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Este gobierno cada vez se parece más a los regímenes más autoritarios del mundo y no sería raro que López Obrador actuara por las mismas razones que Erdogan, Bolsonaro y Ortega.

Universidad Iberoamericana de Puebla, Puebla contra la Corrupción e Impunidad.

Son ya muchos los ataques, descalificaciones, infundios y actos de intervención del gobierno sobre instituciones académicas, alumnos, profesores y científicos. Así como los ataques a la libertad de expresión son reprobables, porque justamente minan uno de los pilares de los regímenes democráticos, los ataques a la ciencia, a la diversidad de pensamiento, a la independencia intelectual son asimismo ataques a nuestra democracia.

Este caso, como el de los ataques a la libertad de expresión, tampoco es trivial. Sabemos que al poder no le gusta que haya ‘otros datos’, que haya análisis, evaluaciones y críticas sobre su proceder. Sabemos que les disgusta que haya voces divergentes y que cuestionen las políticas que llevan a cabo. Eso es normal. Pero la reacción de los gobernantes ante estos otros puntos de vista es lo que determina una de las características más importantes del régimen político. Atesorar la tolerancia en un régimen democrático contra cerrazón y persecución en un régimen autoritario. Aceptación del debate libre de ideas o bien la imposición de lo que el Estado quiere o lo que pretende el régimen en el poder.

El símbolo más grave en el imaginario público de este comportamiento de regímenes autoritarios y hasta fascistas fue la quema de libros de autores ‘contrarios’ a lo “alemán y lo nacional socialista” que tuvo lugar la noche del 10 de mayo de 1933 en diversos lugares de la Alemania nazi, en medio de una ola de racismo y unificación del pensamiento ‘ario’.

Guardadas las proporciones, pero también preocupante, es lo ocurrido en algunos países cuyos líderes son ya catalogados como autoritarios y con tendencias fascistas. Por ejemplo, hace unos meses el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, nombró fuera de norma y de tradición a los rectores de cinco universidades y ha limitado su autonomía. En la Universidad del Bósforo, las protestas ante el nombramiento de un nuevo rector fueron muy fuertes a principios de 2021. En Hungría, el partido gobernante Fidesz y el primer ministro Viktor Orbán han lanzado también un ataque a la educación superior mediante recortes presupuestales, disminución de prerrogativas y nombramiento de rectores desde el gobierno, restando autonomía y libertad de investigación y pensamiento.

En el ámbito latinoamericano, el director de la Clínica de Derechos Humanos de la Universidad de Ottawa, Salvador Herencia-Carrasco, afirma que los regímenes autoritarios de la región “ven a las universidades como instituciones que pueden hacer frente a su totalitarismo”…”De ahí que son las primeras instituciones en ser atacadas. La toma de instalaciones por la fuerza pública, el arresto de profesoras, profesores o estudiantes, la manipulación de elecciones de autoridades universitarias y el recorte de presupuesto son algunas de las manifestaciones más comunes”. Los casos de Ecuador, Brasil, Nicaragua, Venezuela y El Salvador son emblemáticos.

En México hemos sido testigos de la eliminación del Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (órgano autónomo) desde el inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador para convertirlo en dependencia de la SEP; de la denuncia penal a 31 científicos, exfuncionarios del Conacyt y del Foro Consultivo para la Ciencia y la Tecnología por presuntos actos de abuso de autoridad y corrupción que sigue pendiente; del retiro y disminución de fondos para la investigación y el desarrollo académico y su condicionamiento a los ‘intereses del Estado’; del nombramiento irregular de un nuevo director en el CIDE que ha declarado la guerra contra esa institución tan prestigiada; de la toma de la Universidad de las Américas-Puebla por la fuerza pública con el pretexto de un litigio al interior de su patronato. Y apenas la semana pasada, atestiguamos la amenaza a la Escuela Nacional de Antropología e Historia al suspender a muchos de sus empleados y profesores, así como la eliminación del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (y del Indesol, este último más bien ligado al trabajo de las organizaciones civiles).

¿Para qué golpea presupuestalmente el actual gobierno a universidades, profesores, científicos y elimina instituciones de gran relevancia académica y educativa? ¿Por qué persigue a científicos connotados, denosta a instituciones públicas y privadas tan importantes como la UNAM, el CIDE, el ITAM y ahora el ITESM, entre otras? En ello, este gobierno cada vez se parece más a los regímenes más autoritarios del mundo y no sería raro que López Obrador actuara así por las mismas razones que Erdogan y Orbán, Bolsonaro y Ortega. No es poca cosa. Por eso, debemos todos defender a nuestras universidades, la libertad de pensamiento y la tolerancia, tope donde tope.

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