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“Puebla de nosotros”. Escuché ésta frase a Claudia Rivera Vivanco en un foro organizado por los alumnos de la Universidad Angelópolis, en el auditorio que lleva el nombre de nuestro amigo Roberto Corvera. Claudia, por supuesto, no sugería otro nombre para una ciudad que ya tiene dos igualmente válidos, Puebla de los ángeles, derivado del título que le otorgó Isabel de Portugal, en 1532, y Puebla de Zaragoza, como la renombró Benito Juárez, en 1862. El “de nosotros” fue un recurso retórico que no significaría nada si no fuera porque refleja cómo la flamante presidenta municipal ve a la ciudad que gobierna desde el lunes: nuestra, de todos, incluyente; no muy distinta, permitiéndonos la comparación, al experimento social poblano que describía Motolinía, en 1531, o, guardando la distancia de los siglos, a las utopías socialistas que imaginaron Fourier o de Saint-Simon.

 

La ciudad incluyente que propone Claudia, la que prometió en campaña y cumplirá en el gobierno, es, según concluyó la segunda Conferencia de Naciones Unidas sobre Asentamientos humanos, llevada a cabo en Estambul, Turquía, en 1996, “el lugar donde cualquiera, independientemente de su color, idioma, opinión política, raza, religión, sexo o cualquiera otra condición, puede participar positiva y productivamente en las oportunidades que la ciudad tiene para ofrecer”. Esto, claro, no es nada nuevo; con más o menos literalidad, lo mismo está contenido en todas nuestras leyes fundamentales. Lo que sí es nuevo es que quien gobierna la cuarta ciudad del país tiene la voluntad política para obligar el cumplimiento de la norma. Una nueva forma, la suya, de ser y hacer gobierno.

 

La inclusión de todas las opiniones políticas no debe confundirse con una indefinición ideológica. El de Claudia es un gobierno de izquierda, el primero de su tipo en Puebla; no de una izquierda revolucionaria, la cual históricamente ha demostrado ser incompatible con el ejercicio del poder y, cuando no, ha derivado en autoritarismos, sino de una izquierda democrática, la cual privilegie la acción parlamentaria y el consenso entre los sectores sociales para la toma de decisiones. De izquierda, al fin, el gobierno claudista no puede olvidar su naturaleza contestataria. La legitimidad del nuevo gobierno descansa en la protesta social; se ha ido ganando desde el plantón por el fraude 2006 hasta las marchas por el fraude de 2018 pasando por las manifestaciones a favor de la comunidad LGTB y del aborto o en contra de la privatización del agua y del petróleo. La institucionalidad y el buen rollo con la derecha no puede distorsionar su genética. José Antonio Gali es buen bicho —¡ya lo quisiera de tío el corazón roto que suscribe!—, pero él y otros han sido compinches del morenovallismo, del saqueo sistemático del erario, de la elección de Estado. Que lo cortés, dirían, no nos quite lo valientes.

 

La inclusión empieza por casa. El gobierno de Claudia es un mosaico complejo de expresiones de la izquierda. Las circunstancias que han llevado al poder a la muy carismática presidenta municipal, el arrastre de la ola AMLO y el impulso de un equipo confeccionado ex professo y en el que están representadas distintas corrientes del lopezobradorismo, obligan a afinar el toque político. La política, dicen también, es el arte de hacer acuerdos. Durante los próximos tres años, cohabitarán en Charlie Hallhombres y mujeres libres de distintos orígenes y destinos: fundadores de MORENA, chapulines con muchas tablas, claudistas de pura cepa, barbosistas plenos de legitimidad, intelectuales orgánicos y politólogos de medio (poco) pelo —además de algunos morenogalistas extraviados—. Dado el repertorio, la gobernabilidad del municipio solo será posible colocando en el centro de la discusión el proyecto de Nación que nos une a todos. ¡Que así sea!…

“Puebla es más que un logo”. Eso también se lo escuché a Claudia Rivera Vivanco, a propósito de una pifia de mercadotecnia achacable por entero a un diseñador muy poco original y a un jurado muy poco atento.

 

Puebla es más que un logo, sí. En ésta hora crítica en la que la izquierda poblana comienza su tránsito inédito de la calle al palacio, 487 años de historia nos observan.

 

Por: Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 17 de octubre de 2018.

Por IsAdmin

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