Durante el retiro obligatorio he tenido tiempo de hacerme preguntas acerca de algunos mitos y leyendas históricas que despiertan mi curiosidad, por ejemplo, muchos tenemos la creencia que los restos del obispo Juan de Palafox y Mendoza se encuentran en la Basílica Catedral de la Ciudad de Puebla, lo cual es falso, lo único que existe en dicho lugar es su cenotafio (placa alusiva al personaje, pero sin sus restos), cuando el ilustre prelado falleció en España, lo sepultaron allá y las autoridades eclesiásticas de Puebla colocaron la lápida que el propio Juan de Palafox habría mandado fabricar sin tomar en consideración que su deceso sería en otro lugar lejos y distinto a la Catedral de Puebla.
Otro dato curioso, también relacionado con la Catedral, es el relativo al famoso intercambio de planos por error y que las catedrales de la Ciudad de México y la de Puebla se construyeron en la ciudad equivocada, que por eso es más grande y son más altas las torres de la de Puebla, cuando la verdad es que la construcción de las naves de ambas catedrales fueron dirigidas por arquitectos distintos, además, la topografía y las condiciones del suelo, no harían posible su construcción con distintos planos a los diseñados para el sitio.
Y ya que estamos descalificando mitos, me voy a permitir desmentir la especie de que en Cholula hay tantos templos como días tiene el año, o sea unos trescientas sesenta y cinco, se dice que con motivo de una visita que el conquistador Hernán Cortés realizó a Cholula, le informa al Rey Carlos V que desde lo alto se podrían observar los templos suficientes para visitar uno cada día del año, así como lo lee, eran tantas las ermitas que logró contar las trescientos sesenta y cinco y como las distancias y las comunicaciones de la época eran primitivas, no había forma de auditar el dicho del conquistador.
Y es así como en este tiempo de confinamiento familiar y personal, algunos tenemos el tiempo para hacer indagaciones y satisfacer nuestra curiosidad personal, también tenemos tiempo para reflexionar acerca de lo que va a suceder cuando regresemos a nuestras calles, cuando volvamos a nuestros trabajos.
El Maestro Germán Dehésa, con su gran sentido de la oportunidad, en alguna de sus columnas comentaba a sus lectores, yo entre ellos, con motivo de los terribles acontecimientos del 11 S, “Se ha acabado un mundo” y aclaraba puntualmente, pero no se ha acabado el mundo, este sigue y siguió hasta ahora en que se vuelve a acabar otro mundo con motivo de la pandemia mundial que nos golpea, que nos retira obligatoriamente a nuestros hogares.
México es recurrente en este tema, cuando no son temblores, son inundaciones, devaluaciones y todas las calamidades que pueda usted imaginar, lo lamento pero así sucede cada determinado tiempo, desde luego que pocos o nadie hubiera podido imaginar el tamaño del problema que tenemos, por un lado la pandemia y por el otro, los mexicanos enfrentados los uno con los otros, no entendemos que difícilmente nos vamos a poner de acuerdo, desde el gobierno se oyen cada día voces que recriminan a quienes llaman sus adversarios, que olvidan que su función y responsabilidad es conciliar y no dividir.
Y los otros protestando y organizando ataques más verbales que reales, entre muchos otros más importantes que este, le doy un ejemplo, unos se rasgan las vestiduras porque nos mintieron con el nombramiento del Dr. Hugo López Gatell a la Organización Mundial de la Salud y los contrarios diciendo que es un gran honor, cuando en verdad se trata de lo más irrelevante y poco importante del mundo, no es necesario celebrarlo en el Ángel de la Independencia.
Podríamos aprovechar la pausa para calmarnos (serenarnos dice aquel) y prepararnos para salir al mismo mundo, al que como siempre sobrevive y deja atrás aquellos mundos que ya no nos sirven.
Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères
alfonsodiazordaz@gmail.com
16 de junio de 2020