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DAR POSITIVO NO SIGNIFICA ESTAR ENFERMO

La prueba RT-PCR, que es la que diagnostica la infectividad„ es una prueba inespecífica según su creador Kary Mullis (Fallecido en el 2019), pues no distingue de virus, de ARN de exosomas o proteínas provenientes de células. Y si se trata del test de la OMS, detecta además el cromosoma 8, común a todos los seres humanos. Es decir, que, si la prueba no fallara, dicho test nos saldría positiva a todos, pero al fallar, a muchos les da negativo. Es decir, además de falsos positivos, da falsos negativos. Y en muchos países del mundo, se está dando por buena una prueba que no tiene ninguna validez, puesto que se diagnostica como «contagiados» o «casos» a las personas con un resultado positivo. La consecuencia de ello es que esa persona se tiene que confinar en su casa durante diez o quince días, dependiendo del país y, a su vez, todos sus contactos.

Este sistema de aislamiento y de pánico, alimentando por los medios de comunicación, con información falsa, unido al cierre de comercio y restaurantes, tanto por el confinamiento de sus propietarios como por decretos ley, según convenga a los políticos, esta causando un gran trastorno de pandemia con el consiguiente pánico creado, el consiguiente abandono de los comercios, restaurantes, tanto por el confinamiento de sus propietarios o empleados como por decreto leyes, según conveniencia de los políticos, esta causando una verdadera pandemia de pánico colectivo.

Y ya sabemos quiénes dan esas órdenes a los políticos, pues ya se están desenmascarando: unas elites globales que pretender disminuir la población mundial a menos de la mitad. Ya comenzaron a hacerlo con determinada educación basada en la ideología de género, según la cual el amor no tiene sexo, por lo que una persona puede amar a quien quiera y sentirse hombre, mujer, binario, incluido el amor Inter especies.

La despersonalización ya estaba en marcha, pero con la Pandemia se consigue una esterilización global, pues solo las parejas que estaban consolidadas antes, podrán tener relaciones sexuales sin miedo al contagio. Entre las próximas parejas, si es que las hay, será mucho más difícil, pues hasta los saludos se realizan con el codo o con la mano en el corazón, con mascarilla, limitación de personas en las reuniones, el teletrabajo, fomento del aislamiento, redes sociales y todo lo relacionado con internet, para, aislar a las personas y evitar la química personal. Estos decretos leyes, propios de una dictadura, están pisoteando nuestra libertad y todos nuestros derechos humanos; como es el derecho de comunicación, de expresión, reunión, asociación y, por tanto, son ilegítimos.

La antropofobia no es lo mismo que la fobia social; aquella es más global, pues la fobia social se basa en la vergüenza, timidez o miedo a ser juzgado por los demás o comparado con otras personas, ante el deseo de ser aceptado por ellos.

Normalmente, la fobia social se da en grupos pequeños de personas con los que el sujeto esta interactuando, mientras que el miedo a la gente o antropofobia es un miedo generalizado al acercamiento físico a cualquier persona, incluso a los niños.

Cuando nos acercamos, no interactuamos, ni siquiera hablamos con ellos, por miedo a enfermarnos, lo que incluye otro trastorno: la nosofobia, que es el miedo a enfermar, es diferente de la hipocondría, que es la firme creencia de que estamos enfermos, y que los demás, incluido el médico, nos están engañando.

EL SER HUMANO BUSCA LA RELACIÓN CON SUS SEMEJANTES

Valoramos mucho que los demás nos acepten, más que aceptarnos nosotros, y en reuniones sociales mostramos nuestra mejor cara para caer bien, ser simpáticos y aceptados. Todos necesitamos amor, amor, respeto, cuidado. Ese es el oxígeno que alimenta nuestra alma, entendiendo por alma, el ánima, la psique, lo que anima nuestro cuerpo: pensamientos, deseos, sueños, sentimientos, emociones. Normalmente, ese amor en una temprana infancia lo suelen dar los padres, la familia y los amigos.

Pero si ese cariño falla en una temprana infancia, nuestra autoestima, así como la valoración y el amor hacia nosotros mismos, se verán dañados y seremos desequilibrados e infelices. Por eso es tan importante el cariño y la aceptación de los demás, ya que nosotros no sabemos estar bien con nosotros mismos.

El odio es el polo opuesto al amor, pero están en la misma línea emocional: rechazo y atracción, odio y amor, repulsión y cariño. Sin embargo, es el miedo lo que es contrario al amor. EL AMOR ATRAE Y EL MIEDO ALEJA. La diferencia entre el miedo y el odio es que el primero quiere alejarse del sujeto u objeto que teme, mientras que el odio lo atrae con la emoción del rechazo, de la rabia; le gustaría destruir al sujeto u objeto que odia.

El miedo no quiere destruir, pues solo su pensamiento crea ansiedad, temblor incluso pánico. En el odio existe en el maltrato la violencia y la destrucción. El miedo existe la huida o el bloqueo ante el solo el pensamiento del objeto que produce este temor.

El miedo puede crearnos depresión, no querer salir de casa, ansiedad ante el contacto de otras personas (aceleración de los latidos del corazón, sudoración de las palmas de las manos, dilatación de las pupilas), bloqueo conductual, aislamiento social, soledad con la consiguiente baja de defensa, lo cual nos predispone para cualquier enfermedad física o psíquica.

El hombre es un ser social, como las abejas y las hormigas. Nos desarrollamos y sobrevivimos en sociedad desde la época prehistórica, donde nos reuníamos en tribus compuestas de familias, para defendernos del frio, de los elementos de la naturaleza, ya fueran tormentas, huracanes o bien las fieras que abundaban a nuestro alrededor. Durante de miles de años, seguimos viviendo en tribus o barrios, donde nos relacionamos con nuestros semejantes y compartimos con nuestros oficios y profesiones los desarrollos mas necesarios no solo para nuestra supervivencia sino también para nuestro bienestar. A lo largo de los siglos hemos padecido epidemias y pandemias, lepra, gripe, tifus e innumerables pestes.

El miedo es natural en el ser humano: miedo a la muerte, al sufrimiento, a la miseria, a la enfermedad o a la soledad. Estos son miedos naturales con os que hemos de saber como vivir y racionalizarlos, comprendiendo que, en general, el ser humano ha ido avanzando y, en la actualidad, con la ayuda de la ciencia t la técnica, se han alcanzado altas cotas de bienestar, si bien los valores humanos no han ido en consonancia.

Cuando el miedo es irracional, no responde a un estimulo real, es un miedo imaginario, creado por nuestra mente y, generalmente, esta referenciado al futuro.

En ese caso es un miedo que nos invade, nos bloquea y es difícil deshacerse de él, dado que lo creamos y alimentamos nosotros de forma inconsciente, automática y a veces no podemos desprendernos de él.

Pero aun es peor cuando el miedo se convierte en miedo colectivo, sentido por una gran parte de la sociedad. Estos miedos son intencionalmente alimentados por los miedos de la comunicación y los poderes públicos, que quieren tener sometida a la población, para manipularlas fácilmente y llevarla a donde ellos quieren. Esto se ha visto y se sigue viendo con la pandemia o plandemia de la COVID-19.

Hemos tenido enfermedades muy graves, incluso infecciosas, pero nunca antes las personas sanas habíamos sufrido un encarcelamiento obligatorio en nuestros domicilios, por temor a contagiarnos o a contagiar a los demás. Se aislaba a los enfermos que tenían síntomas, pero nunca a las personas sanas. Ahora que la pandemia está proceso, ya no fallecen tantas personas, nos obligan a salir de casa con mascarilla, incluso al aire libre, aunque no tengamos a nadie alrededor. En las empresas, están haciendo test PCR y parece que no distinguen entre coronavirus, gripe y otros resfriados, y las muestras de ARN pueden darnos positivo. Pero eso no implica que estemos enfermos, ni que contagiemos. La manipulación mediática continúa y esto ejerce un efecto muy pernicioso en la psique de las personas, que nos vemos obligadas a huir unas de otras, a no hablar con ellas, no relacionarnos, por miedo a contagiar o ser contagiados de algo que no vemos ni sabemos lo que es. Por tanto, es un miedo imaginario que nos impide llevar una vida normal, alegre, contactando con nuestros amigos y familiares de forma natural. Y con las medidas gubernamentales de prohibir eventos y reuniones sociales, están haciendo quebrar a muchas empresas y autónomos, conduciéndonos a la ruina económica, al hambre, a la desesperación y al suicidio.

Cuando el miedo es colectivo, se contagia, se agranda, y las personas mas sugestionables lo acusan más: lavan sus zapatos con lejía, se cambian toda la ropa y la lavan cada vez que regresan de la calle, se duchan, limpian compulsivamente todos los objetos que tocan asiduamente y viven en un constante estado de ansiedad, creándose un Trastornó Obsesivo Compulsivo (TOC).

Frente al miedo imaginario y colectivo lo mejor es el conocimiento, ampliar el conocimiento y la información sobre el causante del miedo, en este caso el coronavirus. Informarnos escuchando a los profesionales de la salud, incluso escuchar diferentes versiones, que nos permitan compararlas, reflexionar sobre ellas y decidir cual es la mas correcta y esta mas cerca de la verdad, ya que hay muchas versiones, y los profesionales sanitarios no se ponen de acuerdo, pues intervienen muchas variables de manipulación política, ideológica, económica. Aislar a las personas, confinarlas, incluso a los sanos, es una medida con un alto coste, por que se incrementa el miedo, deteriorando el sistema inmunitario.

Desde la creación de la vida en la Tierra, estuvimos rodeados por dentro y por fuera de virus y bacterias. De hecho. las bacterias que residen en nuestro estómago son las que realizan nuestra digestión. En una gota de agua hay millones de virus, y son necesarios para la vida. Algunos virólogos se inclinar a creer que hay virus perniciosos que nos enferman cuando nuestro “territorio”, nuestro sistema inmune está depresivo bajo. Otros consideran que el contagio aéreo no existe por un virus, pero sí por una intoxicación química, como un gas, electromagnética. Pero lo que baja nuestra inmunidad, nuestra fortaleza; es el miedo, el aislamiento, el sedentarismo, no paseos al aire libre, no baños de sol, baños de mar, no comer sano, no dormir bien, trabajar en el estrés y llevar una vida anormal.

El miedo colectivo se convierte en paranoia colectiva, trastorno paranoide. En este caso, el virus tiene la potencia y el poder de infección que se le ha dado. Por eso las mascarillas solo son útiles cuando estamos en contacto con otras personas enfermas que tosen o estornudan a nuestro lado a menos de un metro, tal y como dice la OMS, aunque también hay otra teoría de que nadie nos puede contagiar por vía aérea, sino por inoculación, a través de mordedura de animales, picaduras de mosquitos o vacunas con sustancias toxicas. Los contagios, nos dicen estos especialistas sanitarios, son por vía sanguínea, no por vía aérea, a no ser que estemos ante un gas toxico.

Los síntomas o respuestas que produce el miedo, la ansiedad y las fobias son: evitación total del objeto temido; urgencia por escapar y huida con total pérdida de control. Estas tres respuestas, cognitiva, fisiológica y motora van a estar siempre presentes e íntimamente interrelacionadas cuando se active un estado de ansiedad anormal. Por ello, en cuanto modifiquemos cualquiera de ellas, automáticamente modificaremos las otras dos, por lo que será de vital importancia conocerlas a fondo para poder exponernos y enfrentarnos al círculo vicioso en el que se queda enganchada la persona que padece una fobia. Veamos un ejemplo: El cuerpo ya está listo para huir o para defenderse. Una vez superada esta primera fase de reacción, la señal de «peligro» llega a la corteza cerebral donde reside el pensamiento consciente y ahí es donde realmente se analiza la situación. Si el cerebro a través del pensamiento califica también la señal como de «peligro» (por ejemplo, una situación amenazante para nosotros) la reacción se intensifica. Y es a partir de este momento cuando comienza la carrera hormonal por el cerebro y por todo el cuerpo. La meta vuelve a estar en las glándulas suprarrenales, que ahora van a segregar cortisol.

Esta hormona agudiza aún más la reacción corporal y se encargara entre otras cosas, de mantener la respuesta movilizando las reservas suficientes para que el suministro de energía sea el adecuado. Mas tarde, una vez pasada la percepción de peligro, será el propio cortisol quien se encargue de dar la señal de parada y de que el sistema vuelva a su situación de normalidad, poniendo fin a la situación.

Esta situación de estrés, como el miedo al contagio, se segrega adrenalina y cortisol, que debilitan nuestro sistema inmunitario, nuestros linfocitos T, y hacen que nuestro organismo se inmunodeprima y enferme. Por esta razón, el único virus que hoy está atacando a la humanidad, es el virus del miedo, asociado con la mentira y la tergiversación de la realidad. Lo que realmente ha enfermado a tantas personas mayores que han fallecido con grandes inflamaciones en sus órganos, cuyas causas la OMS no permitía averiguar, al impedir las autopsias a los cadáveres, es multifactorial: patologías previas, cuerpos ancianos y debilitados, organismos inmunodeprimidos (estresados, ansiosos, mal alimentados, con falta de sueño) y, sobre todo, en las residencias de ancianos, ausencia de cuidados, abandono y aislamiento. La mayoría de los ancianos han fallecido por miedo, soledad y abandono. Y si gritaban o se ponían muy nerviosos, la única cura era una inyección de morfina, para que durmieran y no molestaran.

LA FARSA DE LA PANDEMIA

Esta pandemia es una gran farsa muy bien ideada desde hace años, para debilitarnos, matar a los que sobran, arruinarnos, mezclarnos con ciudadanos de otros continentes para ir desgastando nuestras tradiciones, identidades, nacionalidades, y construir un mundo global con un único gobierno dictatorial, donde todos los que sobrevivan al miedo, las vacunas mortales, la contaminación química, transgénica de los alimentos, los gases de los chemtrails, el estrés, el aislamiento y la deshumanización, ir sustituyéndonos por robots, en un camino hacia lo que llaman el transhumanismo, que no solo es un mundo sin Dios, sino un mundo casi sin seres humanos.

Y ya que hemos empezado a tener al ser humano, a desdibujar y destruir su individualidad con la mascarilla, a no comunicarnos presencialmente, a no abrazarnos, besarnos, ni siquiera comunicarnos de manera presencial, cercana. La antropofobia es el mejor sistema de terminar con gran parte de la humanidad, produciendo su esterilidad.

Con esta gran farsa caerán muchas mentiras, sobornos, manipulaciones, que ya se están desenmascarando, y confió que quede poco tiempo, para que vayamos despertando y dándonos cuenta de esta gran mentira: no nos enferma ningún virus, posiblemente exista el SARS-Co V-2, pero al ser un virus artificial, “quimera”, si se contagia, poco a poco se va debilitando.

El miedo a la gente, la antropofobia, esta siendo cultivada con fines destructivos contra la humanidad. Ese es el autentico virus que han soltado y alimentan diariamente en los medios de comunicación de masas, como la televisión.

Artículo tomado del libro:

“El engaño más grande en la historia de la salud”

Enviado por:

Juan de Dios Flores Arechiga.

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