La existencia de la maldad en la sociedad, especialmente manifestada en los abusos infantiles, es una realidad que nos confronta con preguntas profundamente perturbadoras sobre la naturaleza humana y el sentido de la existencia. Desde una perspectiva filosófica, este fenómeno nos obliga a cuestionar la supuesta bondad innata del ser humano y a explorar las raíces del comportamiento cruel y destructivo.
¿El mal es inherente o adquirido? Filósofos como Rousseau argumentaban que el hombre nace bueno y es la sociedad la que lo corrompe. Sin embargo, la crueldad ejercida contra los más vulnerables, como los niños, nos hace dudar de esta premisa. ¿Cómo explicar la capacidad de un adulto para infligir dolor a un ser indefenso? ¿Existe una predisposición al mal en algunos individuos? La psicología evolutiva y la neurociencia aportan elementos para comprender las bases biológicas de la agresividad y la violencia, pero no ofrecen una respuesta definitiva a esta pregunta.
EL PROBLEMA DEL LIBRE ALBEDRÍO.
Si aceptamos que el ser humano tiene libre albedrío, entonces debemos asumir que la elección de hacer el mal es una posibilidad real. Esto nos lleva a una profunda reflexión sobre la responsabilidad moral. ¿Qué lleva a una persona a tomar decisiones que causan sufrimiento a otros? ¿Es la maldad una consecuencia de la ignorancia, la falta de empatía, el resentimiento, o factores más complejos? La filosofía existencialista, con autores como Sartre, explora la angustia de la libertad y la responsabilidad individual en la construcción de nuestro propio ser.
La búsqueda del sentido en un mundo con maldad. La presencia del mal en el mundo, especialmente cuando se dirige hacia los niños, puede generar un profundo sentimiento de absurdo e impotencia. ¿Cómo encontrar sentido a la vida en un contexto donde la inocencia es vulnerada? La filosofía nos invita a buscar respuestas en la solidaridad, la compasión y la lucha por la justicia. Autores como Levinas destacan la importancia de la responsabilidad ética hacia el otro, como fundamento de una sociedad más humana.
El abuso infantil es una herida profunda en el tejido social, una manifestación de la oscuridad que habita en el corazón humano. La reflexión filosófica no ofrece soluciones fáciles, pero nos proporciona herramientas para comprender la complejidad del problema, cuestionar nuestras propias creencias y asumir la responsabilidad que nos corresponde en la construcción de un mundo más justo y compasivo.
La maldad existe, no seas participe de ella, no te vuelvas cómplice, haz la diferencia para que el tejido social sane, protejamos a los más vulnerables, protejamos a nuestros niños.
Terapeuta Eli Córdova López