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En días recientes, la revista digital La Voz del Árabe publicó una reseña por demás recomendable sobre la vida del diplomático sueco Folke Bernadotte.

El asesinato del Conde Bernadotte cuando fungía como mediador de paz de la ONU en la guerra del “Nakba”, obligó a la comunidad internacional a plantearse el carácter de las representaciones de los organismos internacionales a los que , a raíz del referido incidente, se les asignó inmunidad diplomática equivalente a la que, desde los días de la República de San marcos en la Italia del renacimiento han gozado todos los estados.

En nuestro país, el dos de diciembre de 1948 fue reformado el segundo párrafo de la fracción I del Artículo 27 constitucional, para quedar, redactado en los siguientes términos:

“El Estado de acuerdo con los intereses públicos internos y los principios de reciprocidad, podrá, a juicio de la Secretaría de Relaciones, conceder autorización a los Estados extranjeros para que adquieran, en el lugar permanente de la residencia de los Poderes Federales, la propiedad privada de bienes inmuebles necesarios para el servicio directo de sus embajadas o legaciones”.

Por aquellas fechas, y precisamente debido a las consideraciones que despertara a nivel planetario el asesinato de Bernadotte en relación a la inmunidad diplomática que debía asistir a los organismos internacionales, el constitucionalista Manuel Herrera y Lasso señalaría que al legislador mexicano se la le había escapado la oportunidad de incluir a aquellos en el texto que recientemente se entronizaba en nuestro orden legal.

Integrante de una dinastía que se remonta a los días de las “guerras napoleónicas”, aunque, acaso encuentre raíces más profundidad, en reyes como al que la pitonisa anuncia la traición a manos del primero que se presente en el salón a saludarle y rendirle pleitesía , como en la trama de la Ópera de Verdi :“Un Baile de Máscaras”.

Acaso, incluso, en aquellos reyes antiguos de Suecia, en cuyas tumbas, a veces el pueblo hacía el sacrifico de un caballo, aun cuando, al decir de Curzio Malaparte en su novela autobiográfica “Kaputt”, en otras ocasiones, era en realidad al propio rey a quién se sacrificaban ante la tumba del equino.

En días recientes, a invitación de don Luis García y Erdamnn tuve el gusto de escuchar la formidable exposición del excelentísimo señor embajador del Estado de Kuwait , Salah S. Al-haddad, quién enfatizó que su país guardaba plena armonía con todos los países del mundo, salvo con Israel al que no considera un estado.

Enfatizó, asimismo, en la inquebrantable decisión del Estado de Kuwait de combatir al terrorismo, lo que me remitió por una parte, a mi muy reciente relectura de “HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA (a la caza del Chacal)” el formidable libro de David Yellop , en el que relata la descomposición social por tráfico de enervantes en la llamada “zona de seguridad” de Israel en el Líbano, y que hoy, pretende ser nuevamente establecida por el gabinete de guerra de Israel pese la resolución 425 del Consejo de Seguridad de la ONU, y el largo plazo visto para su forzado acatamiento por parte de las tropas de las FDI.

Exposición que remitió, asimismo, por supuesto ,al atentado perpetrado por el grupo israelí “Lehi”, comandado por Isaac Shamir, posteriormente primer ministro, y que cobró la vida el 18 de septiembre de 1948 del diplomático Folke Bernadotte, cuya memoria , hoy es recordada de manera por demás pertinente en las páginas del diario digital que ha publicado la reseña de su vida.

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