses económicos, al recortarles drásticamente el presupuesto que los gobiernos liberales les otorgaban con el interés ¡claro! de voltear para otro lado cuando realizaban sus tropelías, sus desfalcos, sus abusos flagrantes en contra del pueblo que inerme era víctima de estos atracos un día sí y otro también.

Lugar aparte, merecen aquellos que se instalan en su mullido sillón a ver pasar las cosas, estos son los que más daño le hacen a la sociedad, porque padecen de una proverbial pereza mental que les impide ambos tipos de pensamiento, el dogmático y el crítico, peor aún, como no están acostumbrados a pensar por sí mismos, entonces se nutren ideológicamente de lo que oyen en radio o en la TV, o en cualquier otra persona de esas que se ha dado en llamar “infuencer” debido a que influyen y de forma muy acentuada en este segmento de población que es abrumadoramente mayoritario, que en los hechos sirven como carne de cañón ya que son perezosos para pensar, pero obstinados una vez que han formado su criterio con las ideas de quienes han influido en ellos, incapaces de pensar  por sí mismos pero tercos en defender las ideas con las que han sido infectados por quienes taimadamente las han sembrado en sus cerebros.

El personaje al que hago referencia líneas arriba es Gilberto Lozano, un hombre que ha tenido una trayectoria brillante de acuerdo a sus valores, desempeñándose en diferentes cargos y cumpliendo seguramente con sus objetivos, pero que ha incursionado en el terreno político sin escuchar a nadie más que a sí mismo, sin ser capaz de comprender que en la política, quien desea de manera genuina ayudar al pueblo, debe en todo momento saber escuchar su voz y debe de saber mandar obedeciendo lo que las mayorías desean, el señor no escucha a nadie, es enfático, majadero y arrogante, quiere imponer su voluntad y no le falta un puñado de ovejas que lo siguen hasta cierto punto, por ejemplo lo han seguido hasta el zócalo de la CDMX y han montado sus tiendas de campaña, todas del mismo modelo, pero sus fieles seguidores no se meten en ellas, nada más las cuidan de que ¡la policía no las levante! Y se las lleve, para que a las cámaras de los noticieros manipuladores parezca de verdad un plantón.

A pregunta expresa de la prensa sobre dónde pasa las noches, él responde que por seguridad no puede revelar este dato, ya que en su cabeza cuadrada quizá tenga enraizada la idea de que es un perseguido político, que su seguridad peligra lo cual por supuesto es otra más de sus ideas descabelladas.

Por: Enrique M. Díaz Sánchez

23/Sep/2020

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *