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El 12 de octubre, no hay nada que celebrar. Una frase que ha rodado por las redes sociales, estos días, con motivo de la “mal llamada” Fiesta Nacional de España” o, como en otros tiempos “Fiesta de la Raza”, no de la raza indígena del “nuevo mundo” sino de la raza española, o “Fiesta de la Hispanidad”, y así hasta llegar a “Una fiesta que ha pasado por todos los regímenes políticos desde tiempos de la reina regente María Cristina (1892), que sacaron el festivo día, del baúl de los recuerdos, para darle realce patriótico a un país cuyo “imperio” se había ido por el desagüe de las alcantarillas. Manteniendo la idea de vincular el colonialismo con el racismo, y el patriotismo que no quede atrás. Una idea con menos de un siglo de vida para levantar el espíritu nacional cada vez que decayera el ánimo.

Un día que sólo sirve para airear el poder monárquico con desfiles militares, a la antigua usanza, una herencia del fascismo-franquista. Un rancio y casposo recordatorio del día que Cristóbal Colón llegó a “Cipango”, por todo lo que representó en siglos venideros para las sociedades “descubiertas”, conquistadas, colonizadas, esclavizadas, humilladas, masacradas, esquilmadas, y como no, arrodillas ante un dios que no entendían, en resumen, un genocidio en toda regla que, haría caer la cara de vergüenza a más de una monarquía, estado, empresa, compañía, órdenes religiosas y Vaticano, si es que la tuvieron alguna vez.

Hay países que a lo largo de los años han desarrollado un espíritu de conquista y colonización tal que, a pesar que estamos en el siglo XXI con la boca llena de palabras de derechos humanos, libertades y democracia, aún perviven en sus genes de poder: el absolutismo y la nostalgia de seguir siendo imperios, rememorando la forma de vida parasitaria en unos para guerrear con otros,  donde la conquista brillaba por su ausencia y el saqueo era requisito primordial para subsistir como estado “imperial” donde “nunca se ponía el sol”. De ahí vinieron los llamados “Grandes de España”, algunos de los cuales perviven como garrapatas, en sus posesiones latifundistas gracias a las subvenciones “oficiales”.

Y al hilo de esta “fiesta”, sale a relucir los desencuentros diplomáticos entre países latinoamericanos y la “madre patria”. El último lo tenemos entre México y España, cuando en 2019, el presidente mexicano, López Obrador, envió cartas al papa Francisco y al VI de los Felipes, para que se retractasen y se disculparan por los abusos cometidos por los españoles durante la conquista de México. El silencio entre los estados se rompió cuando el presidente mexicano hizo pública la carta dirigida al “monarca” español. Casi una crisis diplomática, mucho ruido y pocas nueces, porque en estos lances palaciegos la sangre política nunca llega al río. Y este año, vuelve a resurgir el mismo debate al pedir, López Obrador, que tanto el Vaticano como la monarquía española se disculpen públicamente por las atrocidades y saqueo de la conquista. Incluso el mismo presidente se incluye entre los que deben ofrecer disculpas. Él lo tiene fácil, son sus gobernados, y lo puede hacer cada domingo en misa de 9, al tiempo que desde el púlpito los religiosos deberían seguir el ejemplo y genuflexionar sus arrogancias antes los “fieles”.

Lo que me resulta sorprendente es que el gobierno español, se salga por la tangente y señale que rechaza con toda firmeza el contenido de la misiva: “La llegada, ahora hace quinientos años de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de las consideraciones contemporáneas”. Eso es tirar pelotas fuera. Por mucho que transcurra el tiempo, los hechos son los que son, y la monarquía y el catolicismo hicieron de su capa un sayo y conquistaron, colonizaron, masacraron, expoliaron, con la cruz y la espada lo que la perversidad humana se le pudiera ocurrir.

Y no creo que, este monarca, puesto a dedo por el dictador y su corte de lacayos, algún día decida pedir disculpas por lo ocurrido en aquella época, ya que se ha demostrado que han sido incapaz de hacerlo con Cataluña, con más de 1000 heridos provocados por la violencia de la represión de la policía del estado el 1 Octubre de 2017, a unos ciudadanos que sólo querían poner una urna y depositar un voto, por la independencia de Cataluña, referéndum que desde 2005 está despenalizada su convocatoria. Pero la “In-justicia, aliada del patriotismo, convierte el agua en vino y hace del banquete de bodas un proceso penal donde la rebelión se disipa y se transforma en sedición, un delito que en los demás estados de la UE no lo ven por ningún lado, y así luce la comunión de poderes del estado, en lugar de separación.

De camino, como lo cortés no quita lo valiente, le recuerdo al presidente de México que de aquellos polvos estos lodos, que los nuevos conquistadores que hay en su país, y en otros del entorno, no llevan armadura, ni lanza, ni espada, ni siquiera montan a caballo. Que llevan traje y corbata, viajan en jets privados, y van armados de un maletín con papeles, mientras atro.pellan los derechos de los pueblos indígenas, con la complicidad de gobiernos “democráticos”. Una nueva especie de colonialismo que meten los derechos humanos en la licuadora y se apoderan de los recursos naturales de toda Latinoamérica. Y del mismo modo que los galeones españoles salían cargados de oro y plata, lucrándose de los recursos mineros de antaño, ahora entran los bulldozers en zonas ricas y las dejan arruinadas. El estado de Oaxaca (México) un territorio de gran biodiversidad está quedando empobrecido por la explotación minera de oro y plata, que devasta los ríos sin conocimiento de las comunidades. Así siguen los conquistadores-colonizadores con nombres modernos camuflados en empresa multinacionales de hidroeléctricas, telecomunicaciones, petroleras, mineras, etc. Por poner un simple ejemplo.

La moda está en derribar estatuas de Colón. En Ciudad de México, o en S. Francisco (Califormia-EEUU), o en nueva York, por señalar casos en los últimos meses. Incluso en Barcelona hay actividades encaminadas a derribar la estatua de Colon. Es una forma de echar una cortina de humo sobre los problemas reales. En EEUU. se desgañitan hablando de esclavitud de hace 500 años, pero no se rasgan las vestiduras por tener a los indígenas autóctonos en reservas, y el presidente mexicano no tiene por qué esperar a los 500 años de la conquista en el 2021 para ir adelantando camino. Tampoco hay que esperar al 15 de septiembre para dar el “Grito” no sólo en Dolores, sino en todo el país contra el colonizador moderno.

Viñeta de Polo_12 de octubre_publicada en el confidencialandaluz.

Por: Paco González

16/10/2020.

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