Sentado en el umbral de la vejez, al que he llegado sin morir, viviendo, miro hacia adelante, hacia atrás, y cuento las canas, los años, las pecas en mis manos. No quiero hacer la lista de mis amigos muertos, de las oportunidades perdidas, de los sueños derrotados, pero me afligen los huesos de ese pasado desolado, desierto pantano de recuerdos… No quiero, no quiero… escribir la lista de mis domicilios pretéritos, de los gestos amables de olvidados nombres, de inolvidables rostros. No hay álbum que pueda guardar las mudanzas, las maletas, la lluvia en la ventana, el pan enmohecido. Quiero ese amor que nunca fue, ese amor de siempre, el que escogí como último, el que se desvaneció en el tiempo, quiero, solamente, simplemente quiero, aceptar mi Tiempo.