Deepfake y el auge de los medios independientes

20/dic/2024

Recientemente, el famoso astrofísico Neil deGrasse Tyson expresó su preocupación sobre el impacto de las tecnologías de inteligencia artificial, como los deepfakes, en la confianza pública hacia la información en internet y las redes sociales.

Como sabemos, el avance de los deepfakes ha generado un nivel de sofisticación sin precedentes en la manipulación de contenidos audiovisuales. La capacidad de este tipo de herramientas tecnológicas para crear imágenes, videos y audios falsificados pero altamente realistas, está transformando ràidamente la manera en que consumimos información.

Por eso el carismático científico -sucesor del aclamado divulgador científico Carl Sagan- asegura que “cuando la IA perfeccione los deepfakes de personas, lugares y cosas, ninguna noticia será confiable. Incluso aquellos que previamente creían en noticias falsas pensarán que sus noticias falsas son falsificadas.”

Esta contradicción ya está teniendo un fuerte impacto en los medios tradicionales de comunicación (radio y televisión). De acuerdo con un estudio de Forbes España, las noticias falsas generadas mediante deepfakes han comenzado a viralizarse, incluso utilizando la imagen de presentadores reconocidos para transmitir información engañosa. En este contexto, la audiencia se enfrenta a una paradoja: mayor acceso a la información, pero menor capacidad para discernir su veracidad.

¿Cuál será el impacto social de este absurdo? De acuerdo con diversos analistas, una buena parte de la población se aferrará a los contenidos de medios tradicionales de comunicación (radio y TV), mismos que, a su vez, experimentarán una profunda depuración ideologico-discursiva para afianzar cierta uniformidad narrativa.

De hecho, en México este proceso comezó desde hace 6 años. Como ejemplos, todos recordamos la salida de Televisa de Carlos Loret, Víctor Trujillo y Adela Micha. Así como el despido del periodista Jorge Ramos y de León Krauze de Univisión. Lo mismo que de Sergio Sarmiento de Radio Centro. Luego, a raíz del triunfo de Morena y aliados el pasado 2 de junio, se dio el despido de Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín, Denise Dresser, Pablo Majluf, Luis de la Calle y Paula Sofía Vázquez del programa La hora de opinar, de Televisa. Y más recientemente, vimos la cancelación en Canal 11 del programa Dinero y Poder, con la consecuente salida de Macario Schettino y Ezra Shabot; Fórmula Financiera en Radio Fórmula, con la salida de Mari Carmen Cortés y Marco Antonio Mares; la cancelación de Agenda Pública en Foro TV de Televisa, con la salida de Mario Campos; y la salida de Lily Téllez y Germán Martínez de Radio Fórmula.

Todos estos casos, que han sido considerados como ataques abiertos a la libertad de expresión -incluído el del periodista Gustavo Macalpin, quien fue despedido en vivo durante la transmisión de su programa “Ciudadano 2.0” en Canal 66 de Baja California- son parte de este afán de uniformar una sola narrativa y una sola visión, basada en una sola fuente de “información”.

Frente a esta crisis de credibilidad, otro gran segmento de la ciudadanía se integrará al gupo de escépticos, incrédulos y descreídos nihilistas de siempre, que dejará de consumir noticias e información, hasta convertirse en un hueso duro de roer para la manipulación política. Este grupo de ciudadanos solo reaccionará cuando la situación económica lo orille a tomar partido y a “informarse”.

Finalmente, frente al fenómeno deepfake, surgirá un nuevo grupo de ciudadanos que que buscará fuentes alternativas confiables de información, como los medios independientes sustentados en modelos de pago y sin dependencia de anunciantes ni concesiones. Estos medios, cada vez más accesibles al bolsillo, ofrecerán un nuevo refugio para aquellos que busquen información confiable y de calidad. Además, se convertirán en los principales promotores de una nueva cultura de alfabetización mediática, educando al público sobre cómo identificar información manipulada.

La combinación de medios independientes y alfabetización mediática, así como el retorno a fuentes tradicionales de conocimiento y desarrollo del sentido crítico como los libros (en un mundo saturado de noticias falsas, la lectura profunda y reflexiva ofrecerá una vía para desarrollar pensamiento crítico y discernimiento.), darán lugar a una transformación en la manera de consumir información. Lo que a su vez se consolidará como la nueva forma de comunicación sustentada en la confianza y la calidad, es decir, en información bien investigada y éticamente producida.

Al principio, es probable que los intentos de controlar estas alternativas de comunicación lleven a medidas bananeras como apagones de energía o restricciones al acceso a internet. Sin embargo, el desarrollo tecnológico inevitablemente democratizará el acceso a la información de calidad, ayudando a detectar deepfakes y garantizando la autenticidad de los contenidos.

Esta democratización también estará impulsada por una mayor conciencia sobre la importancia de la ética en la tecnología y el consumo de información. A medida que estas iniciativas ganen terreno, se consolidará un ecosistema informativo más robusto y confiable, clave para construir una sociedad más informada y crítica, capaz de navegar con éxito en las complejas aguas del populismo autoritario, cuyo pilar fundamental son las fake news.

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Raul Hermosillo
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