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Daba el 31 de diciembre de 2019, subida en un avión hacia el Oriente Medio, al encuentro  con el Gran Master Mantak Chia en el Tao Garden. El primer Año Nuevo de mi vida en un avión. De no haber sido por una muela que me mataba del dolor, todo fue tranquilo y en paz. Mi corazón permanecía alegre, agradecido y con la incertidumbre de lo que traería tan afortunado viaje. Primera vez en Tailandia, país lleno de colores, sabores, palacios, música, tradiciones, budismo y elefantes. Imposible comprender algo de tailandés y mucho menos su interpretación del idioma inglés lo que hacía difícil la comunicación con su gente siempre amable y dispuesta a servir. Sus sonrisas desde el aeropuerto me dieron la bienvenida y siempre supe que ese país me llenaría de grandes regalos.

Después de una semana de haber iniciado mis clases en el Tao Garden en Chiang Mai me entero que un virus iniciaba en China con la amenaza de convertirse en pandemia por la rapidez en el contagio. Tema que, en lo personal, veía lejano y sin problema alguno. Fue cuando el encuentro con mi familia y amigas, que llegaban de visita, se vio amenazado por las noticias y la alarma de su dispersión por todos los alrededores. Valoraron si hacer el viaje o no, escuchaban las noticias.  ¡Dudaron! Pero su corazón nunca dejó de planear, organizar y hacer preparativos para evitar el contagio con gel, cubre bocas y mezcla de antisépticos preparados por mi prima Mayor quien protegía al grupo con su asertiva prevención.

Yo sabía que estaba inmune al virus,  tanto por las meditaciones y los ejercicios de Qi Gong que diario practicaba en el Tao Garden y que subían mi sistema inmunológico, como la alegría en mi corazón, de encontrarlas en ese mágico mundo, que activaba mi Timo! El campo de entrenamiento en la producción de anticuerpos para subir el sistema inmunológico según el Maestro Mantak Chia. Yo protegida y segura las observaba con sus tapa bocas, sus geles y sprays que usaban a cada rato en aviones, transportes y tours. ¡Honestamente me parecían muy simpáticas! Todas aplicadas y también algunos tailandeses y vietnamitas y camboyanos… todos, menos yo.

Decidimos disfrutar cada instante de nuestro viaje.  La alegría, el asombro por tan mágicos lugares, la música, la risa, el respeto, el amor y la conexión prevalecieron durante los 15 días que viajamos juntas y nos hicieron inmunes.

Y el 28 de febrero llegó, sin esperarlo, el fin de mi viaje. Sin duda, uno de los regalos mas grandes de mi vida. Y así también, sin darme cuenta, muy a mi pesar, tuve que confrontarme con aquel virus que me venía persiguiendo desde el Oriente Medio.

Ahora también uso tapa bocas y me tengo que poner el gel y hasta saqué el spray que mi prima Mayor me regaló… ahora los uso por protección y en señal de solidaridad al mundo y en especial a mi ciudad de Puebla y a mi amado México.

Sin embargo, también sé que la alegría que inunda mi corazón por el recuerdo de tan inolvidable viaje, que las enseñanzas de amor a mi misma cultivando las virtudes en mi corazón y que los ejercicios de sabiduría ancestral taoísta me harán inmune al Covid 19.

Que la certeza del Amor que vive en nuestro corazón, la confianza y la esperanza inunden nuestras vidas y las de todos los que nos rodean.

¡Que estoy segura que de esto México también se salva!

Por: Carmelina Garcia Haces

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