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¿Qué es la melancolía? ¿Cómo gestionarla? ¿Es siempre adecuado tratarla con fármacos? ¿Propicia nuestra época este trastorno? Estas son algunas preguntas sobre las que reflexiona Carlos Fernández Atiénzar, psiquiatra y autor del libro Melancolía clínica y transmisión generacional (Xoroi Edicions), en un tiempo en que parece que ser feliz es una obligación.

CARLOS FERNÁNDEZ ATIÉNZAR

Psiquiatría de adultos con amplia experiencia en trastornos depresivos, ansiosos, cuadros psicóticos, obsesivos , adicciones, trastorno bipolar, conflictos, etc.

Psiquiatra, autor de Melancolía clínica y transmisión generacional (Xoroi Edicions)

En su obra Melancolía clínica y trasmisión generacional, Carlos Fernández Atiénzar, psiquiatra del Centro de Salud Mental de Aranda del Duero, muestra las diferentes caras de la tristeza y como esta se transmite de generación en generación.

Además, realiza un interesante retrato sobre la melancolía y su origen y nos recuerda la importancia de darse tiempo para abrazar la tristeza que conlleva las perdidas. “La imperante visión de la psiquiatría actual quiere hacernos creer que la causa principal que produce la ´enfermedad depresiva´ es déficit de una sustancia cerebral, en este caso de serotonina. Así, solo tenemos en cuenta la parte corporal del ser y omitimos la parte más humana relacionada con la historia personal vivida, los vínculos que hemos tenido y, por supuesto, el inconsciente”, explica Carlos Fernández Atiénzar.

¿Qué se entiende por melancolía?

Al escribir el libro hice el ejercicio de preguntar a la gente que significaba para ellos la melancolía y me llamo la atención que se utiliza en termino para hablar de una añoranza y de una nostalgia por algo perdido en el camino. Efectivamente, la melancolía tiene que ver con la perdida. En la clínica psiquiátrica, el termino melancolía se utiliza de un modo diferente para definir un proceso psíquico en el cual predomina la tristeza, que se puede expresar con distintos síntomas y tener diferentes manifestaciones. En la clínica actual se habla poco de melancolía, pero a mí me gusta el término “depresión con tintes melancólicos” para hacer el diagnostico diferencial con otras formas de tristeza.

¿Por qué cree que en la actualidad ya no se habla de la melancolía?

Creo que la melancolía y tristeza han ido históricamente de la mano, pero el capitalismo ha hecho que la tristeza se divorcie de la melancolía, ya que para estar triste tenemos que tener la sensación de haber perdido algo. Sin embargo, a hora es difícil no tener algo. Estamos rodeados de exceso, de objetos que nos saturan y empachan y tenemos dificultad para estar tristes, mas bien estamos deprimidos, apáticos y vacíos, por eso se habla más de depresión que de tristeza o melancolía; para estar deprimidos, no hace falta estar triste.

PODEMOS SER INCAPACES DE VER EL LADO BUENO DE NUESTRA VIDA

“El melancólico no puede con la vida porque el peso de la culpa le oprime. Y no hace falta que haya tenido una vida trágica: se trata más bien de la forma en que ve la vida. Solo relata las partes malas de su vida. Las partes más alegres las omite, aunque las haya. La vida está llena de alegrías. Sin embargo, el melancólico es incapaz de registrarlas”.

“LA MELANCOLÍA TIENE QUE VER CON LA PÉRDIDA Y RECUERDA LA IMPORTANCIA DE DARSE TIEMPO PARA ABRAZAR LA TRISTEZA”

CUANDO NOS LAMENTAMOS POR LO QUE PUDO SER Y NO FUE

“los melancólicos son aquellas personas que ven el vaso medio vacío y se están lamentando por lo que pudo ser y no fue. Hay personalidades con una estructura de carácter marcada por lo funesto y por la imposibilidad de hacer frente a las pérdidas que se dan en nuestra vida (perdida de juventud, de patria, de trabajo, ruptura, desengaños, separaciones…)”.

¿Y una persona melancólica esta necesariamente triste?

La melancolía suele manifestarse con accesos de tristeza periódica y repetida que se alternan con periodos de normalidad y, a veces, con periodos de hiperactividad y euforia, lo que se llama la manía.

También hay pesimismo y desesperanza. Para, mis los síntomas principales vinculados a la melancolía son la tristeza, la incapacidad para disfrutar y la perdida de ilusión y de deseo.

El deseo es el motor de la vida…

Si. Además, el hecho de anhelar ese objeto de deseo que para cada uno es distinto y singular acaba definiéndonos como sujetos. Sin embargo, el melancólico tiene problemas con el desear. Freud en su ensayo duelo y melancolía conectó la melancolía con el duelo y con la perdida. Parece que el melancólico está en un duelo constante porque perdió algo en una etapa muy temprana de la vida -antes de los tres o cuatro años- cuando el aparato psíquico a un no estaba preparado para afrontar esa pérdida; o bien esa pérdida tuvo lugar en las generaciones anteriores y se pudo transmitir a través de las generaciones. En la historia familiar de los melancólicos se observan muchas veces duelos no tramitados y secesos trágicos y traumáticos.

¿haber sufrido una guerra civil y años de posguerra puede hacer que en nuestro país haya más casos de melancolía?

A la generación de nuestros abuelos, no solo en España sino en todo el mundo, se le llama “la generación silenciosa” porque vivieron la segunda guerra mundial o la guerra civil española y es una generación traumatizada porque perdió la fe en el otro humano.

Para mí, la guerra civil y el éxodo que se vivió en nuestro país en los años cincuenta es una metáfora para explicar esa melancolía tan nuestra. Nuestros abuelos sufrieron el desarraigo del pueblo y después esa triste posguerra llena de hambre, miseria e indignidad en la que además se humillo a los de esta guerra. El recuerdo dejo muchos silencios, muchos vacíos y muchos duelos sin tramitar.

“Parece que tenemos que estar siempre felices y esto es una falsedad, es un tremendo error, ya que un duelo no tramitado puede tener consecuencias negativas posteriores”

Lo que no se dice por culpa o por vergüenza, lo que callan nuestros abuelos, es un trauma, individual o colectivo, que se tiende a silencia. Y aquello que no se dice por culpa o por vergüenza en la primera generación, en la segunda generación no se nombra y en la tercera ni siquiera se piensa. Pero ese “olvido” crea melancolía y vacío en los nietos, porque lo que no se expresa ni se elabora con la palabra, se puede transmitir a las generaciones siguientes como una deuda. Me puedo sentir triste sin saber por qué, ya que esa tristeza es de otro.

Entonces, ¿en la melancolía puede estar el peso de la familia?

Para mí, es muy importante reflejar en los historiales clínicos la forma que tiene el paciente de relacionarse en el seno familiar. En España tenemos la familia endogámica y tradicional, un modelo familiar rural, en el cual se producen vínculos fusionales que orbitan alrededor de un modelo patriarcal donde la lealtad a la familia es esencial. Todos los miembros hacen una piña y con estos vínculos tan fusionados la salida a lo social hace más difícil. En este modelo de familia, la elaboración de las pérdidas resulta también más complicada porque reina la ilusión de omnipotencia de la familia; es decir, mientras estemos unidos podemos con todo.

¿Y no es cierto?

Es una ilusión. Así, cuando se ´produce una perdida, los vínculos de esta familia, aparentemente fuertes, se vuelven frágiles y deshilachados. En la vida, siempre se pierde algo, tarde o temprano. La pérdida es inherente a la vida porque se viven cambios, separaciones, los hijos se van de casa…

¿Cómo se puede tramitar una pérdida de forma saludable?

La forma más saludable para tramitar una pérdida es el duelo; y es importante tener en cuenta que podemos dolernos no solo por la pérdida de un ser querido, sino también por la pérdida de un ideal, de una amistad, de un amor, de un auto, etc.

Todos los caminos y separaciones tienen un sentido de perdida y de renuncia que debemos elaborar.

Y ese trabajo de duelo es esencial para después poder volver a conectar con la vida. Necesitamos un tiempo y un espacio para dolernos, para estar triste y para echar de menos; y en estos tiempos actuales esto se contempla como un pecado y signo de debilidad.

DEBEMOS LLENAR NUESTRO VACÍO CON CREATIVIDAD

“El sentimiento de vacío vital es un síntoma eminente melancólico, pero también atraviesa nuestra época actual. Podemos llenar ese vacío con hiperactividad, consumiendo sin parar, llenándonos con comida, drogas o alcohol, pero se puede elegir una postura de querer saber y de responsabilizarse con la vida y la de los demás creando una solución que cure o mitigue el dolor y la tristeza”.

Por eso es importante no tener prisa y darse un respiro, conectarse con el dolor para luego poder reconectarse con la vida. En este sentido, el duelo es el reverso de la melancolía, porque el melancólico no puede hacer duelos ya que su propia vida es un duelo perpetuo.

El duelo sano es temporal y elabora la perdida. Sin embargo, a hora se comete la barbaridad de recurrir con demasiada facilidad a las pastillas. No quiero ser categórico en este sentido porque a veces hay duelos horribles, pero tratando el duelo con antidepresivos, estamos perdiendo el sentido de lo humano. Se nos impone la obligación de estar siempre bien para rendir a todas horas. No nos damos tiempo, no sabemos esperar.

¿Somos más susceptibles a la melancolía en nuestra época?

La época actual es un poco melancólica porque el capitalismo y el consumo nos han hecho creer que se puede colmar todos nuestros deseos y que con dinero se puede quitar la sensación de falta y de imperfección. Sin embargo, el ser humano, por definición, es un ser incompleto e imperfecto.

El capitalismo ha querido taponar esa falta llenándonos de objetos inservibles e innecesarios y al final nos mortifica a un más porque nos hace llevar un peso encima que nos melancoliza al hacer desentendernos de nuestro propio deseo. Esos objetos nos lastran y nos crean necesidades que tenemos. Nos aprisionan en el imperativo “consume, goza y se feliz”. Al final, el capitalismo es el anti deseo por que nos lleva a vivir en la época triste de la inmediatez mientras otros se frotan las manos y se llenan los bolsillos. Es una época melancólica por este motivo.

¿Y es correcto tratar la melancolía con antidepresivos?

Hay un exceso de medicalización, pero hay casos en los cuales la fase depresiva es de cierta gravedad y sin medicación es difícil abordar el tratamiento. Otra cosa es tratar todo con pastillas. Pero, independientemente de este debate, lo que más ayuda a un melancólico es que se le dé un lugar de escucha y se sienta acompañado.

¿El sujeto melancólico se siente perdido, sin lugar?

Exacto. En la melancolía hay una invisibilidad y una falta de reconocimiento por parte del otro.

Se siente que nadie le ha mirado, que es insignificante, indigno, que no ha sido deseado y eso es lo que ha provocado, en parte, la falta de un lugar que siente el melancólico. Por eso es importante que alguien le dé un lugar y le miren algún momento Resulta muy terapéutico.

“TENEMOS LA RESPONSABILIDAD DE VOLVER A CONECTAR CON LA VIDA”

Pero el sentimiento de culpa no ayuda al melancólico…

Si la culpa, el autorreproche están muy presentes en el melancólico, y la culpa tiene que ver con sentirse siempre en deuda. Sin embargo, esta culpa no ayuda a reparar el daño; y el melancólico, que tiene la certeza de ser culpable, lo muestra posicionándose como un ser insignificante ante los demás. Se exhibe como un desecho, lo que dificulta ayudarlo y despierta impotencia y condescendencia a su alrededor. Así, la culpa del melancólico no solo la sufre él, sino también su entorno. Y esto me interesa conectarlo con la responsabilidad.

Siempre debemos responsabilizarnos de cargar con nuestro deseo, algo que no ocurre en la época actual en la que parece que nos escudamos en la enfermedad para no hacer frente a nuestra responsabilidad.

Siempre hay algo que nos puede conectar con la vida, y encontrarlo es la responsabilidad que tenemos todos, también los melancólicos.

¿Podemos trascender la melancolía y volver a amar la vida?

Si la melancolía está en relación con lo funesto y lo negativo, tenemos que entender que lo vivo y el deseo están también presentes en la vida. La vida es un ir y venir de estas dos pulsiones. El melancólico también se puede aferrar a la vida cuando abraza para crear algo propio que le equilibra, cuando encuentra una misión y un lugar más digno que le permite salir de la pena. Es un acto creador. Al depresivo se le asocia con la improductividad y con un “yo no puedo”, pero la melancolía puede ser un motor de creación.

¿De qué manera?

La tristeza te lleva a la creación para sacarte ese lastre, ese peso interno que mortifica al ser. Y tampoco hace falta ser un genio para lograrlo. Aunque las soluciones dependen la singularidad de cada uno, el trabajo artesanal pude ayudar. Cuidar un huerto puede ser un arte y algo que ayude en la superación de la melancolía creando algo que tramite esta tristeza.

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Juan de Dios Flores Arechiga.

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