Practico Mindfulness y he aprendido a apreciar y generar silencio en mi mente, así como tener el sabor y valor únicos de cada palabra. Antes no era así; recuerdo que en la primaria construí la convicción de que pensar, pensar y pensar, y darle vueltas a las preguntas para llegar a la respuesta correcta lo más rápido posible, era lo más importante porque te consideraban muy inteligente ¡y todos queríamos ser reconocidos como los más inteligentes! Desde ahí se me creó el hábito de “pensar de más y pensar rápido”.
Hace tiempo me di cuenta que estaba equivocada, pensar es todo lo contrario: entre menos hilo de pensamientos automáticos e inconscientes, sin control, desenfocados y ruidoso le sueltes a tu mente, es mejor porque dejas de nutrir una mente parlanchina que te pinta escenarios encimados, absurdos y negativos provocándote ansiedad, angustia y hasta depresión. Pero ¿cómo cambiar?
Hay dos mentes; la parlanchina que la neurociencia llama ‘default mind’, mente defaul, mente subconsciente o condicionada, con un repertorio inculcado socialmente desde nuestros primeros años. ¿Qué tan poderosa es? La mente subconsciente puede hacer cientos de cosas al mismo tiempo. Es amoral y no le importan cuáles sean tus esperanzas, sueños, deseos o cuánto lo desees. Actúa de una manera que sólo es coherente con cómo se ve a sí misma; interpreta toda la información que llega a tu cerebro a través de tus sentidos y luego decide cuál es la forma más eficiente y consistente de responder de acuerdo a tus creencias.
La otra mente, la consciente, sólo puede hacer una cosa a la vez: el proceso comienza con un pensamiento, se liberan sustancias químicas -emociones- en preparación de la acción a realizar, y a través de tu fuerza de voluntad decides realizar una acción para obtener un resultado.
Lo fascinante es cuando puedes observar en otra persona la mente de faul que antes tenías tú y le dabas rienda suelta de tiempo completo.
Comí con una amiga que aprecio mucho, me cae super bien, es muy cordial y amable. Desde el momento que nos pusimos de acuerdo para el encuentro no me preocupé de saber cuál sería nuestra conversación porque ella siempre lleva la voz cantante, del tema, de la trama, del escenario y de los personajes, así como de cambio de tema, la velocidad, los entrelazos y la profundidad de él o los capítulos salteados que va sacando de manera indiscriminada como si un hilo de media se jalara sin piedad, o un mago sacara de su sombrero un yate en la arena y se inventara el mar sin agua y sin ponerle punto final, si acaso lo hay, ya que no cierra ni concluye la conversación o conversaciones que se llevan al unísono a un solo ritmo a la vez, a una sola voz a excepción de cuando cambia de tono y de emoción, abriendo todas las posibilidades en la confabulación, dejando hilos sueltos que no puedes hilvanar ni entretejer ni destapando el vacío, que también es tema.
Ese día le puse toda mi atención en silencio, con parsimonia y detenimiento; escuché cada palabra que decía, sus pausas, su intención, el cambio de tono y de tema, del pasar a una segunda trama sin pausa ni hilo conductor, ya sea en continuidad o no de uno a otro, con incisos y corchetes de otros comentarios que parecen ajenos pero no lo son ya que salen de monólogos que ella tiene dentro de su cabeza pero que emite incompletas en voz alta; y si aplicas toda tu vigilancia no lo son ya que son secuencia de lo que te dijo en alguna otra ocasión cuando te platicó del primo que ahora saca sin avisar y el reto es armar el rompecabezas misterioso que ella echa al aire y te lleva a la nada, pero ríes y sonríes de buena gana, porque algún día tú ‘yo’ interior estuvo ahí con todas sus piezas jugando un papel.
Fue fascinante ver su rosto, sus gestos y expresiones, pero sobre todo escucharla porque me di cuenta que ella es un espejo de cómo era mi mente default conmigo misma, antes, cuando no lograba silenciarla, dando saltos de un lado a otro como trapecista sin red de salvación o dando vueltas sin arnés de contención. Me sentí feliz por la evidencia de los logros que he obtenido con mi incipiente Mindfulness bien enfocado. Y la amé y la amo porque ella representa lo que algún día fui en mi mente subconsciente y si me descuido, puedo volverlo a ser.
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